Agujeros en la memoria
Asusta al escritor la idea de que los peque?os achaques de su retentiva se vuelvan cr¨®nicos y hagan inviable el manejo razonable del idioma, fundamento de su oficio
El escritor no es joven. Tampoco es viejo. Est¨¢ en esa edad, entre Pinto y Valdemoro, en que los autores noveles lo miran como a un ¨¢rbol cercano a la ca¨ªda y los m¨¢s veteranos se emperran en pronosticarle una provisi¨®n todav¨ªa envidiable de futuro. Esta ma?ana le ha sucedido un contratiempo, digamos, laboral. Nada que no se pueda resolver con una ojeada al diccionario. As¨ª y todo, no es la primera vez que le ocurre. Cuidadito, cuidadito. La repetici¨®n le suscita un inquietante sentimiento de suspicacia y temor. ?l, que ha escrito y publicado numerosos libros, de pronto, en medio de una frase,...
El escritor no es joven. Tampoco es viejo. Est¨¢ en esa edad, entre Pinto y Valdemoro, en que los autores noveles lo miran como a un ¨¢rbol cercano a la ca¨ªda y los m¨¢s veteranos se emperran en pronosticarle una provisi¨®n todav¨ªa envidiable de futuro. Esta ma?ana le ha sucedido un contratiempo, digamos, laboral. Nada que no se pueda resolver con una ojeada al diccionario. As¨ª y todo, no es la primera vez que le ocurre. Cuidadito, cuidadito. La repetici¨®n le suscita un inquietante sentimiento de suspicacia y temor. ?l, que ha escrito y publicado numerosos libros, de pronto, en medio de una frase, ha vacilado en escribir la palabra galbana con be o con uve. Cree que en su ¨¦poca de colegial no hubiese tenido la duda. Puede que hace unos meses tampoco. De un tiempo a esta parte nota unos a modo de agujeros en la memoria por donde se le escurren datos, nombres, fechas, que hasta hace poco le ven¨ªan obedientes a la boca o a la mano y ahora se extrav¨ªan cada vez con mayor frecuencia en los intersticios del cerebro. Hay lecturas que, apenas concluidas, no le dejan huella. Esto seguro que le pasa a todo el mundo, se dice en procura de consuelo. Lo asusta la idea de que los peque?os achaques de su retentiva se vuelvan cr¨®nicos y hagan inviable el manejo razonable del idioma, fundamento de su oficio. De lo mismo se duele Rafael Chirbes en una p¨¢gina del persistente ejercicio de quejumbre que representan sus Diarios. En el caso de Chirbes, era rebanada la palabra d¨ªscola que se neg¨® a hacer acto de presencia en un lance del trabajo. Chirbes afirma en su escrito confesional que estos apagones de la memoria son como si el damnificado se marchara de s¨ª mismo. Curiosa equiparaci¨®n que ha llevado al escritor a preguntarse si una sociedad que no levanta una memoria varia y suficiente de su pasado, acaso tambi¨¦n acabe march¨¢ndose de s¨ª misma.