El da?o que est¨¢n haciendo PSOE y Podemos al 8M
La izquierda tiene que elegir de una vez en qu¨¦ lugar se sit¨²a respecto del feminismo. Junto al ecologismo, ser¨¢ uno de los dos grandes ejes de pensamiento que guiar¨¢ nuestro futuro pol¨ªtico y social
Se aproxima el 8 de marzo y parece que un gran fantasma recorre el feminismo espa?ol. Sucede que ¡°las feministas¡± no nos ponemos de acuerdo, que tenemos l¨ªos monumentales cada vez que hablamos de violencia sexual, de prostituci¨®n, de identidad de g¨¦nero y hasta de pornograf¨ªa. ?Acaso no debiera el feminismo avanzar unido? Todas juntas, que no revueltas, las mujeres, de la mano. Por fort...
Se aproxima el 8 de marzo y parece que un gran fantasma recorre el feminismo espa?ol. Sucede que ¡°las feministas¡± no nos ponemos de acuerdo, que tenemos l¨ªos monumentales cada vez que hablamos de violencia sexual, de prostituci¨®n, de identidad de g¨¦nero y hasta de pornograf¨ªa. ?Acaso no debiera el feminismo avanzar unido? Todas juntas, que no revueltas, las mujeres, de la mano. Por fortuna, la foto no es tan gris ni tan siglo XX. Porque el feminismo no persigue normativizar la realidad, como intentaron las ideolog¨ªas convencionales (y patriarcales) del siglo XX, ni pretende ordenar a priori las sociedades. Desde el debate feminista, podemos, en cambio, observar nuestro alrededor, estudiar nuestra vida y nuestra sociedad y partir de ah¨ª, pensar. Y lo m¨¢s importante, repensar o volver a pensar desde nuevos puntos de vista. El feminismo es la oportunidad del siglo XXI de coser el pensamiento a la experiencia y al cuerpo como ant¨ªdoto contra el ¡°pensamiento ¨²nico¡± pues reivindica nuestro derecho a tener ideas, discutirlas y a cambiarlas cuando nos parezca.
Hoy sabemos adem¨¢s que pensar el mundo y tratar de organizarlo despu¨¦s a la medida de un pensamiento fijo (que acostumbra a no tener en cuenta la realidad que pretende ordenar, excepto para someterla), solo conduce a la degradaci¨®n moral y a la insania. Por eso la misi¨®n del feminismo no tiene por objeto llegar a un acuerdo sobre una definici¨®n cerrada del mundo, en plan ¡°el motor de la historia es la lucha de clases¡± o ¡°la libertad de mercado no produce caos, sino equilibrio¡±. Las ideolog¨ªas que pretend¨ªan encerrar el mundo en argumentos demostrativos han fracasado y eso nos da la oportunidad de volver a pensarlo de una manera abierta. De modo que el feminismo, en cuanto teor¨ªa pol¨ªtica o movimiento social, puede y debe reflexionar y debatir tanto como sea preciso, enfrentarse a los puntos m¨¢s cr¨ªticos y complejos de cualquier discusi¨®n y asimilar que sensibilidades y experiencias distintas pueden producir pensamientos distintos. Las viejas ideolog¨ªas naufragaron en la realidad y con ellas la pretensi¨®n de una ingenier¨ªa social. Por eso el feminismo ser¨¢, junto al ecologismo, uno de los dos grandes ejes de pensamiento que guiar¨¢ nuestro futuro pol¨ªtico y social. Porque a diferencia de los viejos sistemas intelectuales, nos ofrece un modelo de pensamiento que se va construyendo con la experiencia y con el intercambio. Dicho de otro modo: el feminismo permitir¨¢ superar el trauma del ¡°fin de la Historia¡± y colocarnos, por fin, ante el principio de otra historia. Y ya iba siendo hora.
