Mujer
El pr¨®ximo d¨ªa 8 saldremos a reivindicar lo que es de justicia: dignidad econ¨®mica, legal y social para llegar a ser simplemente personas
A las puertas del 8-M cabe recordar que ser mujer no es ni un sentimiento ni una identidad. Una no abre los ojos al mundo dici¨¦ndose ¡°me siento mujer, as¨ª que debo serlo¡±. Tenemos la costumbre de nacer como seres humanos con unas caracter¨ªsticas sexuales que nos vienen dadas y luego ya la cultura se ocupa de articular sobre esas caracter¨ªsticas todo tipo de normas para crear una urdimbre tupida de opresi¨®n, exclusi¨®n y discriminaci¨®n. Porque por alguna raz¨®n que todav¨ªa no alcanzamos a comprender, quienes pertenecen al otro sexo, el correcto y adecuado, se autoproclamaron representantes de la humanidad entera y relegaron a sus compa?eras de especie a un subg¨¦nero m¨¢s cercano a la condici¨®n animal. Es preciso dejar de lado la narcisista man¨ªa de calibrarlo todo desde una ¨®ptica occidental para ver que en casi todo el mundo lo que sigue dominando es precisamente esa red de normas tambi¨¦n conocida como patriarcado. Porque se cree que las mujeres son inferiores (y no porque ellas se sientan muy femeninas) es lo que hace que en Afganist¨¢n est¨¦n siendo sepultadas en vida, en Ir¨¢n duramente represaliadas, en casi todas partes explotadas. Tambi¨¦n aqu¨ª, por supuesto, donde la esclavitud se oculta detr¨¢s de felices t¨¦rminos como temporeras, trabajadoras sexuales o gestaci¨®n subrogada.
As¨ª que no, no somos un sentir ni una identidad porque la identidad se suele adscribir a un grupo concreto con particulares caracter¨ªsticas y las mujeres somos incluso un poco m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n mundial. No tenemos una cultura com¨²n que defender ni pertenecemos a una minor¨ªa ¨¦tnica que se pueda incluir dentro de un surtido mercado de la diversidad. De hecho, casi siempre que nos otorgan una identidad esta suele ser la de nuestros verdugos, la que inventaron para que sigamos sometidas. Ser mujer no es comparable a tener una determinada orientaci¨®n sexual ni una religi¨®n ni un color de piel entre otras cosas porque las mujeres tenemos distintas orientaciones sexuales, colores de piel y religiones. Tampoco somos una categor¨ªa distinta a la ¡°clase obrera¡± ni suponemos una corriente dentro de la defensa de los derechos laborales ni somos una subcategor¨ªa de trabajadoras. Somos la clase trabajadora, sea o no reconocida nuestra fuerza con un salario.
El pr¨®ximo d¨ªa 8 no saldremos a celebrar ninguna fiesta porque no nos empoderan ni la purpurina, ni el maquillaje, ni el hijab, ni el twerking, saldremos a reivindicar lo que es de justicia: dignidad econ¨®mica, legal y social para llegar a ser simplemente personas.
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