Podr¨ªa volver a repetirse
El reconocimiento por parte de las instituciones y la libertad de expresi¨®n del colectivo LGTBIQ+ podr¨ªan dar lugar a un malentendido y hacernos pensar que la comunidad gay no tiene nada que reivindicar
Cuando viv¨ªa en la ciudad de Nueva York pasaba a menudo por Christopher Park y sol¨ªa sentarme en el banco en frente de Gay Liberation, nombre del grupo escult¨®rico creado por el artista neoyorkino George Segal. La escultura conmemora los hechos ocurridos el 28 de junio de 1969 en el que un grupo de homosexuales se rebel¨® ante las detenciones de la polic¨ªa que se produjeron en el bar Stonewall Inn. En aquellos d¨ªas, la ley exig¨ªa que todo ¡°hombre¡± o ¡°mujer¡± llevara prendas de vestir ¡°acordes¡± ...
Cuando viv¨ªa en la ciudad de Nueva York pasaba a menudo por Christopher Park y sol¨ªa sentarme en el banco en frente de Gay Liberation, nombre del grupo escult¨®rico creado por el artista neoyorkino George Segal. La escultura conmemora los hechos ocurridos el 28 de junio de 1969 en el que un grupo de homosexuales se rebel¨® ante las detenciones de la polic¨ªa que se produjeron en el bar Stonewall Inn. En aquellos d¨ªas, la ley exig¨ªa que todo ¡°hombre¡± o ¡°mujer¡± llevara prendas de vestir ¡°acordes¡± al g¨¦nero indicado en el documento de identidad expedido por el Estado. El conocido bar, situado a escasa distancia del parque, era uno de los pocos lugares de Nueva York que permit¨ªa la entrada de personas LGTBI. Por ello, las redadas de la polic¨ªa se produc¨ªan con bastante frecuencia. Era la forma de controlar y disuadir a un colectivo que transgred¨ªa claramente las leyes establecidas. Pero aquel d¨ªa, a diferencia de lo que ocurr¨ªa habitualmente, los detenidos se resistieron a los arrestos y se form¨® un tumulto. La noticia de la redada y la resistencia a esta se extendi¨® r¨¢pidamente por toda la ciudad y al d¨ªa siguiente cientos de personas se congregaron para protestar por la discriminaci¨®n y persecuci¨®n de los homosexuales. A partir de entonces nada ser¨ªa igual. Todo cambiar¨ªa para el colectivo y ese d¨ªa ser¨ªa elegido para conmemorar el orgullo gay en todo el mundo.
El 24 de junio del a?o 2016, 47 a?os despu¨¦s de aquel suceso, el Gobierno estadounidense declar¨® el complejo escult¨®rico monumento nacional. Aquel banco alargado donde yo me sentaba hace a?os es ahora visitado por muchos turistas como uno de los lugares m¨¢s emblem¨¢ticos de la ciudad. Este reconocimiento por parte de las instituciones y la libertad de expresi¨®n del colectivo LGTBIQ+ podr¨ªan dar lugar a un malentendido y hacernos pensar que es una etapa finalmente superada. Que la comunidad gay no tiene nada que reivindicar, que las conmemoraciones son un gesto exagerado e innecesario, que la ley les protege sobradamente y que la persecuci¨®n y discriminaci¨®n son solo casos aislados. Pero esta percepci¨®n, por parte de algunos sectores de la sociedad actual, est¨¢ muy alejada de la realidad. En la pr¨¢ctica, las autoridades de muchos pa¨ªses que han firmado tratados internacionales por los que se comprometen a proteger los derechos humanos siguen aplicando y aprobando leyes que se?alan y discriminan a las personas por su orientaci¨®n sexual, su identidad o expresi¨®n de g¨¦nero. Seg¨²n la organizaci¨®n Amnist¨ªa Internacional, hay en estos momentos 64 pa¨ªses en todo el mundo cuyas leyes tipifican la homosexualidad como delito. En algunos pa¨ªses, como Brun¨¦i, Ir¨¢n, Mauritania, Arabia Saud¨ª, Yemen o Uganda y en los Estados del norte de Nigeria, se puede condenar a muerte a una persona por participar en actos sexuales consentidos entre personas del mismo sexo.
