Las irritantes tetas de Eva Amaral
La cantante y la jarana donde se destet¨® encarnan un cierto tipo de disfrute ¡®pijoprogre¡¯ de la vida, una inclinaci¨®n al placer y a la celebraci¨®n que resultan insoportables a algunos resentidos que aspiran a hacer Europa otra vez grande
Dice un amigo verborreico que no le molestan las tetas de Eva Amaral, y para demostrarlo lleva cuatro d¨ªas repitiendo en las redes sociales que no le molestan las tetas de Amaral y ha escrito una columna en la que deja claro que no le molestan las tetas de Amaral. ?l no es un carca, no se vayan a pensar. De tetas est¨¢ ah¨ªto. No le molestan, pero¡ ?Pero qu¨¦? Pero le parecen un gesto sobreactuado y banal. En Kabul no las ense?ar¨ªa, v...
Dice un amigo verborreico que no le molestan las tetas de Eva Amaral, y para demostrarlo lleva cuatro d¨ªas repitiendo en las redes sociales que no le molestan las tetas de Amaral y ha escrito una columna en la que deja claro que no le molestan las tetas de Amaral. ?l no es un carca, no se vayan a pensar. De tetas est¨¢ ah¨ªto. No le molestan, pero¡ ?Pero qu¨¦? Pero le parecen un gesto sobreactuado y banal. En Kabul no las ense?ar¨ªa, viene a decir, con el mismo tono con el que los Abogados Cristianos afean las blasfemias sobre el catolicismo diciendo: con el islam no te atreves.
Caramba, amigo verborreico, para no molestarte las tetas de Amaral, te tomas muchas molestias en despreciarlas. Yo lo agradezco: prefiero leer tus textos sobre las tetas de Amaral antes de que me vuelvas a explicar que Vox es un partido constitucional que no amenaza la democracia y que incluso la exalta y la completa.
Luego est¨¢n los amigos verborreicos de la izquierda a la izquierda y al fondo a la izquierda, para quienes ense?ar las tetas es una presunci¨®n burguesa y comercial, plenamente integrada en la l¨®gica del capitalismo. Tomar el Palacio de Invierno s¨ª es revolucionario. Ense?ar las tetas, no. Tras escribir la soflama (con seud¨®nimo, claro), prosiguen su actividad revolucionaria radical e insobornable, haciendo temblar los cimientos del sistema desde sus tel¨¦fonos m¨®viles.
Un editor jubilado cont¨® que le¨ªa con mucho inter¨¦s los manuscritos en cuyos informes de lectura el lector profesional hab¨ªa marcado: ¡°Es un texto irritante¡±. Albricias, se dec¨ªa, un texto con capacidad de irritar a alguien merece una consideraci¨®n. Este toples tan irritante es cualquier cosa menos banal.
Me permito sospechar que la irritaci¨®n aqu¨ª no es puritana ni tiene que ver con el sexo, habida cuenta de que muchos de los que ponen reparos a Amaral defienden como una cuesti¨®n de honor las carnes de Cristina Pedroche o el culo de Chanel. De Amaral no molestan sus tetas, sino el contexto. Amaral y la jarana donde se destet¨® encarnan un cierto tipo de disfrute pijoprogre de la vida, una inclinaci¨®n al placer y a la celebraci¨®n que resultan insoportables a algunos resentidos que aspiran a hacer Europa otra vez grande. Para los jinetes de los nuevos amaneceres, esa cultura (que es tambi¨¦n la m¨ªa) es la responsable de su amargura y aspiran a segarla como las malas hierbas que creen que somos. Que ense?en las tetas con alegr¨ªa en vez de darse por extinguidos o achantarse ante los salvapatrias les escuece tanto que no saben ni c¨®mo reaccionar.