Con los lectores, siempre
Llegado el relevo, conviene recordar que todos los redactores son defensores de quienes nos leen
La raz¨®n ¨²ltima del trabajo de los periodistas consiste en salvaguardar los derechos de los lectores. Por tanto, cada integrante de la Redacci¨®n, desde la directora hasta el ¨²ltimo becario, se comporta como un defensor del lector, aunque solo uno lleve ese t¨ªtulo oficial que, a partir de ahora, pasa a las valiosas manos de Soledad Alcaide, avalada por la directora y por el Comit¨¦ Profesional del peri¨®dico.
Conviene recordar en estos mome...
La raz¨®n ¨²ltima del trabajo de los periodistas consiste en salvaguardar los derechos de los lectores. Por tanto, cada integrante de la Redacci¨®n, desde la directora hasta el ¨²ltimo becario, se comporta como un defensor del lector, aunque solo uno lleve ese t¨ªtulo oficial que, a partir de ahora, pasa a las valiosas manos de Soledad Alcaide, avalada por la directora y por el Comit¨¦ Profesional del peri¨®dico.
Conviene recordar en estos momentos esa defensor¨ªa compartida por todos porque en esta comunidad de EL PA?S tenemos un objetivo com¨²n: disponer de la informaci¨®n m¨¢s completa posible, interesante y no manipulada por ning¨²n grupo de inter¨¦s, pero a la vez empe?arnos cada d¨ªa en mejorar nuestro trabajo.
Defensores del lector, y en primera l¨ªnea ¡ªliteral, en este caso¡ª, son esa decena de colegas que estos meses se turnan en Ucrania para contarnos los desastres de la guerra. Recordar que asumen riesgos personales supone destacar solo una parte de la verdad, porque a menudo anteponen la necesidad vocacional de que la barbarie no quede oculta. Ellos representan a esa clase de periodistas de todos los medios que a diario buscan una historia que narrar para que algo cambie, para que sus denuncias muevan conciencias en la b¨²squeda de una sociedad mejor.
?No es precisamente eso lo que han hecho los periodistas de este diario que han destapado cientos de casos de pederastia en la Iglesia cat¨®lica espa?ola? Como defensores del lector, ellos han roto los muros de hipocres¨ªa y silencio que durante d¨¦cadas han protegido a esos a quienes muchas familias hab¨ªan confiado lo m¨¢s sagrado que ten¨ªan: sus hijos.
Defensores del lector son quienes pasan semanas lejos de sus casas para detallarnos los dramas de la migraci¨®n, los que nos han explicado de manera fiable y pedag¨®gica las claves de la pandemia. Y los que invierten jornadas interminables en el Parlamento, las manifestaciones en Rusia y Per¨² o entre monta?as de datos e informes para denunciar el deterioro de la sanidad p¨²blica o para darnos claves para sortear la crisis. Como lo son esos cr¨ªticos y prescriptores de literatura, m¨²sica, cine o arquitectura que aportan pistas para una mejor ubicaci¨®n de cada lector en el mundo actual.
No menos aliados de los lectores aquellos que, 46 a?os despu¨¦s del nacimiento de EL PA?S, respetan un principio asentado por sus fundadores y recogido en el Estatuto de la Redacci¨®n y en el primer art¨ªculo de ese contrato con los lectores que es el Libro de Estilo: ¡°EL PA?S acoge todas las tendencias, excepto las que propugnan la violencia para el cumplimiento de sus fines¡±.
No por casualidad, incluso en tiempos tan crispados en una sociedad m¨¢s y m¨¢s polarizada, este peri¨®dico sigue incluyendo todas las semanas art¨ªculos de opini¨®n discrepantes y opuestos a su l¨ªnea editorial reflejada en los editoriales. No hay otro caso entre los diarios de referencia en Espa?a, pero el peri¨®dico mantiene ese sello de identidad, molesto a veces para algunos, porque defiende con hechos la libertad de expresi¨®n y porque as¨ª sirve mejor a sus lectores, que de esa manera disponen siempre de m¨¢s elementos de juicio para formarse su propio criterio.
Defensores del lector son quienes, con su labor m¨¢s callada y an¨®nima, editan v¨ªdeos, audios y textos o corrigen y eliminan cientos de fallos y erratas, siempre con la frustraci¨®n de no poder hacerlo mejor por falta de manos y de horas.
Y defensores a los que hay que darles mucho m¨¢s que las gracias son esos lectores que escriben al peri¨®dico para criticar o se?alar errores porque, con esos actos altruistas, se saben c¨®mplices de la Redacci¨®n en ese objetivo de mejorar el diario.
Imposible olvidar en este cap¨ªtulo a Fausto Rojo, el lector a quien las faltas y erratas le saltaban a la vista como ¡°luces de ne¨®n¡±, tal como ¨¦l las describi¨® en varios de sus escritos al Defensor del Lector. Las denominaba ¡°patadas al idioma¡± y lleg¨® a enviar, numeradas, 558. Muri¨® hace dos a?os y lo seguimos echando de menos.
Entre las muchas ic¨®nicas vi?etas de Andr¨¦s R¨¢bago, El Roto, hay una que ocupa toda una fachada lateral del edificio sede del peri¨®dico. En ella figura la cabeza de un h¨¦roe de c¨®mic con un antifaz del que sobresale un l¨¢piz a cada lado. ¡°Con los lectores, siempre¡±, escribi¨® en la vi?eta ¡°el mejor editorialista de EL PA?S¡±, como lo califican algunos lectores y tambi¨¦n miembros de la secci¨®n de Opini¨®n.
Imposible mejorar semejante lema para un peri¨®dico que en ese contrato con su comunidad destaca este lapidario principio: ¡°El inter¨¦s del lector prevalece sobre cualquier otro¡±. Pues eso.
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Puede enviar sus cuestiones a defensor@elpais.es
O preguntar en el blog El Defensor del Lector contesta