Sobre el juicio que podr¨ªa romper internet
La pregunta importante es por qu¨¦ la Corte Suprema elige dos casos sin m¨¦rito, en la v¨ªspera de una nueva campa?a de elecciones generales, cuando hay otros con m¨¢s posibilidades de reformular la responsabilidad de las plataformas digitales
Dos demandas sensacionales contra las redes sociales han llegado a la Corte Suprema estadounidense. Las dos ponen en crisis la secci¨®n 230, una norma de 27 a?os que protege a los servicios de internet de ser responsables de los contenidos que publican los usuarios. Una norma tan fundamental para la red contempor¨¢nea que la han llamado ¡°las 26 palabras que crearon internet¡±.
La secci¨®n 230 est¨¢ vinculada a la neutralidad de la red, ha permi...
Dos demandas sensacionales contra las redes sociales han llegado a la Corte Suprema estadounidense. Las dos ponen en crisis la secci¨®n 230, una norma de 27 a?os que protege a los servicios de internet de ser responsables de los contenidos que publican los usuarios. Una norma tan fundamental para la red contempor¨¢nea que la han llamado ¡°las 26 palabras que crearon internet¡±.
La secci¨®n 230 est¨¢ vinculada a la neutralidad de la red, ha permitido que las plataformas se conviertan en la plaza p¨²blica donde miles de millones de usuarios se expresan libremente. Tambi¨¦n ha permitido que hagan negocio viralizando contenidos perjudiciales para la democracia. Por ejemplo, contenidos sexistas y racistas, campa?as de manipulaci¨®n pol¨ªtica basadas en noticias falsas o contenidos dise?ados para reclutar terroristas. Estos dos casos se refieren a contenidos dise?ados para provocar la clase de ataques terroristas que acabaron con la vida de Nohemi Gonzalez en una terraza de Par¨ªs en 2015 y la de Nawras Alassaf en una discoteca de Estambul en 2017. ISIS reivindic¨® ambos ataques. Ahora los familiares de Gonzalez y Alassaf acusan a Google, Twitter y Facebook de haber promocionado su material de reclutamiento y por tanto de haber sido instrumentales en los ataques y reclaman una compensaci¨®n.
Los argumentos difieren. Gonzalez contra Google considera que, aunque las plataformas no sean responsables de los contenidos subidos por el ISIS, s¨ª que son responsables de amplificar su alcance a trav¨¦s de sus algoritmos de recomendaci¨®n. Twitter contra Taamneh se apoya en una ley antiterrorismo que proh¨ªbe asistir a trav¨¦s de un servicio a cualquier acto de terrorismo en el que pierda la vida un ciudadano estadounidense. Si Twitter pierde su caso y Google pierde el suyo, las consecuencias ser¨ªan inmediatas. Las plataformas quedar¨ªan sujetas a un n¨²mero potencialmente infinito de demandas, no solo de v¨ªctimas del terrorismo sino tambi¨¦n de libelo, delitos contra el honor, etc¨¦tera. Y tambi¨¦n los usuarios: si el algoritmo es responsable de recomendar un contenido, entonces el usuario que retuitea o que vota con un ¡°me gusta¡± es responsable de amplificar el mensaje y asistir al algoritmo de recomendaci¨®n.
Pero no va a ocurrir, porque ninguno de los casos es capaz de mostrar lo necesario, un solo v¨ªdeo del ISIS en YouTube o un solo contenido de Twitter que est¨¦ vinculado a los ataques o haya sido visto por los asaltantes. En el pasado ha habido casos de ni?as muertas por anorexia o suicidio donde el algoritmo de Instagram, Twitter o YouTube les ha servido durante meses contenidos que romantizan el suicidio o la anorexia. Sin ese v¨ªnculo directo, las posibilidades de una resoluci¨®n favorable son pr¨¢cticamente inexistentes.
Peor a¨²n, la acusaci¨®n fue conducida por abogados incapaces de argumentar de forma convincente ninguna de sus premisas sin llegar a conclusiones absurdas. La pregunta importante es por qu¨¦ la Corte Suprema elige dos casos sin m¨¦rito, en la v¨ªspera de una nueva campa?a de elecciones generales, cuando hay otros con m¨¢s posibilidades de reformular la responsabilidad de las plataformas digitales en internet. Si no ser¨¢ una campa?a de inoculaci¨®n para preservar la ¡°neutralidad¡± de la industria que ha propiciado los asaltos a los edificios de gobierno en Estados Unidos y en Brasil.