La dif¨ªcil tarea de asimilar el mundo
El rasgo que distingue nuestra ¨¦poca, m¨¢s que la incertidumbre es la velocidad. La incertidumbre la van cambiando; la velocidad no
Han pedido a tres personas que escuchen una serie de p¨®dcasts durante varias horas y las han expuesto a un aparato para leer las mentes al que, por no llamarlo as¨ª, han llamado de otra manera, m¨¢s sofisticada: descodificador sem¨¢ntico. A los inventos les pasa lo mismo que a las operaciones policiales, que a los grandes juicios: necesitan una expresi¨®n que sirva, a la vez, de nombre y de eufemismo, como sucede con la inteligencia artificial. Podr¨ªa ser uno de los macrojuicios por los que desfilan insignes corrupt...
Han pedido a tres personas que escuchen una serie de p¨®dcasts durante varias horas y las han expuesto a un aparato para leer las mentes al que, por no llamarlo as¨ª, han llamado de otra manera, m¨¢s sofisticada: descodificador sem¨¢ntico. A los inventos les pasa lo mismo que a las operaciones policiales, que a los grandes juicios: necesitan una expresi¨®n que sirva, a la vez, de nombre y de eufemismo, como sucede con la inteligencia artificial. Podr¨ªa ser uno de los macrojuicios por los que desfilan insignes corruptos ¨Del famoso caso inteligencia artificial, dir¨ªa la prensa¨D, podr¨ªa ser un ¨¢rbitro de primera divisi¨®n y hasta una asignatura de 20 cr¨¦ditos, pero por lo pronto solo es eso, inteligencia artificial: la tecnolog¨ªa que opera a personas o redacta art¨ªculos y trabajos, en camino de tener sus propios sentimientos y a la que se dirigir¨¢ un d¨ªa un ser humano solo con pensarlo, sin siquiera teclear, para que la m¨¢quina le explique lo que son la alegr¨ªa y la pena.
Sostienen sus creadores que el descodificador sem¨¢ntico podr¨¢ usarse a la larga en personas con problemas del habla, para que logren hacerse entender sin recurrir a las palabras. No cuentan el resto de usos que se intuyen para el invento, porque si lo dijeran todo no nos har¨ªan falta los eufemismos. Y eso no: este mundo sin privacidad deb¨ªa ocultar a¨²n algunas cosas. C¨®mo podr¨ªa triunfar el porno si no nos quedara algo de erotismo, aunque fuera por contraste.
Ocurre que los nombres van tarde, que van tarde las regulaciones y los debates. Va tarde la sociedad mientras unos pocos corren sin parar, corren como Forrest Gump. Ocurre que acaban de descubrir un aparato que entiende a personas que no hablan y traduce en textos sus razonamientos pero estamos en otras cosas, tanto en las discusiones p¨²blicas como en las administrativas, ahogadas en burocracias; y cuando un gobierno o un organismo o una sola persona se plantea c¨®mo hay que afrontar una transformaci¨®n de esa magnitud es ya tarde porque ya habr¨¢ otra transformaci¨®n que la supere, otra que seamos incapaces de imaginar. Ese es el rasgo que distingue nuestra ¨¦poca, m¨¢s que la incertidumbre: la velocidad. La incertidumbre la van cambiando; la velocidad no. Como mucho, la aumentan para ir m¨¢s deprisa, en una especie de nuevo capitalismo que no consiste en crecer, sino en crecer corriendo. Lo que internet cambi¨® en una d¨¦cada, el Chat GPT lo est¨¢ alterando en un pesta?eo.
A la que empiezas a entender un descubrimiento, llega la noticia de otro. A la que quieres contrastar un movimiento, surge uno que lo anula. ?Qu¨¦ ser¨¢, pues, de la moral? Una moral sin pausa ni tiempo de asimilar dif¨ªcilmente podr¨¢ serlo: no hay moral con prisas. Ser¨¢ por eso que quieran leer los pensamientos, porque no quedar¨¢ margen para articularlos. ¡°Comprender exig¨ªa un esfuerzo enorme y permanecer fiel a las propias convicciones requer¨ªa un coraje inmenso¡±, escribi¨® Stefan Zweig. Lo escribi¨®, claro, en El mundo de ayer.