Las divisiones de la izquierda
Si Podemos ha podido gobernar cuatro a?os con el PSOE (y viceversa), ser¨ªa extraordinario que no alcanzara un acuerdo con Sumar (y viceversa, ser¨ªa ins¨®lito que Sumar no consiguiera atraer a Podemos a su proyecto)
A quien no est¨¦ muy metido en las ¡°movidas¡± de la izquierda, probablemente le resulte incomprensible que en el lanzamiento de la candidata de Sumar, Yolanda D¨ªaz, elegida por el propio Pablo Iglesias en el momento de su dimisi¨®n como secretario general de Podemos, no estuvieran los dirigentes del partido morado (bueno, a algunos se les vio, incluyendo diputados nacionales y l¨ªderes de algunos territorios, que fueron por libre). El l¨ªo aumenta porque s¨ª acudieron los l¨ªderes de En Com¨² Podem, al igual que Izquierda Unida, socio de la coalici¨®n con Podemos (Unidas Podemos) y coalici¨®n a su vez de diversas fuerzas, con el PCE como actor principal. Tambi¨¦n estuvieron en el acto de presentaci¨®n los l¨ªderes de M¨¢s Pa¨ªs (y su advocaci¨®n madrile?a, M¨¢s Madrid), algunos de los cuales fueron socios fundadores de Podemos. M¨¢s una larga de lista de otros grupos, unos con relaciones pasadas con Podemos, otros sin ellas.
Traten de explicarle todo esto a un extranjero (de izquierdas o de derechas). Primero tendr¨¢ que familiarizarse con los distintos l¨ªderes y sus vaivenes partidistas. Pero luego, una vez que sepa qui¨¦n es cada uno, tendr¨¢ que hacer un cursillo intensivo para entender que Podemos se neg¨® a ir porque exig¨ªa acordar el procedimiento de las primarias antes del acto de presentaci¨®n de Yolanda D¨ªaz el pasado domingo, como si el acuerdo sobre una cuesti¨®n procedimental fuera m¨¢s importante que el lanzamiento de la candidatura y la inyecci¨®n de moral que habr¨ªa supuesto en el electorado progresista la colaboraci¨®n de todas las partes para las elecciones municipales y auton¨®micas del pr¨®ximo mes. Seg¨²n lo entiendo, Podemos se ha equivocado. Incluso si tuviera raz¨®n en sus exigencias, cosa que no discuto, va contra sus intereses en estos momentos aparecer como el partido cascarrabias que se enfada con todos los dem¨¢s y que pone freno a un proyecto nuevo que despierta una ilusi¨®n considerable en el electorado progresista.
Tratemos de situar el conflicto en una perspectiva amplia. Las divisiones en la izquierda son un cl¨¢sico. La Primera Internacional, la Asociaci¨®n Internacional de Trabajadores, creada en 1864, se rompi¨® por las divergencias entre socialistas y anarquistas. Estos ¨²ltimos fundaron su propio grupo. La segunda Internacional fue la socialdem¨®crata y dur¨® hasta la Primera Guerra Mundial: la unidad se rompi¨® por la cuesti¨®n nacional, cada partido decidi¨® alinearse con su Estado en el conflicto que enfrent¨® a las potencias europeas. En 1951 reapareci¨® con el nombre de Internacional Socialista, hasta hoy. La tercera Internacional, la Komintern, fue la comunista, fundada por la URSS en 1919 y refundada por Stalin en 1947 como Kominform. Y a¨²n surgir¨ªa otra m¨¢s, la Cuarta Internacional, que agrupaba a los partidos trotskistas. Y luego est¨¢ la ruptura entre el estalinismo y el mao¨ªsmo (este ¨²ltimo con sus propias variedades, como la albanesa), sin que debamos olvidar el marxismo-leninismo doctrina zuche de Corea del Norte o el pensamiento Camarada Gonzalo como versi¨®n espec¨ªfica del marxismo-leninismo-mao¨ªsmo. Podr¨ªamos continuar con corrientes como el ¡°titismo¡± en Yugoslavia y el socialismo de los pa¨ªses no alineados¡ En fin, la historia de la izquierda es la historia de sus interminables divisiones.
?De d¨®nde procede esta pulsi¨®n divisiva? A veces, sobre todo desde la izquierda, se defiende la tesis de que en realidad la izquierda se divide porque no tiene una voluntad de poder tan fuerte como la derecha. La derecha, seg¨²n este argumento, no act¨²a con demasiados escr¨²pulos, s¨®lo quiere gobernar para defender sus privilegios y, en consecuencia, resuelve r¨¢pida y expeditivamente la cuesti¨®n de la unidad. En cambio, la izquierda se mueve por ideales y por eso es incapaz de actuar pragm¨¢ticamente.
