Peligro, hielo quebradizo
La autora de ¡®Chicas e instituciones¡¯, antibelicista, exiliada y acusada por el r¨¦gimen de Putin de ser una ¡°agente extranjera¡±, reflexiona sobre la aplastante acci¨®n de la maquinaria propagand¨ªstica en la vida rusa
Es innegable que reflexionar sobre un texto propio es, en cierto sentido, como jugar en casa, pero un a?o despu¨¦s de la publicaci¨®n de Chicas e instituciones en ruso soy consciente de que puede ser necesario, especialmente una vez que ha sido traducido. Ha sido el a?o de la invasi¨®n militar a gran escala de Ucrania, un a?o de genocidio ucranio y de escalada de la dictadura militar en Rusia. Y ahora, adem¨¢s, el libro es el de una rusa emigrante, agente extranjera que perte...
Es innegable que reflexionar sobre un texto propio es, en cierto sentido, como jugar en casa, pero un a?o despu¨¦s de la publicaci¨®n de Chicas e instituciones en ruso soy consciente de que puede ser necesario, especialmente una vez que ha sido traducido. Ha sido el a?o de la invasi¨®n militar a gran escala de Ucrania, un a?o de genocidio ucranio y de escalada de la dictadura militar en Rusia. Y ahora, adem¨¢s, el libro es el de una rusa emigrante, agente extranjera que pertenece a la resistencia feminista rusa contra la guerra. La cat¨¢strofe, obviamente, no tuvo lugar de la noche a la ma?ana ni surgi¨® de la nada: no faltaban los indicios del avance del fascismo ni del giro hacia la ultraderecha. Antes, cuando alguna de nosotras ¡ªactivistas opositoras o feministas¡ª dec¨ªamos que el r¨¦gimen putinista era fascista, no era extra?o que se riesen de nosotras y nos tildasen de alarmistas. Es terrible haber acabado en una realidad que da la raz¨®n a los alarmistas.
Chicas e instituciones trata del trabajo de las mujeres en las instituciones culturales del Estado ruso. Lo escrib¨ª en el a?o que precedi¨® a la invasi¨®n. Al repasarlo hoy, me doy cuenta de que est¨¢ plagado de presentimientos catastr¨®ficos camuflados por mi humor nervioso y mi murmullo po¨¦tico. La cultura que el aparato estatal putinista pretende instaurar a la fuerza entre la poblaci¨®n es un espejo del r¨¦gimen pol¨ªtico, pero de un tipo en el que el reflejo se ha desincronizado del objeto; un reflejo que, desafiando las leyes de la f¨ªsica, surge con una ligera antelaci¨®n para avisarnos: ¡°Peligro, hielo quebradizo¡±.
El Ministerio de Situaciones de Emergencia hizo circular esta advertencia entre los distintos organismos para que la expusi¨¦ramos en los mostradores, y as¨ª pas¨® a ser una expresi¨®n de culto en nuestro peque?o colectivo de trabajadoras: se convirti¨® en un eufemismo de la censura y la escalada de la locura administrativa. Por aquel entonces, por supuesto, ni imagin¨¢bamos lo lejos que llegar¨ªa esa escalada: en los museos en los que antes mont¨¢bamos exposiciones sobre la historia de las vanguardias sovi¨¦ticas, ahora hay oficinas de reclutamiento militar, mientras que a muchas mujeres las han despedido por firmar peticiones en contra de la guerra y participar en protestas, o por negarse a distribuir propaganda ¡°Z¡± ¡ªla letra Z estaba pintada en los blindados que protagonizaron la invasi¨®n de Ucrania y se ha convertido en un s¨ªmbolo pol¨ªtico¡ª en sus instituciones.