Durante muchos a?os, Espa?a ha formado parte de los pa¨ªses que han perseguido y han dictado leyes contra la comunidad gay. Los homosexuales han sido perseguidos, discriminados y vistos con recelo, cuando no con odio, por parte de la sociedad espa?ola. Este rechazo lo han sufrido, no solo por el conjunto de las instituciones de las cuales han sido excluidos, sino por sus propios familiares y amigos, circunstancia doblemente dolorosa. Durante la dictadura franquista se incluy¨® a los homosexuales en la modificaci¨®n de la ley de vagos y maleantes, siendo recluidos en muchas ocasiones en c¨¢rceles, campos de concentraci¨®n y manicomios. Han sido objeto de torturas, de humillaci¨®n y de condenas que les han apartado de la sociedad y de su participaci¨®n en sus instituciones. Tras a?os de persecuci¨®n y discriminaci¨®n la ley trans, independientemente de la cr¨ªtica que pueda suscitar en algunos de sus aspectos, es un verdadero avance en la lucha por las libertades y derechos del colectivo LGTBIQ+. La libre orientaci¨®n sexual y la libre expresi¨®n de g¨¦nero son importantes, y la sociedad espa?ola los deber¨ªa seguir defendiendo, y preservando. La comunidad gay contin¨²a en peligro y sus derechos conquistados podr¨ªan verse afectados en cualquier momento. Hoy, 54 a?os despu¨¦s de los acontecimientos de Stonewall Inn, lo demuestra el hecho de que algunas autoridades espa?olas hayan retirado las banderas arco¨ªris que simboliza a la comunidad gay. Por supuesto que no es obligatorio que las banderas del colectivo luzcan en estas fechas durante las celebraciones del Orgullo en los ayuntamientos. Pero retirarlas, o dejar de colocarlas como era costumbre en algunas instituciones, es un gesto peligroso que puede trasladar un mensaje confuso a la ciudadan¨ªa. Un mensaje de relajamiento y despreocupaci¨®n o peor a¨²n de enfrentamiento y odio contra los integrantes de dicho colectivo que podr¨ªa inducir a la homofobia y a la violencia. La reacci¨®n a este mezquino y equivocado gesto no se ha hecho esperar. A trav¨¦s de las redes sociales se ha divulgado una bandera gay que lleva escrita la frase ¡°ellos la quitan, yo la pongo¡±. Tambi¨¦n se puede ver un v¨ªdeo de hace a?os en el que el cineasta Javier Ambrossi hace una reflexi¨®n del significado de la fiesta del Orgullo. El joven, como miembro de la comunidad gay, reivindica con emoci¨®n el acontecimiento, pero ¡°no como una celebraci¨®n sexualizada¡± como ven algunos, advierte, ¡°sino como la fiesta de los que no ¨¦ramos invitados a la fiesta¡±. Pero el acontecimiento va mucho m¨¢s all¨¢. Porque, aunque el Orgullo es una fiesta creada por ellos en la que se reivindican sus derechos, su memoria y sus aspiraciones futuras, en realidad tiene que ver con todos y cada uno de nosotros. Gracias a las leyes que defienden sus derechos, la comunidad LGTBIQ+ ha salido del oscurantismo a la luz, de lo invisible a lo visible, de esconderse a mostrarse abiertamente como tambi¨¦n lo necesitan muchos otros colectivos que de igual forma han sido discriminados y contin¨²an invisibilizados a d¨ªa de hoy. La lucha LGTBIQ+ da esperanzas y es sin duda un paradigma a seguir para nuevas y necesarias conquistas sociales. Por eso y por su admirable esfuerzo merecen todo nuestro apoyo y solidaridad.
En el a?o 1979 la oposici¨®n p¨²blica por parte de ciertos sectores conservadores de la sociedad neoyorkina y la renovaci¨®n del Christopher Park dejaron aparcado el proyecto que conmemorar¨ªa los acontecimientos del Stonewall Inn durante muchos a?os. El 23 de junio de 1992 el alcalde David Dinkins y la comisionada Betsy Gotbaum descubrieron el monumento inaugur¨¢ndolo definitivamente. En alg¨²n momento de mi vida es posible que vuelva a la ciudad de Nueva York, donde vi por primera vez la fiesta del Orgullo. Si por casualidad paso por all¨ª, espero poder volver a sentarme y comprobar que el conjunto escult¨®rico sigue en pie, que no ha sido asaltado, retirado u olvidado definitivamente por las instituciones. Me acordar¨¦ de muchos de mis amigos de la comunidad LGTBIQ+ que me han acompa?ado a lo largo de mi vida. Algunos de ellos, desgraciadamente, ya no est¨¢n con nosotros, pero su memoria permanece intacta en mi recuerdo como intactos deber¨ªan de permanecer los agravios y da?os a los que fueron sometidos durante tanto tiempo. Celebremos con alegr¨ªa y recordemos su dolor porque todo, absolutamente todo, podr¨ªa volver a repetirse. Solo se necesita la injusticia que trae consigo el olvido... Feliz semana del Orgullo a todos.