Esta tesis puede servir de consuelo para las izquierdas, pero tiene el inconveniente de no resultar convincente. La clave no puede estar en la voluntad de poder, que es intr¨ªnseca a la pol¨ªtica y, por tanto, atraviesa a todos los partidos, cualquiera que sea su ideolog¨ªa. Por definici¨®n, quien se mete en pol¨ªtica y ocupa posiciones de liderazgo lo hace con el fin de alcanzar el poder y promover los intereses e ideas que defiende. Aunque el liderazgo se puede ejercer de muchas maneras, m¨¢s suaves unas, m¨¢s f¨¦rreas otras, la motivaci¨®n ¨²ltima es siempre la b¨²squeda del poder.
No obstante, s¨ª hay algunas diferencias importantes entre las izquierdas y las derechas. Las primeras son m¨¢s ambiciosas en sus objetivos, sobre todo las m¨¢s radicales. El fin ¨²ltimo de las izquierdas no es precisamente modesto, ni m¨¢s ni menos que la emancipaci¨®n del g¨¦nero humano de las m¨²ltiples servidumbres que padece. Soy consciente de que hablar en estos t¨¦rminos puede resultar un poco rid¨ªculo en tiempos descre¨ªdos, pero, en su origen, el ideal de la izquierda era acabar con toda forma de explotaci¨®n, privilegio e injusticia, de forma que cada ser humano llegue a tener los recursos y las oportunidades para llevar a cabo una vida aut¨®noma y libre. El sentimiento de superioridad moral que desarrollan las izquierdas con respecto a las derechas nace justamente de esos fines sublimes.
La carga moral y pol¨ªtica que se echa encima el izquierdista es bastante pesada. Por eso, porque a su entender hay tanto en juego en la pr¨¢ctica pol¨ªtica, las consecuencias de estar equivocado pueden ser fatales. Y, por eso mismo, no hay nada peor para un izquierdista que un camarada con ideas err¨®neas. No deber¨ªa entonces sorprender ni el dogmatismo ante ciertas posturas ni la intransigencia absoluta hacia quien piensa diferente. Los conflictos internos en el seno de las izquierdas han sido hist¨®ricamente terribles, de una violencia espantosa. Recuerden La confesi¨®n de Artur London, el asesinato de Trotski encargado por el r¨¦gimen estalinista, la Revoluci¨®n Cultural en China, los juicios de Mosc¨² en 1936-38, el asesinato de Gabriel Trilla por el PCE en 1945 y un largo etc¨¦tera.
El sectarismo ideol¨®gico ha ido moder¨¢ndose, afortunadamente. Ya no se asiste a esos enfrentamientos virulentos. Sin embargo, siguen quedando rescoldos e inercias sectarias. La coalici¨®n de Gobierno dirigida por Pedro S¨¢nchez ha funcionado bastante mejor de lo que esperaban muchos analistas. La opini¨®n m¨¢s com¨²n era que no iba a durar, que no conseguir¨ªa haber acuerdos en las grandes cuestiones y ser¨ªa necesario anticipar las elecciones. No ha sido as¨ª. Con todo, en los momentos dif¨ªciles, cuando la tensi¨®n ha subido, se ha podido percibir la desconfianza de d¨¦cadas entre las familias pol¨ªticas de origen socialdem¨®crata y comunista.
Podemos es un partido muy joven, pero en estos a?os se han producido numerosos abandonos, ha habido tambi¨¦n m¨²ltiples casos de dirigentes que han ca¨ªdo en desgracia y se han consumado escisiones importantes. Basta comparar la pluralidad original en 2015 con el cierre de filas actual. El acoso sufrido por Podemos (incluyendo operaciones de espionaje y difamaci¨®n realizadas desde las cloacas del Estado) explica en buena medida el repliegue de estos ¨²ltimos a?os, aunque algo de su propia cosecha ha puesto el equipo dirigente, ser¨ªa absurdo negarlo. Ahora bien, si Podemos ha podido gobernar cuatro a?os con el PSOE (y viceversa), ser¨ªa verdaderamente extraordinario que no pudiera alcanzar un acuerdo con la plataforma Sumar (y viceversa, ser¨ªa ins¨®lito que Sumar no consiguiera atraer a Podemos a su proyecto). La cosa ha empezado con un desencuentro, pero eso, en la historia de las izquierdas, es una an¨¦cdota menor.
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