El ¨²ltimo vaso de leche
Las redes sociales pueden tener en agosto un punto irreal, y as¨ª descubrir que Lars von Trier busca pareja o que Kafka sigue vivo en sus cartas
Anotaci¨®n de Sylvia Plath en su diario: ¡°Lluvia de agosto: lo mejor del verano se ha ido y a¨²n no ha nacido el nuevo oto?o. Extra?o tiempo irregular¡±. Excepto por la lluvia, las palabras aguantan. La segunda quincena de agosto se parece a la ¨²ltima hora del domingo, ese valle inquietante al que llegas una vez superado el aplastamiento de la tarde. El tiempo all¨ª se ralentiza. La rutina de tu vida se vuelve irreal, como si un alien¨ªge...
Anotaci¨®n de Sylvia Plath en su diario: ¡°Lluvia de agosto: lo mejor del verano se ha ido y a¨²n no ha nacido el nuevo oto?o. Extra?o tiempo irregular¡±. Excepto por la lluvia, las palabras aguantan. La segunda quincena de agosto se parece a la ¨²ltima hora del domingo, ese valle inquietante al que llegas una vez superado el aplastamiento de la tarde. El tiempo all¨ª se ralentiza. La rutina de tu vida se vuelve irreal, como si un alien¨ªgena tratara de entenderla. Lars von Trier publica un v¨ªdeo en principio c¨¢ndido donde dice que busca pareja. Tras enumerar sus taras y defectos (alcoholismo, p¨¢rkinson, trastorno obsesivo compulsivo) hace el llamamiento, desconcertante y conmovedor: ¡°Sin saber lo m¨ªnimo sobre redes sociales, busco una pareja-barra-musa femenina. Y, pese al lloriqueo, insisto que en los d¨ªas buenos, en la compa?¨ªa adecuada, puedo ser un compa?ero encantador¡±. Facilita un correo electr¨®nico donde las candidatas pueden mandar sus solicitudes: bill.mrk.lars@gmail.com.
Las dos o tres personas a quienes env¨ªo el v¨ªdeo contestan lo mismo: ¡°?Pero no es de verdad, no?¡±. El director de Anticristo o de Bailar en la oscuridad no se mostrar¨ªa as¨ª de vulnerable en p¨²blico, como un viejo adorable y ajeno a las convenciones digitales. Debe ser un experimento, el guion de una futura pel¨ªcula, algo que dar¨¢ un giro cruel y desolador. Podr¨ªa ser. Pero estamos en el tiempo irregular de final de agosto, y me parece plausible que el director dan¨¦s, solitario y con miedos ingestionables, haya decidido salir en busca del amor.
En su libro Una novela rusa, Emmanuel Carr¨¨re recuerda la vez que public¨® en Le Monde una carta pseudopornogr¨¢fica dirigida a su novia. Eso pas¨® en 2002, y no era agosto pero por poco. La carta, en segunda persona, trataba de excitar a la mujer, que la le¨ªa en el tren Par¨ªs-La Rochelle, con la esperanza de contagiar un estado de ¨¢nimo orgi¨¢stico a su vag¨®n. Entonces el p¨²blico tambi¨¦n especul¨® sobre si el relato era una paja metaliteraria o si exist¨ªa de verdad la destinataria: una mujer alta, rubia y alegremente sexual que deb¨ªa leer la carta en ese tren concreto y masturbarse siguiendo sus instrucciones.
Seg¨²n Carr¨¨re, la carta era real, la destinataria era real, el amor era real. Todo sali¨® mal: la rubia no cogi¨® el tren y la relaci¨®n colaps¨® ag¨®nicamente poco despu¨¦s. El episodio resulta genial o bochornoso, seg¨²n las inclinaciones de cada uno. El libro acab¨® en mis manos a la vez que Lars Von Trier public¨® su llamada, y estaba lleno de notas de su antiguo propietario: ¡°Pobre imb¨¦cil¡±, ¡°menuda chorrada¡±, ¡±todo muy franc¨¦s¡±. Observar la intimidad cruda de alguien es como mirar un eclipse de cara: cuando no es un montaje calculado, o un acto de relaciones p¨²blicas, puede resultar violento.
Una forma segura de hacerlo es recurrir a diarios ¨ªntimos de escritores o, en su defecto, a los bots de Twitter que reproducen sus fragmentos. Mi favorito es uno llamado El lado luminoso de Franz Kafka. Esta cuenta recoge citas alegres de las cartas del escritor checo: ¡±Beber¨¦ limonada caliente, me envolver¨¦ en una toalla caliente, me aislar¨¦ del mundo y pensar¨¦ en ti¡±. ¡°Te deseo un feliz domingo, padres agradables, comida deliciosa, largos paseos, la cabeza clara¡±. ¡±Al fin y al cabo solo quiero hacerte re¨ªr¡±. Y un ¨²ltimo, especialmente alineado con la ¨¦poca por cr¨ªptico y esperanzador: ¡±El ¨²ltimo vaso de leche todav¨ªa no ha sido bebido¡±.