Las dos izquierdas
Las negociaciones sobre la confluencia de candidaturas progresistas han eclipsado un importante problema de fondo: la profunda fractura territorial que se est¨¢ cimentando entre lo urbano y lo rural
En las ¨²ltimas semanas, se ha hablado de las dos izquierdas a la izquierda del PSOE: Unidas Podemos y Sumar. El debate se ha centrado en cuestiones partidistas sobre si conflu¨ªan o no conflu¨ªan en una sola candidatura, algo que finalmente ha sucedido. Pero, en cambio, hay dos izquierdas que est¨¢n pasando desapercibidas y que no s¨®lo fueron relevantes en las elecciones del 28 de mayo, sino que adem¨¢s pueden marcar el dev...
En las ¨²ltimas semanas, se ha hablado de las dos izquierdas a la izquierda del PSOE: Unidas Podemos y Sumar. El debate se ha centrado en cuestiones partidistas sobre si conflu¨ªan o no conflu¨ªan en una sola candidatura, algo que finalmente ha sucedido. Pero, en cambio, hay dos izquierdas que est¨¢n pasando desapercibidas y que no s¨®lo fueron relevantes en las elecciones del 28 de mayo, sino que adem¨¢s pueden marcar el devenir de los progresistas en Espa?a. Me estoy refiriendo a la profunda factura territorial que se est¨¢ cimentando dentro de la izquierda: la urbana y la rural.
En los 50 municipios de mayor poblaci¨®n de nuestro pa¨ªs tenemos al 35% de los espa?oles y en los 8.043 restantes est¨¢ el 65% de la poblaci¨®n. Muy pocas ciudades concentran a m¨¢s de un tercio de toda la ciudadan¨ªa. El pasado 28 de mayo, el PSOE obtuvo un 25,7% de apoyo en estas 50 ciudades, mientras que en el resto de Espa?a su porcentaje de voto fue ligeramente superior: un 29,1%. En cambio, las diferentes marcas que adopt¨® todo lo que est¨¢ a su izquierda, mostraron una fractura territorial mayor. En la Espa?a profundamente urbana, esta izquierda alcanz¨® el 14% de los votos, mientras que en el resto del pa¨ªs el porcentaje de apoyo fue del 4,3%. Es decir, casi 10 puntos de diferencia.
No es la primera vez que observamos esta brecha territorial. Usando como referencia estas 50 ciudades, en 2019 pas¨® algo parecido. El PSOE consigui¨® cinco puntos m¨¢s de apoyo en la Espa?a menos poblada, mientras que en las marcas a la izquierda del PSOE la diferencia fue de un 18,1% es las ciudades m¨¢s pobladas frente a un 10,4% en el resto del pa¨ªs (casi ocho puntos de diferencia). Pero, quiz¨¢s, la fractura m¨¢s llamativa fue en 2015. Entonces, el Partido Socialista sum¨® el 20% de los votos en las 50 ciudades m¨¢s pobladas, frente al 27,2% en el resto del pa¨ªs (7,2 puntos de diferencia). Las marcas a la izquierda del PSOE lograron superarlo en la Espa?a m¨¢s urbana, 25% de los votos, frente a la Espa?a menos poblada, donde consiguieron casi 15 puntos menos de apoyo.
?Pero siempre fue as¨ª? En 2007, antes de la Gran Recesi¨®n y el 15-M, la izquierda no mostraba tal fractura. En las elecciones municipales de ese a?o, el Partido Socialista obtuvo el mismo porcentaje de votos en las dos Espa?as que acabamos de describir: el 34%. Y lo que hab¨ªa a su izquierda (Izquierda Unida, Iniciativa per Catalunya, el Bloc¡), lograron tambi¨¦n el mismo porcentaje de apoyos en las 50 grandes ciudades y en el resto de las poblaciones: el 7%.
Hay dos posibles argumentos para lo que est¨¢ sucediendo. Por el lado de la sociedad, estamos asistiendo a una crisis pol¨ªtica de la que no acabamos de salir. Desde la Gran Recesi¨®n, la gente est¨¢ muy interesada por la pol¨ªtica, pero siente un gran desapego hacia ella. La ciudadan¨ªa padece una profunda desafecci¨®n hacia los actores pol¨ªticos: no comparten ni el fondo ni las formas. De hecho, rechaza la polarizaci¨®n en la que vive el pa¨ªs. Adem¨¢s, sienten que no son representados de forma correcta. En otras palabras, lo que caracteriz¨® al 15-M sigue de alguna forma entre nosotros, especialmente en las grandes ciudades, que es donde surgi¨® este movimiento de protesta.
Por el lado de los partidos de izquierdas, existe un problema de agenda. Las dos grandes transformaciones por las que est¨¢ pasando el mundo son la tecnolog¨ªa y la sostenibilidad ambiental. Y ambas cuestiones son percibidas de forma distinta en el mundo urbano y el mundo rural. Desde el punto de vista de la sostenibilidad, la Espa?a menos poblada percibe que su papel va a ser secundario. Actividades como la caza, la ganader¨ªa o la agricultura est¨¢n siendo puestas en cuesti¨®n, contribuyendo a una mayor despoblaci¨®n de esta parte del territorio. Adem¨¢s, lo ¨²nico que parece atribuirse a la Espa?a rural es la de generadores de energ¨ªa renovable, actividad que genera riqueza, pero pocos empleos.
En el desaf¨ªo tecnol¨®gico pasa algo parecido. Nuestros h¨¢bitos de consumo cambian y, adem¨¢s, en las peque?as poblaciones no existen las mismas posibilidades que en el mundo urbano. Por lo tanto, actividades como el comercio local est¨¢n en riesgo. Pero esto afecta mucho m¨¢s a las peque?as poblaciones que a las grandes ciudades. Una tienda o un bar, si cierra en un pueblo, tiene un mayor impacto social y econ¨®mico que si lo hace en una gran ciudad.
En definitiva, los progresistas parecen fragmentarse territorialmente: urbano y rural. Hay una agenda pol¨ªtica y un electorado progresista que difiere en las grandes ciudades respecto del resto del pa¨ªs. Esto est¨¢ condicionado por las bases de apoyo y por la agenda program¨¢tica. De c¨®mo demos respuesta a esta fractura, depende mucho el futuro de la izquierda.