Un mapa de ti mismo
Alg¨²n d¨ªa estaremos de pie contemplando el mapa de nuestro propio cerebro, con sus 86.000 millones de neuronas y todas las sinapsis entre ellas, y nos preguntaremos como en la par¨¢bola de la pecera: ?d¨®nde estoy yo?
?D¨®nde est¨¢s? No me refiero a en qu¨¦ ciudad o en qu¨¦ l¨ªnea de metro, sino a d¨®nde est¨¢ eso que llamas yo, a qu¨¦ lugar ocupa en tu cuerpo tu sentido de existir, de percibir el mundo, de pensar sobre ¨¦l. D¨¦jame adivinarlo: est¨¢ en alg¨²n lugar detr¨¢s de tus ojos y entre tus dos orejas. As¨ª lo sentimos todos. Pero eso es solo porque la luz nos entra por los ojos y el sonido por las orejas. Imagina ahora que un cirujano maligno te extrae el cerebro y lo mete en una pecera conservando todas sus conexiones con tus ojos, tus o¨ªdos y dem¨¢s. Puestos a imaginar, sup¨®n que est¨¢s ah¨ª de pie, mirando tu pro...
?D¨®nde est¨¢s? No me refiero a en qu¨¦ ciudad o en qu¨¦ l¨ªnea de metro, sino a d¨®nde est¨¢ eso que llamas yo, a qu¨¦ lugar ocupa en tu cuerpo tu sentido de existir, de percibir el mundo, de pensar sobre ¨¦l. D¨¦jame adivinarlo: est¨¢ en alg¨²n lugar detr¨¢s de tus ojos y entre tus dos orejas. As¨ª lo sentimos todos. Pero eso es solo porque la luz nos entra por los ojos y el sonido por las orejas. Imagina ahora que un cirujano maligno te extrae el cerebro y lo mete en una pecera conservando todas sus conexiones con tus ojos, tus o¨ªdos y dem¨¢s. Puestos a imaginar, sup¨®n que est¨¢s ah¨ª de pie, mirando tu propio cerebro sumergido en la pecera. ?D¨®nde est¨¢ ahora tu yo? Seguramente estar¨¢ en la pecera, ?no? Eso es lo que te dice todo lo que sabes de neurolog¨ªa, sea mucho o poco. Pero no es lo que t¨² sientes. T¨² crees seguir estando detr¨¢s de tus ojos y entre tus dos orejas. ?O no? El fil¨®sofo Daniel Dennett plante¨® algo parecido en los a?os noventa, pero no lo encuentro.
Estos d¨ªas hemos conocido un avance asombroso de la neurociencia, el mapa completo del cerebro de una larva de mosca, con sus 3.016 neuronas y las 548.000 conexiones (sinapsis) que forman entre ellas. Eso es 30 millones de veces menos que un cerebro humano, pero con toda su modestia debe ser capaz de permitir a la larva orientarse hacia la luz, guiarse por el olor hacia un alimento y recordar d¨®nde est¨¢ cuando tiene que volver a ¨¦l, o para evitar un peligro. No es una pieza suelta de software, sino un sistema integrado y autoconsistente que organiza el comportamiento de un individuo aut¨®nomo. Toda esa complejidad vital debe forzosamente estar ah¨ª, en el mapa completo de las neuronas y sus sinapsis (el conectoma) que han dibujado los cient¨ªficos de Cambridge.
La mala noticia es que todav¨ªa no sabemos leer el mapa. Es muy probable que todos los datos necesarios para entender el comportamiento de la larva est¨¦n ya ah¨ª, delante de nuestros ojos. Pero la informaci¨®n no basta. Necesitamos convertirla en conocimiento. Leer el genoma humano, dec¨ªa Sydney Brenner, es un logro comparable a llevar un hombre a la Luna, pero falta lo m¨¢s dif¨ªcil, que es traerle de vuelta. En su met¨¢fora, traerle de vuelta significa entender el genoma, capturarlo, aprender a leerlo. Lo que ocurr¨ªa con el genoma vuelve a ocurrir con el conectoma: que necesitamos convertir la informaci¨®n en conocimiento.
Pero Brenner era radical. Lo cierto es que entenderlo todo hasta su mism¨ªsimo n¨²cleo l¨®gico no es necesario para empezar a utilizarlo. Y el tama?o del organismo investigado crecer¨¢ con seguridad en el futuro, porque no hay ning¨²n problema de principio. Es cuesti¨®n de inversi¨®n. Cartografiar el cerebro del rat¨®n puede llevar 15 a?os y mil millones de d¨®lares, y para la especie humana habr¨ªa que multiplicar esas cifras por alg¨²n factor desconocido.
Pero alg¨²n d¨ªa estaremos de pie contemplando el mapa de nuestro propio cerebro, con sus 86.000 millones de neuronas y todas las sinapsis entre ellas, y nos volveremos a preguntar como en la par¨¢bola de la pecera: ?d¨®nde estoy yo? La raz¨®n te dir¨¢ que t¨² eres ese mapa inextricable de neuronas y sinapsis, nodos y nexos, pero t¨² seguir¨¢s estando detr¨¢s de tus ojos y entre tus dos orejas, ?no?