La huida
En esta tarde melanc¨®lica de domingo deber¨ªas tener un fino licor a mano envuelto su sabor en una m¨²sica que te hiciera recordar bellos momentos del pasado, tal vez un poco de ¡®swing¡¯, algo de Bach
Puede que la vida no se comporte contigo con el m¨ªnimo placer que mereces y te obligue a escuchar los gritos confusos, airados que se debaten en la calle. En esta tarde melanc¨®lica de domingo deber¨ªas tener un fino licor a mano envuelto su sabor en una m¨²sica que te hiciera recordar bellos momentos del pasado, tal vez un poco de swing, algo de Bach. Solo eres un poeta, un maldito esteta, y desde la calle te reclaman para que ab...
Puede que la vida no se comporte contigo con el m¨ªnimo placer que mereces y te obligue a escuchar los gritos confusos, airados que se debaten en la calle. En esta tarde melanc¨®lica de domingo deber¨ªas tener un fino licor a mano envuelto su sabor en una m¨²sica que te hiciera recordar bellos momentos del pasado, tal vez un poco de swing, algo de Bach. Solo eres un poeta, un maldito esteta, y desde la calle te reclaman para que abandones la torre de marfil y bajes a pisar la mierda como los dem¨¢s mortales. Has elegido huir. Puede suceder que pedaleando en la bicicleta est¨¢tica sin salir de casa llegues a la Toscana. Milagros como este est¨¢n al alcance de cualquiera. El parqu¨¦ del estudio comienza a transformarse en un camino que transcurre entre olivos y vi?edos con algunos cipreses al fondo del valle. Es el viejo camino que conduc¨ªa a Florencia por el que llegaron Botticelli, Leonardo, Piero de la Francesca, Miguel ?ngel junto a mercaderes que luego ser¨ªan pr¨ªncipes renacentistas. Una lluvia oblicua, suave, persistente de oto?o ha empapado las hojas amarillas sobre las que ruedan los pedales. Huele a humo de le?a que sale por las chimeneas de algunas casas de campo. En el viejo camino que conduce a Florencia tal vez podr¨ªas encontrar a un pastorcillo que apacienta un reba?o; est¨¢ sentado en la vereda y se entretiene dibujando a una oveja con una tiza sobre una piedra plana. Si hicieras un alto en el camino y le preguntaras su nombre te dir¨ªa: ¡°me llamo Giotto¡±. Un d¨ªa pas¨® por all¨ª el pintor Cimabue, se detuvo ante aquel ni?o, vio uno de sus dibujos y supo que hab¨ªa cambiado la historia de la pintura. ?Cu¨¢l era el milagro?. Aquel pastorcillo hab¨ªa dibujado la oveja tal como la ve¨ªa y no como la imaginaba. Para celebrar que huyendo en la bicicleta est¨¢tica has llegado felizmente a Florencia podr¨ªas tomarte una copa mientras el domingo se va por la ventana.