Conservo desde peque?o la ilusi¨®n de comunicarme por telepat¨ªa, en el metro, con alg¨²n compa?ero de viaje. Nunca he dejado de intentarlo y el ritual tampoco ha cambiado con el paso de los a?os. Cierro los ojos y digo mentalmente:
¡ª?Alguien me escucha por ah¨ª?
Nadie hab¨ªa respondido hasta ahora, aunque a veces me parec¨ªa o¨ªr un ruido como de est¨¢tica que cesaba enseguida. Luego, desencantado por este fracaso rutinario, regresaba a mis fantas¨ªas habituales. Ayer, sin embargo, despu¨¦s de lanzar el mensaje, escuch¨¦ un ¡°hola¡± dentro de mi cabeza. Mir¨¦ en derredor, por si pod¨ªa deducir...
Conservo desde peque?o la ilusi¨®n de comunicarme por telepat¨ªa, en el metro, con alg¨²n compa?ero de viaje. Nunca he dejado de intentarlo y el ritual tampoco ha cambiado con el paso de los a?os. Cierro los ojos y digo mentalmente:
¡ª?Alguien me escucha por ah¨ª?
Nadie hab¨ªa respondido hasta ahora, aunque a veces me parec¨ªa o¨ªr un ruido como de est¨¢tica que cesaba enseguida. Luego, desencantado por este fracaso rutinario, regresaba a mis fantas¨ªas habituales. Ayer, sin embargo, despu¨¦s de lanzar el mensaje, escuch¨¦ un ¡°hola¡± dentro de mi cabeza. Mir¨¦ en derredor, por si pod¨ªa deducir aquella voz de la expresi¨®n de alguno de los rostros que se hallaban cerca de m¨ª, pero no vi nada, quiz¨¢ porque ¨ªbamos muy apretados en el vag¨®n: era hora punta.
Permanec¨ª en silencio, pregunt¨¢ndome si se habr¨ªa tratado de una alucinaci¨®n auditiva, cuando enseguida escuch¨¦ otro ¡°hola¡± seguido de un ¡°en el fondo, en el fondo¡±. Mir¨¦ hacia all¨ª y vi una mano levantada por encima de la multitud de cabezas.
¡ªTe veo ¡ªdije.
Se trataba de una mujer algo mayor que buscaba tambi¨¦n el lugar desde el que yo le hab¨ªa hablado. Agit¨¦, pues, el brazo en el aire, hasta que nuestras miradas se encontraron.
¡ª?Nos bajamos en la pr¨®xima? ¡ªle pregunt¨¦ mentalmente.
¡ªVale ¡ªdijo.
Y al poco all¨ª est¨¢bamos los dos, frente a frente, en el and¨¦n de Alonso Mart¨ªnez, sin saber qu¨¦ decirnos. Ella parec¨ªa desconcertada, extraviada, muda. Entonces sac¨® del bolsillo de su chaqueta un papel en el que alguien hab¨ªa escrito unos d¨ªgitos debajo de la siguiente leyenda: ¡°Tengo problemas de orientaci¨®n, llamen a este n¨²mero si me encuentran perdida¡±.
Salimos a la calle, llam¨¦ al n¨²mero y al poco apareci¨® un hijo de la se?ora que me dio las gracias y se hizo cargo de ella. Seg¨²n se iban le lanc¨¦ un ¡°hasta luego¡± telep¨¢tico sin obtener respuesta.