La trampa de la melancol¨ªa
Si uno se aferra a sus arenas movedizas puede quedar hundido en ellas. Es combustible de riesgo y deber¨ªa venir con instrucciones
En una entrevista reciente, la intelectual argentina Beatriz Sarlo dec¨ªa: ¡°Ignoro lo que es la nostalgia¡±. Me pregunt¨¦ si exist¨ªa, en m¨ª, alg¨²n sentimiento que me hubiera sido negado. Di con uno: los celos. Quiz¨¢s los sent¨ª, tontos, cuando naci¨® mi hermano menor. Todo lo dem¨¢s fue querer. Sufrir a veces, cuando alguien me dijo basta, pero entonces no sent¨ª celos, sino pena por lo que ya no iba a poder vivir. El sortilegio del amor me alcanza con su ceguera, su vigilia insomne, su rumia, sus malentendidos. El combo entero, menos los celos: d¨®nde est¨¢s, de qui¨¦n es ese mensaje. En cambio s¨ª conozco la nostalgia. Quisiera no conocerla, porque de all¨ª a la melancol¨ªa hay un paso y darlo es como abandonar un rifle de aire comprimido para empu?ar una .44 Magnum. En su diario, Cesare Pavese dice: ¡°Tener un libidinoso gusto por el abatimiento, por el abandono, por la enervante dulzura, y una despiadada voluntad de disparo, exclusiva y tir¨¢nica, es una promesa de perenne y fecunda vida interior¡±. Ese libro siempre me salva la vida, pero creo que la frase es desatinada. Adolfo Bioy Casares, el lado b de la superstici¨®n de la desdicha, construy¨® una obra inmensa con una vida en la contracara del martirio. ¡°La felicidad es escribir historias ¡ªdec¨ªa¡ª (¡) Implica un considerable esfuerzo. Sin embargo, he sido afortunado: ese trabajo siempre me result¨® en alg¨²n punto gozoso¡±. En las tareas creativas, la melancol¨ªa conserva un aura de prestigio (la felicidad no tiene relato), pero si uno se aferra a sus arenas movedizas puede quedar hundido en ellas; creer que, si se pierde ese tembladeral, se pierde todo: el talento, el deseo de escritura. Es combustible de riesgo y deber¨ªa venir con instrucciones: ¡°No usar en exceso, cerrar el frasco con fuerza despu¨¦s de la ingesta¡±. Confundir melancol¨ªa con genialidad, depresi¨®n con vida interior, es como enamorarse de lo que hay detr¨¢s de la niebla. Y detr¨¢s de la niebla no hay nada.
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