?Pero Espa?a qui¨¦n es?
A mucha gente le importa la reputaci¨®n m¨¢s que el racismo, lo mismo que hablan m¨¢s de Vinicius que de los que insultan a Vinicius
A mucha gente le ha empezado a importar si Espa?a es racista por lo que puedan decir. Es la gente a la que no le preocupaba que en los estadios gritasen y que a¨²n griten mono o maric¨®n, pero que han ca¨ªdo en que no se puede consentir que se diga de Espa?a que es racista. Menos a¨²n que lo diga Lula da Silva. C¨®mo va a ser racista el f¨²tbol espa?ol si tiene un protocolo, ha venido a alegar LaLiga en un razonamiento asombroso: ?c¨®mo va ...
A mucha gente le ha empezado a importar si Espa?a es racista por lo que puedan decir. Es la gente a la que no le preocupaba que en los estadios gritasen y que a¨²n griten mono o maric¨®n, pero que han ca¨ªdo en que no se puede consentir que se diga de Espa?a que es racista. Menos a¨²n que lo diga Lula da Silva. C¨®mo va a ser racista el f¨²tbol espa?ol si tiene un protocolo, ha venido a alegar LaLiga en un razonamiento asombroso: ?c¨®mo va a estar usted enfermo si yo tengo una tirita? La pregunta no es lo que sea un pa¨ªs, como si un pa¨ªs pudiera ser cualquier cosa; la pregunta es si hay racismo en Espa?a. La respuesta es tan obvia que algunos se entretienen con la pregunta y la enrevesan.
A mucha gente le importa la reputaci¨®n m¨¢s que el racismo, lo mismo que hablan m¨¢s de Vinicius que de los que insultan a Vinicius. Lo interesante ser¨ªa saber si esos que insultan en el campo no lo han hecho otras veces sin nadie que les viera y oyera, si ten¨ªan su localidad fija en las gradas. Si ten¨ªan, por ejemplo, carn¨¦ o militancia en alg¨²n grupo de aficionados. Sucede a menudo, que quieran poner el foco en lo que se diga antes de ponerlo en lo que pasa de verdad, porque lo m¨¢s vergonzoso de cada sociedad se ha sostenido siempre gracias a esa secuencia: a los hombros encogidos y a los soncosasquepasan y qu¨¦selevaahacer y el lavidaesas¨ª, hermanos del soncosasdeni?os y tienelapielmuysensible.
Faltaba que la indignaci¨®n prendiera durante la campa?a electoral para que los candidatos corrieran a contarnos que tenemos un problema con el racismo en una coincidencia que les delata: aquello que denuncien a toda prisa ser¨¢ lo que no hayan dicho ¡ªy mucho menos hecho¡ª en su momento, cuando tocaba. Aquello que denuncien se?alar¨¢ a los pol¨ªticos y por supuesto a los clubes y, ya de paso, tambi¨¦n a los dem¨¢s, due?os de lo que nos indignaba y lo que no. Se?alar¨¢ a quienes en alg¨²n instante asumieron que hay c¨¢nticos o insultos inevitables o se escondieron en el anonimato de la multitud. Eso es lo que cambi¨® con el dedo ¨ªndice de Vinicius que, en efecto, se?alaba y, en vez de hacerlo a la masa, lo hac¨ªa a un seguidor concreto. Ese individuo concreto es un racista. ?Ese individuo es Espa?a, entonces? No, claro. Y, sin embargo, ?qui¨¦n podr¨¢ negar que es parte de Espa?a? M¨¢s a¨²n: ?importa eso algo? No vaya a ser que la pregunta sea una distracci¨®n para acabar sin hacer nada con el problema real. La distracci¨®n de siempre, al cabo: que cuando urge escapar de un incendio en este pa¨ªs se escapa por la gatera de las identidades. El tema es el racismo, pero la pol¨¦mica acaba dando vueltas al car¨¢cter nacional.
Si reducen el problema a la reputaci¨®n y a lo que quieran que sea el pa¨ªs, habr¨¢n de aclararnos qui¨¦n es Espa?a para saber lo que Espa?a es. A menos que tengan claro y den por hecho que Espa?a son ellos, que racistas no son. Quiz¨¢ por eso pierden el tiempo con las preguntas, en vista de que las respuestas est¨¢n claras.