Demasiado hasta para Stephen King
Las redes suelen dar una versi¨®n caricaturizada de la realidad. Hay d¨ªas que en Espa?a eso no es necesario
Stephen King cuenta en su libro Mientras escribo (Debolsillo) que todo novelista deber¨ªa tener un L. I., esto es, un Lector Ideal, alguien de absoluta confianza a quien entregarle el manuscrito, con la seguridad de que su opini¨®n ser¨¢ sincera, sin tapujos ni medias tintas. En su caso, su Lectora Ideal es su esposa, Tabby, y recuerda King que le entreg¨® el original de Corazones en la Atl¨¢ntida mientras ¨¦l conduc¨ªa por Carolina del Norte: ¡°El relato tiene algunas partes divertidas (o que me lo parec¨ªan), y yo la miraba constantemente para ver si sonre¨ªa. Cre¨ª que no se daba cuenta,...
Stephen King cuenta en su libro Mientras escribo (Debolsillo) que todo novelista deber¨ªa tener un L. I., esto es, un Lector Ideal, alguien de absoluta confianza a quien entregarle el manuscrito, con la seguridad de que su opini¨®n ser¨¢ sincera, sin tapujos ni medias tintas. En su caso, su Lectora Ideal es su esposa, Tabby, y recuerda King que le entreg¨® el original de Corazones en la Atl¨¢ntida mientras ¨¦l conduc¨ªa por Carolina del Norte: ¡°El relato tiene algunas partes divertidas (o que me lo parec¨ªan), y yo la miraba constantemente para ver si sonre¨ªa. Cre¨ª que no se daba cuenta, pero s¨ª. Al octavo o noveno reojo (aunque no desmiento que ya llevara quince), Tabby levant¨® la cabeza y me dijo¡±:
¡ªMira la carretera, a ver si nos la pegamos. ?No seas tan inseguro, joder!
?Que qu¨¦ tiene esto que ver con Twitter? Ya ver¨¢n. Es cierto que nuestros pol¨ªticos ¡ªas¨ª, en general, ?o no es Twitter el reino de la brocha gorda?¡ª no parecen precisamente inseguros a la hora de escribir tuits o de insertar en ellos fragmentos de sus intervenciones en la tribuna, la radio o la televisi¨®n, y por ello no estar¨ªa mal que m¨¢s de uno siguiera el consejo de Stephen King. Un Lector Ideal o un amigo de verdad ¡ªno valen palmeros a sueldo ni pelotas vocacionales¡ª que les dijeran as¨ª en voz baja: ?est¨¢s seguro de que quieres publicar ese tuit, de poner en circulaci¨®n ese v¨ªdeo?, ?est¨¢s convencido de que quieres enviar a tus miles de seguidores ese trozo de pol¨¦mica malsana? Pero no, no tra¨ªa a colaci¨®n la an¨¦cdota de Stephen King por esto.
M¨¢s bien por lo que, en solo unos minutos, uno puede encontrarse en Twitter si tiene la osad¨ªa de asomarse un rato. El retrato, o m¨¢s bien la caricatura, del pa¨ªs en el que vivimos. El d¨ªa despu¨¦s de que un ex alto cargo del PP revele los entresijos del maltrato a los ancianos en las residencias de la Comunidad de Madrid durante la epidemia de covid, nos encontramos con que uno de los comisionistas que se forraron con la tragedia ¡ªun tal Alberto Luce?o¡ª se invent¨® a un supuesto chino, de nombre San Chin Choon, para enga?ar al Ayuntamiento de Madrid. Como ha descubierto la polic¨ªa y cuenta J. J. G¨¢lvez en este peri¨®dico, el supuesto se?or Chin Choon escrib¨ªa los correos electr¨®nicos en un ingl¨¦s macarr¨®nico, con palabras inventadas por alguien cuyo idioma materno ser¨ªa el espa?ol. Pero no para ah¨ª el asunto. La polic¨ªa se present¨® hace unos d¨ªas en el domicilio de Luce?o, socio del noble Luis Medina, y encontr¨® en su casa una placa del CNI y acreditaciones de la polic¨ªa y de Defensa. Si son falsas, es un delito; pero si no, es un esc¨¢ndalo a¨²n mayor.
De fondo, un exvicepresidente del Gobierno participa en una tertulia radiof¨®nica en la que, en un momento dado, mira unos apuntes y dice: ¡°El 57% de los tertulianos de La hora de La 1 son de derechas, el 13% son de centro y solo el 30% son progresistas (pero progresistas del PSOE)¡±. O lo que es lo mismo, el Gobierno en el que particip¨® o el partido que fund¨® manejan listas de periodistas y al lado su supuesta adscripci¨®n pol¨ªtica... ?Con qu¨¦ fundamento? ?Con qu¨¦ objetivo? Junto a ¨¦l, una tambi¨¦n exministra de su mismo Gobierno aboga por que, en vez de con criterio profesional, los telediarios dediquen a los partidos un espacio de tiempo directamente proporcional a sus ¨²ltimos resultados electorales.
¡ª?Al peso? ¡ªpregunta el alucinado presentador.
Hay m¨¢s ejemplos, pero no hacen falta. Imag¨ªnense ahora a Stephen King conduciendo por una carretera de Carolina del Norte, mirando de reojo la reacci¨®n de Tabby, su Lectora Ideal, mientras lee un relato en el que ha incluido todos esos ingredientes:
¡ªEsto no es serio, Stevie, se te est¨¢ yendo la olla...