El arte del reparto
Dentro de poco, un algoritmo sociol¨®gico entregar¨¢ el Nobel, si es que no lo hace ya. Y as¨ª sucede con el reparto de series y pel¨ªculas, incluso en las revisiones del pasado
Recientemente, los premios que concede la Asociaci¨®n de la Prensa Extranjera en Hollywood recuperaron parte de su tir¨®n. Su prestigio es exclusivamente comercial, pues son una lanzadera para la campa?a de premios que requiere la industria cinematogr¨¢fica en su promoci¨®n anual. Esa asociaci¨®n de cronistas, difusa y poco transparente, hab¨ªa campado durante a?os entre caprichos, chantajes y una peculiar manera de entende...
Recientemente, los premios que concede la Asociaci¨®n de la Prensa Extranjera en Hollywood recuperaron parte de su tir¨®n. Su prestigio es exclusivamente comercial, pues son una lanzadera para la campa?a de premios que requiere la industria cinematogr¨¢fica en su promoci¨®n anual. Esa asociaci¨®n de cronistas, difusa y poco transparente, hab¨ªa campado durante a?os entre caprichos, chantajes y una peculiar manera de entender la justicia art¨ªstica. Pues bien, tras ser avergonzados por sus faltas, incluida la ausencia absoluta de pluralidad racial entre sus miembros, se lanzaron a la lucha por la supervivencia. Y lo han logrado de manera bien f¨¢cil. Les bast¨® a?adir miembros con otros perfiles y, sobre todo, teledirigir sus galardones de manera mucho m¨¢s plural. Donde antes arrasaban las artes de Harvey Weinstein para la compra de voluntades, ahora se presenta un reparto de galardones casi equitativo entre razas, credos y g¨¦neros. Incluso el ¨²ltimo presentador fue un humorista negro que se permiti¨® bromear sobre el hecho de que Tom Cruise hubiera devuelto sus tres Globos de Oro cuando era urgente trazar un cortafuegos frente al esc¨¢ndalo. Vivimos tiempos de histeria envuelta en indiferencia.
Hay que aplaudir todos los gestos inclusivos, aunque partan de un origen utilitarista. Al fin y al cabo, a lo largo de la historia casi todos los premios los ganan quienes se los trabajan. Por eso las minor¨ªas hacen bien en reclamar su cuota. En aras de la solvencia del negocio, una cosa tan poco racional como los galardones art¨ªsticos resulta que se resuelve de manera cartesiana. Dentro de poco, un algoritmo sociol¨®gico entregar¨¢ el Premio Nobel, si es que no lo hace ya. Y as¨ª sucede con el reparto de series y pel¨ªculas, incluso en las revisiones hist¨®ricas del pasado. Es f¨¢cil apreciar en una recreaci¨®n muy libre del Hollywood de los a?os veinte como la que acomete la pel¨ªcula Babylon ese mismo c¨¢lculo tan solvente como forzado. All¨ª aparece una directora de cine respetada y con medios. Tambi¨¦n una estrella negra del cine musical. Un mexicano triunfador como ejecutivo de estudio. Y hasta los profesores de dicci¨®n y los redactores de intert¨ªtulos son de origen asi¨¢tico. El paisaje es tan de nuestros d¨ªas que conviene entender, de una vez por todas, que no existe ni novela hist¨®rica ni pel¨ªcula de ¨¦poca, sino que ambos g¨¦neros responden a formas retorcidas del relato contempor¨¢neo.
Por extensi¨®n, parece pertinente que una pel¨ªcula espa?ola que se quiera tarantinesca y moderna, si encara la tarea de, por ejemplo, contar la larga reconstrucci¨®n de posguerra, proponga un Gobierno de Franco inclusivo. Mujeres ministras, inmigrantes latinos y africanos como secretarios de Gabinete, y hasta un transexual como secretario general del Movimiento. De no ser as¨ª, podr¨ªa complicarse mucho la financiaci¨®n del proyecto, pues no cumple la rigurosa cuota representativa. Si ya nos enteramos en su d¨ªa de que la reina Isabel la Cat¨®lica pod¨ªa haber sido una joven audaz y liberada, tampoco va a importar mucho el resto de imposturas. El Estado social mejora por el esfuerzo inclusivo, pero el pasado no tiene que responder a la demanda del presente. Precisamente es el cambio lo que deber¨ªamos apreciar, no una acr¨ªtica conversi¨®n de la antropolog¨ªa en un cuento de hadas. El humano evoluciona, un m¨¦rito que conviene valorar m¨¢s que su capacidad para el autoenga?o.