Sus debates vertebrar¨¢n el pensamiento pol¨ªtico de los pr¨®ximos a?os y salvo que triunfe la extrema derecha (que milita expresamente a favor del absentismo intelectual), el poder pol¨ªtico de izquierdas tendr¨¢ que atender a un debate feminista en sus propios t¨¦rminos, genealog¨ªas e intereses. En los pr¨®ximos a?os nos va a tocar pensar c¨®mo nos relacionamos con nuestro cuerpo, c¨®mo articulamos nuestro derecho a la identidad de g¨¦nero o c¨®mo vamos a limitar las relaciones de poder en nuestras relaciones sexuales. Pero tambi¨¦n c¨®mo vamos a organizar el principal espacio de integraci¨®n social (el trabajo), ahora que las mujeres formamos parte de ¨¦l (no en igualdad, pero ya no en minor¨ªa) y que las casas se nos est¨¢n quedando vac¨ªas. Es hora de abordar seriamente el hecho de que cuanto m¨¢s igualitaria es una sociedad, m¨¢s solos est¨¢n nuestros ni?os y mayores. Es, pues, una cuesti¨®n feminista pensar c¨®mo organizaremos el cuidado una vez que las mujeres no vamos a asumir este trabajo de forma resiliente y gratuita por m¨¢s tiempo. Del mismo modo, vamos a tener que acordar qu¨¦ valor simb¨®lico y econ¨®mico damos al cuidado y cu¨¢l ser¨¢ el camino para que las trabajadoras y trabajadores tengamos la capacidad de conciliar realmente una vida profesional con una familiar y/o personal. No olvidemos en este sentido que la lucha de las madres trabajadoras est¨¢ siendo el motor de muchas de las conquistas laborales mixtas de los ¨²ltimos a?os, desde el teletrabajo hasta el permiso por paternidad. Porque, evidentemente, una organizaci¨®n del mundo feminista es algo que ata?e ¡ªy beneficia¡ª directamente a los hombres. Por lo dem¨¢s, puesto que todos nacemos del cuerpo de una mujer, el debate respecto de la regulaci¨®n de la reproducci¨®n exige tambi¨¦n una perspectiva feminista: desde la gestaci¨®n subrogada hasta los derechos gen¨¦ticos de las personas nacidas con semen u ¨®vulos de donante. Por ¨²ltimo, y en tanto que grandes beneficiarios del feminismo, los hombres deber¨¢n ocuparse por s¨ª mismos de averiguar cu¨¢les son las servidumbres a las que el patriarcado los somete. Y actuar ¡ªde una vez¡ª en consecuencia.
Y mientras todo esto sucede, la derecha va a seguir defendiendo abiertamente una ingenier¨ªa social arcaica sobre la base de un liberalismo que produce desigualdades sociales sin freno. No debe extra?arnos en este sentido que la regresi¨®n a modelos cerrados de pensamiento haga de la derecha un espacio enemigo del pensamiento feminista, donde la brecha de g¨¦nero cumple un papel m¨¢s importante que cualquier otro valor ideol¨®gico. Conviene recordar que si algo distingue a los votantes de Vox es que la inmensa mayor¨ªa son hombres. Estoy cansada de escuchar que las disputas feministas favorecen a la extrema derecha, cuando lo que de verdad favorece a la derecha es que la izquierda siga anclada en una forma vieja y cerrada de pensar el mundo cada vez que ocupa posiciones de poder.
Durante el siglo XX, la imagen del mundo fue la imagen de una gran m¨¢quina perfectamente engrasada en la que cada elemento cumpl¨ªa una funci¨®n eficiente. La sorpresa del siglo pasado fue que el mundo no es una m¨¢quina. Y por eso todas las ingenier¨ªas fracasaron. La sorpresa del XXI ser¨¢ que las personas tampoco somos robots y, por tanto, todos los sistemas cerrados de pensamiento o que pretendan normativizar nuestras biograf¨ªas, nuestros cuerpos o nuestra sexualidad, fracasar¨¢n. ?Se han fijado lo herm¨¦ticos que son los discursos de extrema derecha en este sentido? Por sus palabras los conocer¨¦is. El problema es que los partidos pol¨ªticos de izquierdas siguen empe?ados en sacar beneficios electorales de viejos argumentos y de ideolog¨ªas a medio cocer. Un poco como cuando la industria discogr¨¢fica se aferraba al CD sin entender que la m¨²sica estaba sonando en streaming en todas las casas. As¨ª, desde los partidos de izquierdas, se sigue abordando el feminismo como si fuera su periferia ideol¨®gica cuando, en realidad, se ha convertido (junto con el ecologismo) en un eje de cambio y gobernanza fundamental. Es por este motivo que la nefasta gesti¨®n de la ley del solo s¨ª es s¨ª (a¨²n sin resolver) podr¨ªa condenar a perder el gobierno a PSOE y Podemos despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones. Pero no es porque las feministas no se pongan de acuerdo, sino porque una ley que es central y que bombea sangre a todas las estructuras de poder y de integraci¨®n social se est¨¢ comunicando como una trifulca ¡°de las feministas¡± o, peor a¨²n, como un debate entre distintas y viejas ideolog¨ªas. Es decir, cuando la izquierda espa?ola toca poder, insiste en aferrarse a la historia de siempre, renunciando ¡ªtanto en PSOE como en Podemos¡ª a pensar sin miedo, y de una vez, en el comienzo de otra historia. Lo que parecen no sospechar estos partidos es que, o empiezan a pensar emp¨¢tica y rigurosamente sobre la agenda feminista, o perder¨¢n el poder. Porque, puestos a no pensar o a repetir viejas sentencias, la derecha lo hace much¨ªsimo mejor. Las discogr¨¢ficas se resistieron, pero los CDs se extinguieron. La izquierda tiene que elegir de una vez en qu¨¦ lugar se sit¨²a respecto del feminismo. Mientras tanto, las feministas, seguiremos bailando, cada una a su ritmo. La m¨²sica no va a parar.