?lvarez de Miranda, medidor de palabras
¡®Medir las palabras¡¯ es un fest¨ªn de conocimientos expuestos con amenidad. Ley¨¦ndolo uno comprueba que a menudo es un gandumbas
Me da que somos muchedumbre los que guardamos un recuerdo gustoso de los dardos de Fernando L¨¢zaro Carreter. Uno, que ya ven¨ªa engolosinado desde la mocedad con los asuntillos del idioma tratados en el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua espa?ola de Manuel Seco, hallaba placer y provecho en los art¨ªculos del maestro. Editados despu¨¦s en libro, hoy se pueden disfrutar sin l...
Me da que somos muchedumbre los que guardamos un recuerdo gustoso de los dardos de Fernando L¨¢zaro Carreter. Uno, que ya ven¨ªa engolosinado desde la mocedad con los asuntillos del idioma tratados en el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua espa?ola de Manuel Seco, hallaba placer y provecho en los art¨ªculos del maestro. Editados despu¨¦s en libro, hoy se pueden disfrutar sin los inconvenientes de la espera. Por suerte, otros expertos de la cosa esta de hablar y escribir con correcci¨®n y propiedad prosiguen de modo parejo la tarea de L¨¢zaro Carreter. Me vienen r¨¢pidamente a la boca los nombres de ?lex Grijelmo en este peri¨®dico y de Pedro ?lvarez de Miranda en El Mundo. Sin duda hay m¨¢s. Uno les agradece que nos saquen de dudas, corrijan nuestros yerros y nos deparen buenos ratos de lectura instruy¨¦ndonos sobre etimolog¨ªas, pormenores ortogr¨¢ficos, menudencias morfol¨®gicas y sint¨¢cticas y mil y una curiosidades de la lengua que hablamos y maltratamos. Tambi¨¦n ?lvarez de Miranda, acad¨¦mico de la RAE, suele recopilar en libros sucesivos sus art¨ªculos sobre las cuestiones mencionadas. Lo acaba de hacer en uno titulado Medir las palabras, r¨®tulo que avisa del contenido del libro tanto como del talante ponderado de quien lo firma. No es ?lvarez de Miranda hombre propenso a rega?ar. Prevalecen en sus escritos el ¨¢nimo conciliador y la iron¨ªa. Sus dardos carecen de la punta acerada que en ocasiones pon¨ªa a los suyos su antecesor aragon¨¦s. El libro es un fest¨ªn de conocimientos expuestos con amenidad. Ley¨¦ndolo uno comprueba que a menudo es un gandumbas; que a veces se le puede seguir el rastro a un vocablo (quir¨®fano, sin ir m¨¢s lejos) hasta dar con su inventor; que putiferio no s¨®lo significa lo que alguno supone, acaso inducido por el diccionario de la Academia. De este modo, con un punto de indulgencia afable, el autor nos va guiando por un sinn¨²mero de particularidades ling¨¹¨ªsticas plenas de actualidad.