Un hombre pronunci¨® un discurso este martes en Bruselas, ante una lona que lo identificaba como president y junto a una bandera catalana y otra europea: una puesta en escena propia de quien no habla por s¨ª mismo, sino en representaci¨®n de otros. La presunci¨®n era que lo hac¨ªa en nombre de los siete diputados de Junts per Catalunya o de la coalici¨®n cuyo liderazgo moral ejerce, pero pronto qued¨® claro que hablaba en nombre de Catal...
Un hombre pronunci¨® un discurso este martes en Bruselas, ante una lona que lo identificaba como president y junto a una bandera catalana y otra europea: una puesta en escena propia de quien no habla por s¨ª mismo, sino en representaci¨®n de otros. La presunci¨®n era que lo hac¨ªa en nombre de los siete diputados de Junts per Catalunya o de la coalici¨®n cuyo liderazgo moral ejerce, pero pronto qued¨® claro que hablaba en nombre de Catalu?a y de los catalanes. Usaba el plural mayest¨¢tico y, en ocasiones, su nosaltres se refer¨ªa a su partido y sus votantes, pero la mayor¨ªa de las veces, nosaltres quer¨ªa decir nosaltres, els catalans, en un sobreentendido que no deber¨ªa sorprender a nadie: su tradici¨®n pol¨ªtica lleva hablando de nosaltres por oposici¨®n a los espa?oles desde Prat de la Riba.
Tambi¨¦n estamos acostumbrados al abuso ret¨®rico del nosotros en todos los discursos. Vivimos un tiempo en que muchas personas se sienten multitudes, pero, en democracia, los nosotros, los vosotros y los ellos pueden y deben delimitarse objetivamente, arruinando la ret¨®rica. Con la calculadora en la mano, las invocaciones a las guerras de nuestros antepasados suenan rid¨ªculas.
Carles Puigdemont, en rigor, no representa a nadie, pues no ha sido candidato en estas elecciones, pero concedamos que s¨ª, en tanto que jefe de Junts. Ese partido ha obtenido 392.634 votos, el 11,16% de los emitidos en Catalu?a. Si se tiene en cuenta el censo completo de las cuatro circunscripciones, su nosaltres se reduce al 7,15% de los catalanes con derecho a voto. En el censo total de Espa?a, suponen el 1,6% de los votos emitidos y el 1,1% de los espa?oles mayores de edad.
Puigdemont est¨¢ en su derecho de hablar de compromisos hist¨®ricos, de agravios ancestrales, del destino de la vieja naci¨®n catalana y de los decretos absolutistas de hace m¨¢s de tres siglos. Puede sentir que por su boca hablan los segadores del himno y los acordes gimientes de Pau Casals. Incluso puede dolerse en sus propias cervicales del peso de todos los castells. Pero la verdad triste, dejando al margen su situaci¨®n de pr¨®fugo, es que su nosaltres son 392.634 catalanes. Si con ellos pretende imponer su voluntad a unos 12 millones de votantes (PSOE, Sumar y asimilados), tal vez lo consiga, pero ese desequilibrio no se llama acuerdo hist¨®rico y dif¨ªcilmente podr¨ªa llamarse democracia. En mi barrio, que el 1% chulee al 45% se llama chantaje. Y un chantajista puede disfrazarse de estadista y creerse el liberador de un pueblo, pero los n¨²meros probar¨¢n su chantaje.