Comportamiento grupal
M¨¢tame si quieres, pero si toleras mi presencia y me proteges te seguir¨¦ adondequiera que vayas y te servir¨¦ a ciegas, mandes lo que mandes
En mi manada de lobos, mantenemos la tradici¨®n antigua del comportamiento gregario. No conocemos una opci¨®n diferente del conformismo natural. Para practicarlo necesitamos un l¨ªder. Si no, ?c¨®mo va a ejercer uno de subordinado? Dicho l¨ªder o macho alfa ostenta el cargo en colaboraci¨®n estrecha con una hembra destacada entre las de su clase. Ambos equivalen a lo que en el plano humano vendr¨ªan a ser un presidente y una vicepresidenta. El jefe dice: Jam¨¢s caminaremos en esta direcci¨®n. Y todos a un tiempo apartamos la mirada del rumbo vedado por el jefe. El cual, otro d¨ªa, tras un intercambio de...
En mi manada de lobos, mantenemos la tradici¨®n antigua del comportamiento gregario. No conocemos una opci¨®n diferente del conformismo natural. Para practicarlo necesitamos un l¨ªder. Si no, ?c¨®mo va a ejercer uno de subordinado? Dicho l¨ªder o macho alfa ostenta el cargo en colaboraci¨®n estrecha con una hembra destacada entre las de su clase. Ambos equivalen a lo que en el plano humano vendr¨ªan a ser un presidente y una vicepresidenta. El jefe dice: Jam¨¢s caminaremos en esta direcci¨®n. Y todos a un tiempo apartamos la mirada del rumbo vedado por el jefe. El cual, otro d¨ªa, tras un intercambio de susurros con la hembra directora, ordena que vayamos hacia donde antes no deb¨ªamos ir. Nosotros damos media vuelta y all¨¢ vamos, felices de obedecer.
A los profanos en materia lobuna, les aclarar¨¦ que el jefe es ese ejemplar alto y de buena planta, ?lo ven?, que est¨¢ subido a la roca. Suele expresarse con aullidos vigorosos, es siempre el primero en probar bocado y exhibe a todas horas (rabo levantado, orejas tiesas) un porte dominante. Los dem¨¢s, de acuerdo con nuestra posici¨®n jer¨¢rquica, mostramos distintos grados de sumisi¨®n. Los hay que permanecen por oficio junto al jefe listos para defenderlo, si hace falta, a dentelladas. Y los que, a cambio de su benevolencia, se tienden a sus pies y le presentan la yugular como diciendo: M¨¢tame si quieres, pero si toleras mi presencia y me proteges te seguir¨¦ adondequiera que vayas y te servir¨¦ a ciegas, mandes lo que mandes. Est¨¢n por ¨²ltimo los que, no bien el jefe ha terminado de aullar, le lamen el hocico. A estos los ver¨¦is subir a lo alto de la colina o arrimarse a la linde del bosque, donde se entregar¨¢n a la sonora tarea de elogiar los principios y justificar las decisiones aulladas por el macho alfa. En mi manada, a estos lamedores de hocico se les recompensa de costumbre con los trozos m¨¢s sabrosos de nuestras presas.