Hace muchos a?os mat¨¦ a un perro
La sociedad fracasa cuando el poder de un empresario y unos funcionarios se desenvuelve sin escr¨²pulos ni conciencia
Hace muchos a?os mat¨¦ a un perro. En aquel tiempo viv¨ªa en Mosc¨² y conduc¨ªa como una loca, que era como conduc¨ªamos y viv¨ªamos todos en una Rusia desquiciada donde si no corr¨ªas al metro, a las colas o al volante quedabas atr¨¢s. Siempre quedabas atr¨¢s. As¨ª fue c¨®mo los espabilados se hicieron con las propiedades de todos, c¨®mo los poderosos maniobraron para que el capitalismo se asentara de forma salvaje frente a los m¨¢s lentos y c¨®mo Rusia se encaram¨® a la historia pisando el acelerador.
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Hace muchos a?os mat¨¦ a un perro. En aquel tiempo viv¨ªa en Mosc¨² y conduc¨ªa como una loca, que era como conduc¨ªamos y viv¨ªamos todos en una Rusia desquiciada donde si no corr¨ªas al metro, a las colas o al volante quedabas atr¨¢s. Siempre quedabas atr¨¢s. As¨ª fue c¨®mo los espabilados se hicieron con las propiedades de todos, c¨®mo los poderosos maniobraron para que el capitalismo se asentara de forma salvaje frente a los m¨¢s lentos y c¨®mo Rusia se encaram¨® a la historia pisando el acelerador.
Velocidad. La vida all¨ª y en ese momento era velocidad. Pero eso no justifica nada. Yo atropell¨¦ a un perrillo mientras aceleraba como una loca en el lateral de una de esas kilom¨¦tricas arterias de la ciudad y nunca lo he olvidado. No he olvidado a ese cachorro blanco de lanas que qued¨® tendido en la calzada, tan joven que la nieve sucia de la ciudad a¨²n no le hab¨ªa manchado, tan entusiasta mientras sal¨ªa corriendo desde la acera como, ahora, ex¨¢nime. Recuerdo a su due?a, una mujer embutida en uno de esos anoraks sint¨¦ticos de la ¨¦poca que vest¨ªan quienes no pod¨ªan pagarse pieles, sosteni¨¦ndolo llorosa en brazos mientras me increpaba, con raz¨®n. Recuerdo mi mirada impotente, mi escaso vocabulario ruso para decir que lo sent¨ªa, que lo sent¨ªa much¨ªsimo. Y ella me lo mostraba, la criatura muerta, mientras varios rusos se arremolinaban para apoyarla y afearme el atropello. Sobre todo, al ver que era extranjera. Lo peor.
Esta no es una historia ¨¦pica, ni de venganza, ni de reparaci¨®n. Me acab¨¦ yendo despu¨¦s de mil disculpas, aunque el que hab¨ªa saltado a la calzada era el cachorrillo suelto. Pero ni mis disculpas les val¨ªan a ellos, ni el hecho de que el perro hubiera corrido hasta la calle sin control me val¨ªa a m¨ª. Ese perro muerto ha vuelto siempre a mi recuerdo y cuando veo accidentes aparece. Esa es mi v¨ªctima.
Tambi¨¦n ha vuelto tras el incendio de Murcia. Unos se?ores han comerciado con la seguridad. Han mantenido abiertos locales con orden de cierre. Leo que el due?o ya sufri¨® un incendio en otro local de su propiedad. Y que ya ha pasado por los tribunales por causas relacionadas con pr¨¦stamos de mala muerte que daba a gente necesitada a la que ha conducido a desahucios.
Y me pregunto si esas 13 v¨ªctimas le acompa?ar¨¢n. Si perseguir¨¢n a esos funcionarios dejados o corruptos. O a sus jefes pol¨ªticos.
Esas muertes tienen responsables. La justicia fracasar¨¢ si no los encuentra. Y fracasaremos todos si el poder de un empresario y unos funcionarios se desenvuelve sin escr¨²pulos, sin conciencia, tras dejar v¨ªctimas. Aunque sea un cachorrillo en la nieve. Perdonen, hoy me despert¨¦ muy ingenua.