Un sucio calz¨®n
Este pa¨ªs viene de una larga pobreza y de un secular rencor en su lucha a muerte por una miserable sardina, que hoy se traduce en el resentimiento y en el cabreo pol¨ªtico
El alma humana exuda tres clases de odios extremadamente puros. El m¨¢s acendrado, el que m¨¢s sangre ha provocado a lo largo de la historia es el odio teol¨®gico. La religi¨®n ha ido unida innumerables veces a la daga, a la horca, a la hoguera, a la guerra a deg¨¹ello, todo en nombre de Dios. En segundo lugar, est¨¢ el odio entre eruditos y cient¨ªficos, que lleva a despreciar p¨²blicamente el trabajo de investigaci¨®n de otros colegas, pese a que en esa labor hayan quemado su vida. Esa rivalidad intelectual no produce tantos estragos como causa la fe con sus sectas y herej¨ªas, pero inunda de pasiones...
El alma humana exuda tres clases de odios extremadamente puros. El m¨¢s acendrado, el que m¨¢s sangre ha provocado a lo largo de la historia es el odio teol¨®gico. La religi¨®n ha ido unida innumerables veces a la daga, a la horca, a la hoguera, a la guerra a deg¨¹ello, todo en nombre de Dios. En segundo lugar, est¨¢ el odio entre eruditos y cient¨ªficos, que lleva a despreciar p¨²blicamente el trabajo de investigaci¨®n de otros colegas, pese a que en esa labor hayan quemado su vida. Esa rivalidad intelectual no produce tantos estragos como causa la fe con sus sectas y herej¨ªas, pero inunda de pasiones envenenadas las c¨¢tedras y los laboratorios. Finalmente est¨¢ el odio entre poetas, que nace de una distinta emoci¨®n est¨¦tica y no va m¨¢s all¨¢ del encono y maledicencia en alguna tertulia. Estos tres odios son muy desinteresados, solo buscan el reconocimiento, en ellos el dinero no cuenta para nada. En un estrato m¨¢s superficial del alma, el odio se transforma en envidia e involucra a escritores, artistas, profesionales y pol¨ªticos cuyo ¨¦xito en su profesi¨®n repercute directamente en la cuenta corriente o en la fama y la popularidad. La envidia es el dolor o enojo que produce el bien ajeno, un vicio, seg¨²n parece, genuinamente espa?ol. Aunque, bien mirado, lo nuestro no es la envidia, que algunas veces puede provocar una sana emulaci¨®n, sino el resentimiento, una de sus facetas m¨¢s tenebrosa, que consiste en alegrarse del mal ajeno. Este pa¨ªs viene de una larga pobreza y de un secular rencor en su lucha a muerte por una miserable sardina, que hoy se traduce en el resentimiento y en el cabreo pol¨ªtico. Se trata de ese secreto placer que a unos viejos pol¨ªticos, que fueron insignes en otro tiempo, hoy descatalogados, les produce el que un joven l¨ªder de su mismo partido acabe siendo derrotado. As¨ª es el alma espa?ola puesta a secar como un sucio calz¨®n en un tendedero.