Liz Truss recula
Las propias filas conservadoras fuerzan la restituci¨®n del tipo m¨¢ximo del 45% a las rentas m¨¢s altas en Reino Unido
Liz Truss, lleva apenas un mes en el cargo y su mandato ha entrado en descomposici¨®n. Forzada por la rebeli¨®n interna de muchos diputados conservadores, que no estaban dispuestos a hundirse con ella, y por unos mercados que han puesto en duda la solvencia econ¨®mica del nuevo equipo de Downing Street, la primera ministra de Reino Unido tuvo que dar marcha atr¨¢s en menos de diez d¨ªas a su propuesta de suprimir el tipo m¨¢ximo del 4...
Liz Truss, lleva apenas un mes en el cargo y su mandato ha entrado en descomposici¨®n. Forzada por la rebeli¨®n interna de muchos diputados conservadores, que no estaban dispuestos a hundirse con ella, y por unos mercados que han puesto en duda la solvencia econ¨®mica del nuevo equipo de Downing Street, la primera ministra de Reino Unido tuvo que dar marcha atr¨¢s en menos de diez d¨ªas a su propuesta de suprimir el tipo m¨¢ximo del 45% para las rentas m¨¢s altas.
Con fama de dura y obstinada, la pol¨ªtica que sucedi¨® en el cargo a Boris Johnson logr¨® el apoyo de las bases del partido que respaldaron sin titubear la promesa de Truss de bajar impuestos. La ortodoxia econ¨®mica, con una inflaci¨®n desatada, suger¨ªa lo contrario. Pero su ideolog¨ªa se impuso al sentido com¨²n en una formaci¨®n que viv¨ªa sus horas m¨¢s bajas, con la humillante dimisi¨®n de Johnson, y necesitaba reinventarse tras doce a?os en el poder. La realidad ha golpeado a Truss y a su ministro de Econom¨ªa, Kwasi Kwarteng, unidos en su fundamentalismo econ¨®mico. Nada m¨¢s ser anunciada la rebaja de impuestos, el valor de la libra esterlina se desplomaba, los bonos del Estado ca¨ªan a un nivel hist¨®rico y el Banco de Inglaterra se ve¨ªa obligado a intervenir para estabilizar el caos. El nuevo Gobierno hab¨ªa agitado un c¨®ctel de aceleraci¨®n, voluntarismo e ingenuidad econ¨®mica dif¨ªcil de digerir por los mercados, que no ve¨ªan posible el sostenimiento a largo plazo de la deuda p¨²blica, a no ser que el Ejecutivo se embarcara en un nuevo plan de recortes. La suma no daba. Entre las ayudas directas a hogares y empresas para pagar este invierno las facturas del gas y de la electricidad, y la bajada de impuestos, el agujero en las cuentas p¨²blicas se acercaba al 7% del PIB. Muchos diputados conservadores captaron de inmediato la percepci¨®n entre los ciudadanos: su formaci¨®n volv¨ªa a ser el partido desagradable de la pasada d¨¦cada, cuando el Gobierno de David Cameron someti¨® a los ciudadanos a una austeridad espartana, para enderezar el destrozo de las cuentas p¨²blicas que supuso la crisis financiera de 2008.
Seg¨²n los c¨¢lculos de los primeros rebeldes que han desafiado a Truss, si existe alguna posibilidad de remontar unas encuestas, que hoy dan una ventaja abrumadora a la oposici¨®n laborista, consiste en alejarse de la senda de los recortes, evitar la imagen de que favorecen a los m¨¢s ricos, y recuperar una ortodoxia presupuestaria que tenga en cuenta las necesidades de los m¨¢s d¨¦biles. Justo lo contrario de lo que se dispon¨ªan a hacer la primera ministra y su responsable de econom¨ªa. Ambos sostuvieron en su d¨ªa, en un libro firmado conjuntamente, que los trabajadores del Reino Unido ¡°eran los m¨¢s vagos de Europa¡±. Sin decirlo con claridad, Truss y Kwarteng hab¨ªan conquistado el poder con la misi¨®n de imponer un correctivo. De momento, el correctivo lo han sufrido ellos, con una sa?a inesperada.