Los cuatro jinetes del apocalipsis democr¨¢tico
Si no aprendemos a responder con un tono pol¨ªtico e informativo capaz de cambiar el desprecio y el revanchismo por emociones m¨¢s reparadoras y constructivas, las fuerzas antidemocr¨¢ticas gobernar¨¢n el pa¨ªs
Este verano, mientras disfrutaba de mi primera junta de vecinos como propietaria, acab¨¦ pensando en los cuatro jinetes del apocalipsis matrimonial. El profesor John Gottman de la Universidad de Washington los tipifica como las cuatro se?ales de una pareja que se desintegra: criticar, ponerse a la defensiva, hacerse el vac¨ªo y despreciar. Son modelos de comunicaci¨®n t¨®xicos, capaces de pudrir hasta el amor m¨¢s profundo. Lo pensaba mientras escuchaba a dos de mis nuevos vecinos h...
Este verano, mientras disfrutaba de mi primera junta de vecinos como propietaria, acab¨¦ pensando en los cuatro jinetes del apocalipsis matrimonial. El profesor John Gottman de la Universidad de Washington los tipifica como las cuatro se?ales de una pareja que se desintegra: criticar, ponerse a la defensiva, hacerse el vac¨ªo y despreciar. Son modelos de comunicaci¨®n t¨®xicos, capaces de pudrir hasta el amor m¨¢s profundo. Lo pensaba mientras escuchaba a dos de mis nuevos vecinos hablar (y hablarme) en t¨¦rminos que nunca hab¨ªa escuchado decirse entre personas que comparten escalera, pero que se han normalizado en al menos dos espacios dise?ados para garantizar la salud democr¨¢tica: el Congreso y los medios de comunicaci¨®n.
Seg¨²n Gottman, criticar a la pareja es distinto de quejarse porque se centra en el defecto de la persona (que no escucha, no limpia, no respeta) y no en el problema a resolver. La persona criticada se pone invariablemente a la defensiva con sobreexplicaciones, victimismo y la clase de contracr¨ªtica vengativa que en ciencia pol¨ªtica llaman el ¡°y t¨² m¨¢s¡±. Cuando todas las discusiones se enrocan se produce el vac¨ªo. No se puede resolver el problema porque el problema ya son las personas y solo queda la frustraci¨®n. En mi nueva comunidad, el vac¨ªo son los vecinos que no bajan a las juntas porque no soportan el tono y la violencia verbal que han impuesto otros vecinos, permitiendo parad¨®jicamente que esa violencia se expanda sin obst¨¢culo, como un gas venenoso que te llena los pulmones cuando respiras. De los cuatro jinetes, el desprecio es el m¨¢s peligroso porque no busca la resoluci¨®n de problemas, solo la satisfacci¨®n mezquina de destruir y humillar. Y se contagia a gran velocidad.
El desprecio es el lenguaje natural de las noticias falsas, de las operaciones de influencia y de las campa?as de deshumanizaci¨®n. Son herramientas de comunicaci¨®n cuyo objetivo es destruir la confianza en las instituciones democr¨¢ticas y debilitar las defensas de la poblaci¨®n de un pa¨ªs. Son muy efectivas: seg¨²n un estudio de Latinobar¨®metro, el 43% de los mexicanos desconf¨ªan de las personas de su propia comunidad. En Per¨² es el 54% y en Brasil, el 63%. Cuando permitimos que se trate con desprecio en las sesiones del Congreso, las ruedas de prensa, las tertulias, podcasts y columnas de opini¨®n, las instituciones dise?adas para garantizar el bienestar de los ciudadanos se ponen al servicio de aquellos que lo quieren destruir. La confianza en las instituciones es uno de los principales indicadores de la salud y el potencial econ¨®mico de un Estado. Si no aprendemos a responder con un tono pol¨ªtico e informativo capaz de cambiar el desprecio y el revanchismo por emociones m¨¢s reparadoras y constructivas, las fuerzas antidemocr¨¢ticas gobernar¨¢n el pa¨ªs.
Yo crec¨ª en una comunidad donde no todos los vecinos eran amigos, pero todos se hablaban bien. Esa cordialidad les permiti¨® defender los ¨¢rboles del parque vecinal que el ayuntamiento quiso arrancar un verano para poner un garaje y proteger los servicios p¨²blicos cuando llegaron intereses inmobiliarios a recalificar terrenos. Dos juntas m¨¢s tarde, me pregunto si seremos capaces de proteger o conseguir nada cuando llegue el momento, o si renunciar¨¦ tambi¨¦n a las juntas para evitarme el mal trago, delegando las decisiones importantes en manos de lo peor de la comunidad.