Los europeos no sabemos dejar propina
Una camarera neoyorquina tiene que cerrar su cuenta despu¨¦s de sugerir que somos unos taca?os
Una de las escenas m¨¢s recordadas de Reservoir Dogs es la de las propinas. El se?or Rosa (Steve Buscemi) se niega a dejar un d¨®lar, como sus compa?eros: ¡°No doy propinas. No creo en eso¡±. El personaje intenta dar sus razones, pero al final queda como un ¡°maldito taca?o¡± y tiene que soltar el billete, igual que los dem¨¢s.
El debate que planteaba Quentin Tarantino en su pel¨ªcula de 1992 sigue exactamente donde lo dej¨®, a juzgar por lo que le ha ocurrido a una camarera neoyorquina que hace unos d¨ªas decidi¨® mostrar su enfado por la taca?er¨ªa (para ella) de unos clientes: ¡°Tenemos qu...
Una de las escenas m¨¢s recordadas de Reservoir Dogs es la de las propinas. El se?or Rosa (Steve Buscemi) se niega a dejar un d¨®lar, como sus compa?eros: ¡°No doy propinas. No creo en eso¡±. El personaje intenta dar sus razones, pero al final queda como un ¡°maldito taca?o¡± y tiene que soltar el billete, igual que los dem¨¢s.
El debate que planteaba Quentin Tarantino en su pel¨ªcula de 1992 sigue exactamente donde lo dej¨®, a juzgar por lo que le ha ocurrido a una camarera neoyorquina que hace unos d¨ªas decidi¨® mostrar su enfado por la taca?er¨ªa (para ella) de unos clientes: ¡°Tenemos que prohibir a los europeos que viajen aqu¨ª hasta que aprendan a comportarse¡±, tuite¨®, mostrando una cuenta de 694,62 d¨®lares con una propina de 70, poco m¨¢s del 10 por ciento y por debajo del 20 por ciento habitual en Estados Unidos. Seg¨²n tuite¨® m¨¢s tarde, eran espa?oles.
Como era de esperar, su publicaci¨®n provoc¨® un enfrentamiento entre tuiteros estadounidenses y europeos con miles de respuestas, algunas graciosas, muchas iracundas y unas cuantas crueles. Normal que la tuitera acabara cerrando su cuenta.
Los tuiteros europeos dec¨ªan, no sin raz¨®n, que quien debe pagar el sueldo a los camareros es el due?o del local, y no los clientes, y que un sistema en el que el sueldo depende de factores impredecibles como el humor de los comensales es absurdo. Entre los comentarios espa?oles se col¨® adem¨¢s bastante cachondeo. Por ejemplo, un tuitero aseguraba que aqu¨ª habr¨ªamos redondeado a 695 y habr¨ªamos pedido unos chupitos.
La camarera y los estadounidenses que la apoyaban dec¨ªan, no sin raz¨®n, que ella no puede cambiar el sistema econ¨®mico estadounidense por arte de magia y en quince minutos. No sal¨ªamos bien parados en sus tuits: uno de sus compatriotas compart¨ªa un sketch en el que un cliente con acento alem¨¢n se queja de que le han servido un ¡°asqueroso dilema moral¡±, parodiando los sermones que sueltan los turistas europeos que no han consultado la Lonely Planet antes de subirse al avi¨®n.
Todo esto no quita que las propinas sean arbitrarias e injustas. En Estados Unidos han llegado al punto de que el m¨ªnimo es el 20 por ciento, pero en otros pa¨ªses, como Jap¨®n, est¨¢n mal vistas. Pero es que en Estados Unidos tampoco tuvieron siempre buena fama: a finales del siglo XIX, muchos consideraban que se trataba de una costumbre antidemocr¨¢tica y se lleg¨® a prohibir en seis Estados, sobre todo porque a muchos trabajadores, en su mayor¨ªa esclavos reci¨¦n liberados, se les ofrec¨ªan trabajos cuyo ¨²nico sueldo eran estas monedillas sueltas.
Adem¨¢s, no somos nada racionales cuando las dejamos. Hay estudios que muestran que nos mostramos m¨¢s generosos si nos atiende alguien atractivo o si nos dejan un caramelo con la cuenta. Tambi¨¦n dejamos menos propina si la comida no nos gusta, lo que no es culpa del camarero, y tenemos en cuenta cu¨¢nto ha costado la cena, lo que no tiene sentido porque no s¨¦ hasta qu¨¦ punto cuesta m¨¢s trabajo servir unas ostras que una pechuga de pollo. Tampoco est¨¢ nada claro a qui¨¦n y por qu¨¦ dejamos propina: por ejemplo, ?por qu¨¦ no hay propina para los libreros que nos recomiendan una novela?
Total, que lo l¨®gico ser¨ªa eliminar este sistema arbitrario y que cada uno cobre lo que le corresponde. Pero, como suger¨ªa la tuitera estadounidense, si ahora dejamos de dar propina solo perjudicamos a los camareros, el due?o a lo mejor ni se entera. Por lo que estamos metidos en una situaci¨®n parad¨®jica: las propinas son lo peor, pero es a¨²n peor no dejarlas.
Aunque, en fin, aqu¨ª en Espa?a los camareros muchas veces no tienen ni contratos decentes ni propinas aceptables. As¨ª que tampoco es que podamos dar lecciones, por mucho que en Twitter las demos todas. Y a veces incluso alguna m¨¢s, de propina.