Mensaje en un yogur
Me compr¨¦ una almohada nueva y el mismo d¨ªa de estrenarla me despert¨® hacia la medianoche una conversaci¨®n procedente de su interior
Me compr¨¦ una almohada nueva, porque la anterior me produc¨ªa tort¨ªcolis, y el mismo d¨ªa de estrenarla me despert¨® hacia la medianoche una conversaci¨®n procedente de su interior. Interven¨ªan tres o cuatro voces, una de ellas infantil y adultas las dem¨¢s, aunque todas, incluso las de los hombres, resultaban agudas. Cuando abr¨ª los ojos, para comprobar que no se trataba de un sue?o, la conversaci¨®n ces¨®, como si los participantes se hubieran percatado de mi escucha. Permanec¨ª quieto, imitando la respiraci¨®n pausada de los que duermen y a los pocos minutos se reanud¨®. No entend¨ªa bien lo que dec¨ªa...
Me compr¨¦ una almohada nueva, porque la anterior me produc¨ªa tort¨ªcolis, y el mismo d¨ªa de estrenarla me despert¨® hacia la medianoche una conversaci¨®n procedente de su interior. Interven¨ªan tres o cuatro voces, una de ellas infantil y adultas las dem¨¢s, aunque todas, incluso las de los hombres, resultaban agudas. Cuando abr¨ª los ojos, para comprobar que no se trataba de un sue?o, la conversaci¨®n ces¨®, como si los participantes se hubieran percatado de mi escucha. Permanec¨ª quieto, imitando la respiraci¨®n pausada de los que duermen y a los pocos minutos se reanud¨®. No entend¨ªa bien lo que dec¨ªan porque las palabras llegaban a mis o¨ªdos deterioradas por el viaje realizado a trav¨¦s de la viscoel¨¢stica, material del que me dijeron que estaba hecha la almohada. Pero el tono era tranquilo, semejante al de personas que discuten sobre la resoluci¨®n un asunto pr¨¢ctico poco importante.
A medida que transcurr¨ªa la noche, me fui acostumbrando a las voces y empec¨¦ a distinguir palabras sueltas que se refer¨ªan a objetos dom¨¦sticos como la olla expr¨¦s, la lavadora o el extractor de humos, que, por cierto, se hab¨ªa estropeado. Entre ellas aparec¨ªa con frecuencia mi nombre. Hablaban de m¨ª, pues, o de alguien que se llamaba como yo, aunque, si la almohada era m¨ªa, lo m¨¢s probable era lo primero. En estas son¨® el despertador y tuve que levantarme. Al hacer la cama, palp¨¦ la almohada y no hall¨¦ nada raro en ella.
La noche siguiente, a la misma hora, comenz¨® la conversaci¨®n en el mismo tono y con las mismas personas. Hablaban de nuevo de m¨ª y de algo relacionado con un yogur. Nunca tomo yogur, pero por la ma?ana compr¨¦ un pack de cuatro y en la tapa del primero que abr¨ª me toc¨® un n¨²mero para un sorteo que gan¨¦ y cuyo premio era, curiosamente, una almohada, tambi¨¦n de viscoel¨¢stica, que me enviar¨¢n por mensajer¨ªa. La espero ansiosamente, a ver si en esta recibo al fin un mensaje de trascendencia para la humanidad.