Ma?ana
Cuando me meto en la cama, siento que, a miles de kil¨®metros, en una cama semejante a la m¨ªa, se acaba de acostar un tipo como yo con el que intento, sin lograrlo, mantener una charla telep¨¢tica
Salgo a caminar temprano, cuando la delgada capa de niebla pegada al suelo empieza a levantarse como una s¨¢bana de seda. El parque, en esta zona, se parece mucho al jard¨ªn de una ciudad japonesa que visit¨¦ hace a?os. Dir¨ªa que es id¨¦ntico. Durante el resto del paseo, pienso con un temor no ret¨®rico en la posibilidad de hallarme en una especie de Jap¨®n amadrile?ado o quiz¨¢ en un Madrid japonizado....
Salgo a caminar temprano, cuando la delgada capa de niebla pegada al suelo empieza a levantarse como una s¨¢bana de seda. El parque, en esta zona, se parece mucho al jard¨ªn de una ciudad japonesa que visit¨¦ hace a?os. Dir¨ªa que es id¨¦ntico. Durante el resto del paseo, pienso con un temor no ret¨®rico en la posibilidad de hallarme en una especie de Jap¨®n amadrile?ado o quiz¨¢ en un Madrid japonizado.
De regreso a las calles pr¨®ximas a mi hogar, observo los edificios y se parecen tambi¨¦n a los de un barrio de aquel pa¨ªs asi¨¢tico. Hay poca gente en la calle, pero me cruzo con una mujer que lleva gafas de sol, aunque la luz todav¨ªa es escasa. ?Intenta ocultar sus ojos rasgados? Me inquieta la idea de entrar en casa y encontrarme con una esposa japonesa y unos hijos japoneses y un gato japon¨¦s. Podr¨ªa estar so?ando, pero hago varias comprobaciones y concluyo que no.
Ya en la puerta de mi domicilio, introduzco la llave en la cerradura y entro y todo va bien. La cocina es la de siempre, aunque hoy me resulta un poco artificial, como si se tratara de una copia. En esto, llega mi mujer y le pregunto si le apetece un caf¨¦. Dice que s¨ª, que con leche. Me sorprende la puntualizaci¨®n (¡°con leche¡±), pues s¨¦ que los toma siempre as¨ª. ?Podr¨ªa esconderse bajo su apariencia f¨ªsica, que es la habitual, otra persona que la imita?
El resto de la jornada transcurre como el de cualquier otro martes, en parte porque yo mismo intento imitarme para aliviar un sentimiento de disociaci¨®n inc¨®modo. Es como si hubieran reproducido aqu¨ª una situaci¨®n de all¨ª; tal vez all¨ª, una de aqu¨ª. Cuando me meto en la cama, siento que, a miles de kil¨®metros, en una cama semejante a la m¨ªa, se acaba de acostar un tipo como yo con el que intento, sin lograrlo, mantener una charla telep¨¢tica. Luego cierro los ojos. ?D¨®nde despertaremos ma?ana?