Me vienen ahora a la cabeza dos fragmentos del libro. El primero, un pasaje sobre el concurso de belleza progubernamental Miss Cultura, que gana una participante de ojos y cabello claros quien en la ronda de preguntas da respuestas ¡°correctas¡± (esto es, consensuadas) a las cuestiones sobre Crimea, ocupada por Rusia. Es un texto sobre el nacionalismo y el imperialismo ruso en relaci¨®n con los representantes de los pueblos colonizados y las rep¨²blicas nacionales. La cultura burdamente reducida a ¡°rusa¡± y que ignora su pasado colonial es portadora de genocidio y tiran¨ªa. Las participantes del concurso no comprenden que sus blusas bordadas son atributos culturales ucranios y bielorrusos, y no rusos, por lo que sus trajes ¡°tradicionales rusos¡± son un fake y una apropiaci¨®n absolutos. La narradora menciona de pasada que su aspirante favorita era la joven vestida de t¨¢rtara de Crimea. Esta referencia no es gratuita: los t¨¢rtaros de Crimea han sido y son v¨ªctimas de represiones masivas en Rusia, y durante la Uni¨®n Sovi¨¦tica m¨¢s de una vez sufrieron deportaciones y perdieron su hogar. Entre los presos pol¨ªticos rusos hay muchos activistas representantes del movimiento anticolonial de los t¨¢rtaros de Crimea. En el curso de la guerra actual, los representantes de las rep¨²blicas nacionales han denunciado que la movilizaci¨®n en sus regiones se ha dise?ado como una limpieza ¨¦tnica: buriatos, yakutos, tuvanos, chechenos¡ son raptados y enviados al frente a luchar por el llamado ruski mir, un concepto cultural, geopol¨ªtico y religioso que en la actualidad se asocia a la tesis del Gobierno de que ¡°lo ruso¡± se extiende m¨¢s all¨¢ del territorio de la Federaci¨®n. A quienes se niegan a matar y convertirse en criminales de guerra se les encarcela y somete a torturas.
El segundo fragmento, que versa sobre la obligaci¨®n de todas las instituciones de organizar una celebraci¨®n en clave ¡°patri¨®tico-militar¡± para el 9 de mayo ¡ªaniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial¡ª, anticipa el futuro triunfo del militarismo. ¡°En nuestra programaci¨®n anual figura un acto sobre la guerra y la victoria, pero nosotras no podemos continuar celebrando actos sobre la guerra y la victoria. Estamos cansadas de guerrear y vencer, ver y callar. Hace mucho que queremos hacernos las muertas. Dejadnos morir¡±. Putin ha dedicado muchos esfuerzos a convertir el mito de la Segunda Guerra Mundial y la Gran Victoria sobre el fascismo en una idea nacional. En esa construcci¨®n ideol¨®gica ensarta nuevas guerras y su justificaci¨®n: ¡°Deb¨¦is ir a Ucrania para vencer al fascismo del mismo modo que vuestros bisabuelos vencieron a Hitler¡±. Durante a?os hemos observado de qu¨¦ maneras se inculcaba esa Gran Victoria, y que el frenes¨ª militarista se adue?aba del D¨ªa de la Memoria y el Duelo (22 de junio, aniversario del inicio de la invasi¨®n alemana de la Uni¨®n Sovi¨¦tica) con ni?os desfilando con el eslogan ¡°podemos repetirlo¡±, dirigido como una amenaza a Occidente. El Departamento de Cultura nos encomendaba cada vez m¨¢s actos patri¨®tico-militares, y nosotras hac¨ªamos lo posible por resistirnos. El r¨¦gimen putinista se enfoca hacia el pasado; un pasado que, para colmo, nunca existi¨®. Los parlamentarios rusos se han propuesto luchar por los ¡°valores tradicionales¡± sin que les suponga el menor problema que esas ¡°tradiciones¡± fueran inventadas hace no tanto por los asesores pol¨ªticos de Putin.
Al releer mi texto un a?o despu¨¦s, recuerdo c¨®mo era absorber lo que sucede, interiorizarlo, impregnarte de ello a trav¨¦s del ox¨ªgeno y el agua. ¡°Se me hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil odiar a mi Estado¡±, dice mi protagonista al cabo de unos meses de trabajar en las entra?as estatales. Este pasaje no trata del sometimiento de la voluntad o de c¨®mo un sujeto muta en un objeto: de lo que aqu¨ª se habla es de la metamorfosis parcial que experimentamos nosotras como entes que hac¨ªan posible el funcionamiento de un sistema determinado. Ahora bien, las transformaciones pueden no ser las esperadas: a mis amigas y a m¨ª el choque con la maquinaria estatal nos ha convertido en activistas feministas y antimilitaristas, en disidentes, en agentes extranjeras, en represaliadas pol¨ªticas. Algo que sigue ocurriendo cada d¨ªa: a las chicas se les van quedando peque?as sus instituciones.