Oh, dulce hogar
Queda por ver el precio emocional que nuestro inconsciente va a pagar a la hora de metabolizar las im¨¢genes de ni?os destrozados mientras suenan canciones de navidad
Los ej¨¦rcitos bombardean; los terroristas ponen bombas. Unos lanzan centenares de misiles con una precisi¨®n matem¨¢tica; los otros pueden producir una carnicer¨ªa si se inmolan con una faja de dinamita o colocan una carga de explosivos bajo un coche, o asaltan con una metralleta una discoteca o un mercado; tambi¨¦n pueden degollar con una daga; luego se esconden como alima?as, mientras los ej¨¦rcitos al final de su matanza desfilan y reciben medallas. Pero la alta tecnolog¨ªa ya permite a los terroristas el sue?o de obtener tambi¨¦n armas de destrucci¨®n masiva, algo que est¨¢ a punto de suceder, como...
Los ej¨¦rcitos bombardean; los terroristas ponen bombas. Unos lanzan centenares de misiles con una precisi¨®n matem¨¢tica; los otros pueden producir una carnicer¨ªa si se inmolan con una faja de dinamita o colocan una carga de explosivos bajo un coche, o asaltan con una metralleta una discoteca o un mercado; tambi¨¦n pueden degollar con una daga; luego se esconden como alima?as, mientras los ej¨¦rcitos al final de su matanza desfilan y reciben medallas. Pero la alta tecnolog¨ªa ya permite a los terroristas el sue?o de obtener tambi¨¦n armas de destrucci¨®n masiva, algo que est¨¢ a punto de suceder, como ha demostrado el abominable crimen de los terroristas de Ham¨¢s, no solo condenable por su execrable maldad sino tambi¨¦n por su estupidez, puesto que era previsible la venganza que iba a desencadenar. Solo que parec¨ªa dif¨ªcil imaginar que esa sed de venganza de los israel¨ªes sobre el pueblo palestino de Gaza fuera tan insaciable, hasta el punto que est¨¢ alcanzando un car¨¢cter b¨ªblico como en los peores tiempos del Yahv¨¦ m¨¢s sanguinario. Su ej¨¦rcito lanza los misiles con tal sa?a sobre gente inocente, entre los que se encuentran miles de ni?os, que da la idea de que los quisiera exterminar. Ignoro si a esta masacre sin freno se le llama genocidio, guerra de exterminio o crimen de guerra, pero es evidente que ese espect¨¢culo atroz solo por el hecho de contemplarlo en los telediarios rodeado de anuncios navide?os causa una profunda degradaci¨®n en el alma del espectador. Queda por ver el precio emocional que nuestro inconsciente va a pagar a la hora de metabolizar las im¨¢genes en directo de ni?os destrozados mientras suenan dulces canciones de navidad; hospitales con los enfermos saltando por los aires entre turrones, perfumes, calles iluminadas, familias felices que esperan al hijo que vuelve a casa chapoteando sobre el charco de sangre que invade el sal¨®n del dulce hogar.