Despu¨¦s del ¡®v¨ªa crucis¡¯
Ione Belarra e Irene Montero est¨¢n obligadas a sacudirse la tutela pero tambi¨¦n monetizar, como ha hecho Yolanda D¨ªaz, su presencia en el primer Gobierno de coalici¨®n de nuestra democracia. Quiz¨¢ el error sea aumentar la presi¨®n sobre ellas hasta convertirla en insoportable
La pausa de la Semana Santa ha dotado de un poco m¨¢s de suspense a la decisi¨®n final de Podemos sobre su posible uni¨®n con otros partidos de izquierda bajo la candidatura de la ministra de Trabajo Yolanda D¨ªaz. La aspiraci¨®n de Sumar, que as¨ª se llama con toda intenci¨®n ...
La pausa de la Semana Santa ha dotado de un poco m¨¢s de suspense a la decisi¨®n final de Podemos sobre su posible uni¨®n con otros partidos de izquierda bajo la candidatura de la ministra de Trabajo Yolanda D¨ªaz. La aspiraci¨®n de Sumar, que as¨ª se llama con toda intenci¨®n esta agrupaci¨®n reci¨¦n nacida, es atraer a todo votante situado a la izquierda de Pedro S¨¢nchez. El espacio no es infinito, pero la pol¨ªtica espa?ola actual no ofrece la posibilidad de gobiernos en solitario, as¨ª que los partidos hasta ahora hegem¨®nicos dependen de la fuerza y el tino de sus posibles socios de coalici¨®n. Quien mejor sepa sumar en el extrarradio del sistema se llevar¨¢ el gato al agua en el mes de diciembre, cuando lleguen las Elecciones Generales. Sobre Podemos se focaliza una presi¨®n algo desmesurada, pero en la ¨²ltima d¨¦cada si de algo ha ido sobrada la izquierda espa?ola es de sobreactuaci¨®n. El caudillismo, el dogmatismo, el sectarismo y el oportunismo del que tantas veces acusaron a la derecha lo han sabido encarnar sin apenas despeinarse el halo beat¨ªfico.
Concedamos que comparado con el ¨¦xito malgastado y la autodemolici¨®n concienzuda de Ciudadanos, el caso de Podemos se podr¨ªa estudiar como ejemplo de esfuerzo logrado. Su entrada en la coalici¨®n de gobierno, pese a los baches y la cotidiana b¨²squeda del espacio propio, se ha resuelto con un m¨¢s que razonable resultado. Para much¨ªsimos votantes de la izquierda, la presencia de Podemos en los Consejos de Ministros ha logrado deslizar hacia medidas m¨¢s sociales y de integraci¨®n a unos socialistas que por inercia se dejaban llevar demasiado a menudo por la comodidad de un liberalismo de serie y una falta de regulaci¨®n clamorosa que permite que fondos buitres y negocios de capital riesgo se hagan con servicios b¨¢sicos para la ciudadan¨ªa. El mejor bagaje es haber atemperado el impacto sobre las clases desfavorecidas de la alta inflaci¨®n y la crisis pand¨¦mica. Quiz¨¢ lo m¨¢s absurdo es ver la presencia casi constante que Pablo Iglesias proyecta sobre su propio partido, incluso despu¨¦s de haber dejado la direcci¨®n. Su gesto de inteligencia al comprender que estimulaba m¨¢s los votos en contra que a favor no se ha correspondido con un papel m¨¢s prudente. Aparenta capitalizar Podemos para su agenda personal.
Es ah¨ª donde las figuras de Ione Belarra e Irene Montero cobran fuerza. La primera es pol¨ªtica fajadora, y en los ¨²ltimos meses su liderazgo ha sido llano y prudente. El caso de Irene Montero es distinto. M¨¢s all¨¢ de los errores y la falta de cintura al frente de Igualdad, el castigo dirigido contra ella es un ejemplo del fan¨¢tico triturado personal que tanto gusta en nuestro pa¨ªs. No se recuerda tal sa?a y brutalidad contra nadie, ya sea en el Parlamento, en las tertulias o en las columnas de prensa. Toda esa desmesura, incluidos bulos personales y acoso vecinal, la convierten en superviviente del v¨ªa crucis. Pero el momento actual de negociaciones preelectorales la fuerzan a ella y a Belarra a un ejercicio a¨²n m¨¢s complejo. Est¨¢n obligadas a sacudirse la tutela, pero tambi¨¦n monetizar, como ha hecho Yolanda D¨ªaz, su presencia en el primer Gobierno de coalici¨®n de nuestra democracia. Quiz¨¢ el error sea aumentar la presi¨®n sobre ellas hasta convertirla en insoportable. Toda persona agradece una mano tendida, salvo que rechazarla signifique que esa misma mano las estrangular¨¢.