Una ¨²ltima idea: paremos este bochorno
El empecinamiento de Rubiales en negarse a asumir responsabilidades desborda lo estrictamente deportivo para colisionar de lleno con los valores que determinan la reputaci¨®n de Espa?a
Cada una de las intervenciones de Luis Rubiales resulta m¨¢s insultante que la anterior. Su comportamiento soez en el palco de autoridades y el beso no consentido durante la celebraci¨®n de la victoria del Mundial de f¨²tbol a una de las jugadoras ya incorporaban argumentos suficientes para renunciar a sus responsabilidades institucionales. Luego lleg¨® ...
Cada una de las intervenciones de Luis Rubiales resulta m¨¢s insultante que la anterior. Su comportamiento soez en el palco de autoridades y el beso no consentido durante la celebraci¨®n de la victoria del Mundial de f¨²tbol a una de las jugadoras ya incorporaban argumentos suficientes para renunciar a sus responsabilidades institucionales. Luego lleg¨® el burdo intento de pedir disculpas a trav¨¦s de un v¨ªdeo en el que apenas pod¨ªa disimular la falta de contrici¨®n y voluntad de enmienda. Pero todav¨ªa quedaba la traca final. Cuando el consenso en torno a lo insoportable de su comportamiento parec¨ªa comprometer su continuidad, lleg¨® una intervenci¨®n en forma de relato inventado que pasar¨¢ a los anales de la indignidad. El discurso desquiciado pretendi¨® armar su defensa jur¨ªdica futura, a la par que hacer c¨®mplices a todos aquellos que bobaliconamente escuchaban mientras aplaud¨ªan lo que se iba anunciando. No falt¨® una subida de sueldo para el entrenador all¨ª presente. Hace falta tenerse poco respeto para validar una manera tan infame y desvergonzada de ejercer el poder.
Lo que est¨¢ ocurriendo en la Real Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol es un bochorno que hay que parar, pero no de cualquier manera. El asunto poco tiene que ver ya con el futuro personal o profesional de un se?or en fase de autodestrucci¨®n. El tema de fondo nos interpela como sociedad porque impacta en los valores sobre los que asentamos nuestra convivencia: la manera de ejercer el poder y, claro est¨¢, la igualdad entre hombres y mujeres. Por eso, se equivocan quienes creen que es responsabilidad exclusiva del Gobierno poner fin a la era Rubiales. Tampoco podemos pretender que el asunto se enmarque en un proceso judicial que confronte el testimonio de una jugadora de f¨²tbol con el de su agresor. El Consejo Superior de Deportes, el Tribunal Administrativo del Deporte, la FIFA o incluso la Audiencia Nacional har¨¢n su trabajo dando curso a procedimientos administrativos o penales que se dilatar¨¢n en el tiempo y que juzgar¨¢n comportamientos seg¨²n precept¨²a la ley. Pero lo ocurrido abre, en realidad, un debate m¨¢s sofisticado que supera la l¨®gica del respeto a una disposici¨®n legal. Cuando Luis Rubiales, en una asamblea retransmitida en directo, subi¨® la voz y tens¨® los m¨²sculos para repetir una y otra vez ¡°no voy a dimitir¡±, traspas¨® una frontera en la l¨®gica de la rendici¨®n de cuentas que no admite retorno si queremos tomarnos en serio como pa¨ªs.
El empecinamiento del presidente de la federaci¨®n de f¨²tbol en normalizar su comportamiento y negarse a asumir responsabilidades desborda el plano de lo estrictamente deportivo para colisionar de lleno con los valores que imperan en una sociedad y que determinan la reputaci¨®n de nuestro pa¨ªs. Y es que su comportamiento y el de su equipo representan a la perfecci¨®n las consecuencias de espacios de impunidad en ¨¢mbitos como el deporte donde el dinero, la fama y la gloria desdibujan los est¨¢ndares de virtud p¨²blica que nos comprometen a todos, tambi¨¦n a ellos. Por eso averg¨¹enza el espect¨¢culo de una asamblea que, salvo dignas excepciones, pretendi¨® a la desesperada respaldar a un dirigente histri¨®nico y desnortado que apenas logr¨® fabular un relato rid¨ªculo para consumo de fieles palmeros. Su pretendida defensa no hizo sino mostrar al mundo entero la decadencia a la que conducen islas de poder absoluto como el que representan algunas estructuras organizativas en el mundo del deporte. Me repugna el apoyo que el presidente de la federaci¨®n de f¨²tbol est¨¢ encontrando entre los suyos y me preocupa, claro est¨¢, aquellos que todav¨ªa creen que no es para tanto, que vete t¨² a saber qu¨¦ ha pasado o que esto del feminismo est¨¢ yendo demasiado lejos. Pero me molesta todav¨ªa m¨¢s que la mayor¨ªa de los futbolistas, patrocinadores, entrenadores, ¨¢rbitros y clubes de f¨²tbol callen. Como ciudadanos, no basta con indignarse ante un espect¨¢culo horrendo del que ya no somos simples espectadores. La gravedad de lo ocurrido nos interpela de manera directa y nos exige tomar partido. Y t¨², ?qu¨¦ vas a hacer para parar este bochorno? La respuesta no admite mucha demora.