Por la unidad del feminismo
La desvirtuaci¨®n del movimiento feminista es la peor consecuencia de la divisi¨®n partidista
La celebraci¨®n hoy del D¨ªa Internacional de la Mujer impulsa a la sociedad global a recordar que, tanto en la vida p¨²blica como en la privada, la igualdad entre hombres y mujeres est¨¢ lejos de ser una realidad. Este debiera ser motivo suficiente para dejar en un segundo plano, aunque sea moment¨¢neamente, las muchas diferencias que casi desde el inicio de la actual legislatura han lastrado en Espa?a el enorme capital pol¨ªt...
La celebraci¨®n hoy del D¨ªa Internacional de la Mujer impulsa a la sociedad global a recordar que, tanto en la vida p¨²blica como en la privada, la igualdad entre hombres y mujeres est¨¢ lejos de ser una realidad. Este debiera ser motivo suficiente para dejar en un segundo plano, aunque sea moment¨¢neamente, las muchas diferencias que casi desde el inicio de la actual legislatura han lastrado en Espa?a el enorme capital pol¨ªtico ganado con el estallido reivindicativo de 2018, una movilizaci¨®n sin precedentes que situ¨® a la sociedad espa?ola en la vanguardia de la lucha por el avance de los derechos de las mujeres, pero cuya fuerza se ha visto disminuida por la evidente fractura p¨²blica que vive el feminismo. La desviaci¨®n actual de sus aut¨¦nticos objetivos confunde y desanima a buena parte de su mejor patrimonio: una gran mayor¨ªa de mujeres consciente de la vigencia de una desigualdad estructural.
Son muchos los desaf¨ªos de una agenda global que incluye nuevos estallidos democratizadores, como el protagonizado por los avances vividos en Am¨¦rica Latina o por la movilizaci¨®n de las mujeres de Ir¨¢n, pero tambi¨¦n la pujanza de una ultraderecha que abandera un discurso regresivo, reactivo y apegado a un ¨²nico concepto de familia y a la mujer como estandarte vac¨ªo de las perdidas esencias nacionales. Precisamente por ello, la desigualdad real entre hombres y mujeres deber¨ªa abordarse con determinaci¨®n y altura de miras en un momento de repliegue identitario que amenaza con una peligrosa involuci¨®n. Las divergencias no pueden ser tan profundas como para que las decenas de miles de mujeres que, durante estos a?os, no han dudado en salir a las calles a reivindicar sus derechos y celebrar todo lo conseguido se sientan hoy desmotivadas o excluidas por la instrumentalizaci¨®n partidista y tribal de un movimiento multiforme del que nadie puede ni debe arrogarse la representaci¨®n monopol¨ªstica: nunca ha sido esa la naturaleza de la movilizaci¨®n feminista, transversal e interclasista por definici¨®n.
El camino hacia una radical concepci¨®n igualitaria del mundo es a¨²n demasiado largo como para no buscar consensos que apelen a la unidad m¨¢s all¨¢ del leg¨ªtimo debate en aspectos de detalle que nunca debieron jibarizar un ambicioso programa de futuro. Las mujeres se enfrentan hoy a los efectos negativos de la pandemia, tanto por su mayor nivel de desempleo como por las secuelas causadas por una exposici¨®n m¨¢s intensa al coronavirus, ocasionada por la feminizaci¨®n de muchas ocupaciones relacionadas con la salud y los cuidados, sectores donde las mujeres constituyen el 70% de la fuerza laboral mundial. Es urgente que, junto a la transici¨®n verde y la digital, completemos esa tercera transici¨®n de la que habla hoy una tribuna en nuestras p¨¢ginas de opini¨®n, e incorporemos los cuidados como eje de transformaci¨®n estructural de nuestras econom¨ªas y sociedades.
Tambi¨¦n este a?o celebra el feminismo el quinto aniversario del Me Too, un movimiento que sigue empujando con fuerza el objetivo de acabar con los mecanismos de dominaci¨®n e impunidad que provocaron aquella extraordinaria explosi¨®n. Su onda expansiva permea hoy otros debates esenciales, como la precarizaci¨®n de la vida de las mujeres o su derecho a una participaci¨®n plena en todos los niveles y estructuras de la vida: sociales, econ¨®micos, institucionales y pol¨ªticos. Son esos los objetivos que deber¨ªan estar alineados con los expresados en las calles con motivo del D¨ªa Internacional de la Mujer. En lugar de recoger la fractura para proyectarla en pancartas y esl¨®ganes divisivos, es responsabilidad de todas las organizaciones pol¨ªticas y sindicales encontrar una ancha zona com¨²n para abordar los muchos retos de la agenda feminista donde el trabajo sigue siendo ingente y demasiadas veces invisibilizado en la discusi¨®n p¨²blica de ideas y programas.
El conflicto generacional ha cristalizado en torno a los debates sobre la ¡°fluidez¡± del g¨¦nero, pero tambi¨¦n ante la evidencia de un tiempo de cambios profundos impulsados por las nuevas tecnolog¨ªas. Esas nuevas demandas y realidades tensionan hoy a un movimiento que no puede camuflarse bajo la necesidad pol¨ªtica de un feminismo de oposici¨®n. El salto desde las reivindicaciones a las propuestas, en un Gobierno que mantiene una guerra abierta por la bandera morada, no hace sino agravar irresponsablemente una brecha interna dictada por el viejo juego de los intereses de partido y del oportunismo electoral antes que por la voluntad de afrontar un verdadero debate entre visiones feministas divergentes. Resulta dif¨ªcil entender, por ejemplo, que una ley que garantiza la paridad en la pol¨ªtica y la empresa privada, con listas cremallera y equidad representativa en el Gobierno y en los consejos de administraci¨®n de las grandes empresas y los colegios profesionales, se haya promovido desde el Ministerio de la Presidencia existiendo un Ministerio de Igualdad. Como lo resulta tambi¨¦n que la envergadura de los desaf¨ªos a los que se enfrenta hoy la mayor¨ªa de las mujeres quede opacada por la colonizaci¨®n total de la agenda institucional por las pol¨¦micas que acompa?an a las llamadas ley trans y ley del solo s¨ª es s¨ª, dos iniciativas sobre las que cabe plantear dudas pertinentes de car¨¢cter t¨¦cnico y de contenido, pero cuya necesidad tampoco es cuestionable.
El camino emprendido hacia una concepci¨®n igualitaria del mundo es ya irreversible, al margen del papel que hoy quieran jugar en ¨¦l algunos actores pol¨ªticos contingentes y al margen incluso de la convocatoria dividida de las manifestaciones. Este 8 de marzo de 2023 no ha sabido escarmentar ni corregir la fragmentaci¨®n vivida ya el a?o pasado, cuando el feminismo deber¨ªa ser y querer ser una celebraci¨®n festiva y reivindicativa a la vez para todas las mujeres y hombres de este pa¨ªs.