Los ¡®malvotantes¡¯ de Am¨¦rica Latina
Bien har¨ªan los aleccionadores en dejar de considerar bobos a millones de personas y los gobernantes en invocar a una parte de la poblaci¨®n en nombre de toda. Seguro que el pueblo, y la democracia, se lo agradecer¨¢n enormemente
La situaci¨®n era un poco delirante. El corresponsal del Financial Times, Andr¨¦s Schipani, y yo hab¨ªamos terminado de entrevistar a Evo Morales. Est¨¢bamos en Cochabamba y supuestamente un autob¨²s con m¨¢s periodistas nos llevar¨ªa a la zona de El Chapare donde el expresidente acostumbraba a invitar a comer a los medios la v¨ªspera de una elecci¨®n. En ese caso era un refer¨¦ndum para decidir si el presidente boliviano pod¨ªa volver a presentarse a unas presidenciales. ¡°No, ellos se vienen conmigo¡±, dijo Morales a su jefa de gabinete, para conducirnos a un estacionamiento donde nos llevaron a u...
La situaci¨®n era un poco delirante. El corresponsal del Financial Times, Andr¨¦s Schipani, y yo hab¨ªamos terminado de entrevistar a Evo Morales. Est¨¢bamos en Cochabamba y supuestamente un autob¨²s con m¨¢s periodistas nos llevar¨ªa a la zona de El Chapare donde el expresidente acostumbraba a invitar a comer a los medios la v¨ªspera de una elecci¨®n. En ese caso era un refer¨¦ndum para decidir si el presidente boliviano pod¨ªa volver a presentarse a unas presidenciales. ¡°No, ellos se vienen conmigo¡±, dijo Morales a su jefa de gabinete, para conducirnos a un estacionamiento donde nos llevaron a una camioneta. El jefe de seguridad nos descoloc¨® al subirse en el asiento del copiloto. Con Morales al volante transcurrieron las siguientes tres horas. En uno de los peajes, el presidente boliviano compr¨® a una se?ora unas bolsas de habas, y no acept¨® el cambio ¡ª¡±la pr¨®xima vez me los das¡±¡ª, y en otro, recogi¨® peri¨®dicos que repart¨ªan unos chicos. Al bajar los vidrios tintados y ver la cara de sorpresa, Morales sonr¨ªo y solo les dijo: ¡°Prohibido equivocarse ma?ana, eh¡±. Al d¨ªa siguiente, Evo perdi¨® el refer¨¦ndum.
Me acuerdo mucho de aquel momento en la autopista boliviana cada vez que leo o escucho a ciertas personas hablar de lo bien o mal que se ha votado en un pa¨ªs, especialmente en Am¨¦rica Latina, donde son m¨¢s proclives las lecciones de moralidad y superioridad. Tambi¨¦n cuando veo a los mandatarios progresistas que invocan continuamente al pueblo en declaraciones que, autom¨¢ticamente, dejan fuera a una parte de la poblaci¨®n con la que no conviven y para la que muchos se empe?an en no gobernar o, cuando menos, desde?ar. Como si se refiriesen m¨¢s a la acepci¨®n de ¡°poblaci¨®n de menor categor¨ªa¡± y no a la de ¡°conjunto de personas que viven en una poblaci¨®n¡±.
El caso m¨¢s reciente es el de Pedro Castillo, que esta semana ha inaugurado una modalidad de da?o a la democracia con el autogolpe m¨¢s r¨¢pido que se recuerde. La astracanada, que pudo haber llevado a la poblaci¨®n peruana a una situaci¨®n de peligro, dej¨® un reguero de ¡®yoyalodije¡¯ y de invocaciones al pueblo. El presidente de M¨¦xico, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, recurri¨® a la ret¨®rica para no condenar la maniobra de Castillo y tampoco apoyarla expl¨ªcitamente, pero s¨ª pidi¨® que se respetaran ¡°los derechos humanos y haya estabilidad democr¨¢tica en beneficio del pueblo¡±. El mandatario colombiano, Gustavo Petro, mucho m¨¢s enf¨¢tico que su hom¨®logo mexicano a la hora de condenar el intento de Castillo de disolver el Congreso, se mostr¨® sorprendido de que el presidente y su esposa se hubiesen quedado ¡°encerrados en el Palacio, aislados del pueblo que los eligi¨®¡±.
Castillo gan¨® las elecciones por poco m¨¢s de 40.000 votos a Keiko Fujimori, que trat¨® por todas las v¨ªas ¡ªpoco democr¨¢ticas algunas¡ª de no reconocer el triunfo; Petro logr¨® la victoria con una diferencia de 600.000 votos y L¨®pez Obrador, que triunf¨® abrumadoramente, se empe?a en golpear d¨ªa tras d¨ªa a los que no est¨¢n con ¨¦l. No son de extra?ar, por tanto, los datos de los ¨²ltimos Latinobar¨®metros, que aseguran que cerca del 50% de la poblaci¨®n no conf¨ªa en el sistema democr¨¢tico, que los ciudadanos se alejan de las ideolog¨ªas y que, sobre todo, crece la indiferencia ante el tipo de gobierno. Revertir estas cifras es un reto may¨²sculo, m¨¢s a¨²n desde la izquierda, pues desde la derecha ¡ªy cada vez m¨¢s la extrema derecha¡ª se da por sentado que tratar¨¢n de mantener los privilegios de las ¨¦lites como primera medida. Mientras, bien har¨ªan los aleccionadores en dejar de considerar bobos a millones de personas y los gobernantes en invocar a una parte de la poblaci¨®n en nombre de toda. Seguro que el pueblo, y la democracia, se lo agradecer¨¢n enormemente.