Ayudar en casa
Mientras hacemos la revoluci¨®n o la socialdemocracia, habr¨¢ que fregar los cacharros. Y lo suyo es hacerlo de la manera m¨¢s equitativa posible
Igualdad va a lanzar una aplicaci¨®n para contabilizar el reparto de las tareas en los hogares y se ha armado un foll¨®n, como casi siempre que hacen algo. Les ha pasado como a Pedro y el lobo, as¨ª que en cuanto han anunciado el proyecto, tertulianos y opin¨®logos, con sueldo y sin ¨¦l, han montado en c¨®lera.
Dicen que les inquieta que el Estado almacene sus datos sobre limpieza, una pega curiosa, pues a pocos les preocupa que Google sepa cada...
Igualdad va a lanzar una aplicaci¨®n para contabilizar el reparto de las tareas en los hogares y se ha armado un foll¨®n, como casi siempre que hacen algo. Les ha pasado como a Pedro y el lobo, as¨ª que en cuanto han anunciado el proyecto, tertulianos y opin¨®logos, con sueldo y sin ¨¦l, han montado en c¨®lera.
Dicen que les inquieta que el Estado almacene sus datos sobre limpieza, una pega curiosa, pues a pocos les preocupa que Google sepa cada paso que dan o que Pornhub conozca sus fantas¨ªas mejor que su pareja. Se quejan de que ya est¨¢ la ?ngela, que cuando habla sube el Pam, metiendo el hocico en nuestros asuntos. Deben pensar que la app es de descarga obligatoria, que si uno no se la baja y registra que ha sacado el lavavajillas se le van a aparecer las tres brujas para ajusticiarlo. Las del friegasuelos.
No hay que ser ninguna lumbrera para saber de d¨®nde ha sacado el ministerio la inspiraci¨®n: de esas discusiones de pareja que acaban con un folio dividido en dos columnas para apuntar las tareas que uno y otro desempe?an. En general, esto suele venir precedido por las quejas de uno, que considera que el otro hace menos de lo que deber¨ªa. En concreto, suele ser la miembra la que se queja, y se suele quejar con raz¨®n: seg¨²n los ¨²ltimos datos del INE, el 76,5% de las mujeres se encarga de la mayor parte de las tareas dom¨¦sticas, frente al 23,5% de los hombres. Como curiosidad, los municipios de m¨¢s de 50.000 habitantes en los que hay un mayor porcentaje de hombres que no hacen ni el huevo son El Ejido, Ceuta, Marbella y Melilla. Ser¨ªa curioso cruzar estos datos con los de consumo de jam¨®n.
El caso es que en Occidente, las mujeres, que ¨¦ramos quienes tradicionalmente nos hab¨ªamos dedicado en exclusiva a los cuidados, nos hemos incorporado en masa al mercado laboral. Ellos, sin embargo, no se han sumado tan masivamente a las tareas del hogar. A pesar de que lo ¨®ptimo es luchar por que todos trabajemos menos y podamos organizarnos mejor, y aunque lo que hay que reclamar es la posibilidad de que vuelvan a existir familias monosalariales ¡ªt¨¦rmino acu?ado por Garc¨ªa-M¨¢iquez para designar a aquellas que pod¨ªan vivir con un solo miembro trabajando fuera de casa¡ª mientras hacemos la revoluci¨®n o la socialdemocracia, habr¨¢ que fregar los cacharros. Y lo suyo es hacerlo de la manera m¨¢s equitativa posible.
Para ello puede ser ¨²til la app de marras, pero parece no gustarle a nadie. Escribi¨® Chesterton que si uno ve a una familia discutiendo, lo m¨¢s sensato es no meterse, pues todos acabar¨¢n uni¨¦ndose contra ¨¦l. Quiz¨¢ es lo que le ha pasado al ministerio. Eso y que la mayor¨ªa de los que se r¨ªen de la interfaz de Igualdad en columnas y tertulias tienen a quien les ¡°ayuda en casa¡±, f¨®rmula que escandaliza al feminismo cuando la emplea un hombre en referencia a su familia (¡°?no hay que ayudar, hay que corresponsabilizarse, Manolo!¡±), pero que no chirr¨ªa cuando la usa eufem¨ªsticamente alguien con posibles para referirse a su empleada del hogar, pues le da reparo admitir que paga para que le limpien la mierda. Cuando uno tiene quien ¡°le ayuda en casa¡±, la distribuci¨®n de tareas es sencilla y paritaria: todo lo hace la ayudante, anta?o llamada chacha. Y para eso, la ¨²nica aplicaci¨®n necesaria es la del Santander.