Verg¨¹enza racista en el f¨²tbol
Las autoridades deportivas deben sancionar con contundencia a los clubes que no pongan coto a los insultos a los jugadores
Tres actos racistas durante el pasado fin de semana han vuelto a poner sobre la mesa el grave problema del racismo en los estadios espa?oles de f¨²tbol. A pesar de la legislaci¨®n vigente ¡ªla Ley 19/2007 contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte¡ª, la situaci¨®n sigue repiti¨¦ndose con escandalosa frecuencia sin que, m¨¢s all¨¢ de los comunicados de condena de los clubes propietarios de los campos y de las declaraciones de solidaridad con de los agredidos, se produzca una mejora tangible en la situaci¨®n.
El s¨¢bado, en el estadio Coliseum de Getafe, el futbol...
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Tres actos racistas durante el pasado fin de semana han vuelto a poner sobre la mesa el grave problema del racismo en los estadios espa?oles de f¨²tbol. A pesar de la legislaci¨®n vigente ¡ªla Ley 19/2007 contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte¡ª, la situaci¨®n sigue repiti¨¦ndose con escandalosa frecuencia sin que, m¨¢s all¨¢ de los comunicados de condena de los clubes propietarios de los campos y de las declaraciones de solidaridad con de los agredidos, se produzca una mejora tangible en la situaci¨®n.
El s¨¢bado, en el estadio Coliseum de Getafe, el futbolista argentino del Sevilla Marcos Acu?a fue insultado desde la grada con gritos de ¡°Acu?a, mono¡± y ¡°Acu?a, vienes del mono¡±. En el mismo encuentro, el entrenador sevillista, el madrile?o Quique S¨¢nchez Flores, escuch¨® desde el banquillo c¨®mo se le gritaba ¡°gitano¡±. En el minuto 69 el ¨¢rbitro activ¨® el protocolo contra el racismo, detuvo el partido y orden¨® que se recordara por megafon¨ªa la ilegalidad de dichos insultos. El juego se reanud¨® minutos m¨¢s tarde. El mismo d¨ªa, en el campo Las Llanas de Sestao, el senegal¨¦s Cheikh Sarr, portero del Rayo Majadahonda, se enzarz¨® con los aficionados situados tras su porter¨ªa, que le estaban gritando ¡°puto mono¡± y ¡°puto negro de mierda¡±. El ¨¢rbitro expuls¨® al portero, porque es lo que determina el reglamento, pero los compa?eros de equipo de Sarr abandonaron el terreno de juego y el encuentro qued¨® suspendido.
No valen ya los habituales argumentos de que se trata de comportamientos minoritarios y episodios puntuales. Lo sucedido en Getafe y Sestao son los dos ¨²ltimos casos conocidos de una larga serie de incidentes similares. Los ejemplos son interminables y se producen desde hace a?os. Hace ya casi dos d¨¦cadas, el camerun¨¦s Samuel Eto¡¯o, del FC Barcelona, enfil¨® el camino a los vestuarios en pleno partido con el Zaragoza harto de los insultos racistas que recib¨ªa, aunque finalmente sigui¨® jugando. Un a?o despu¨¦s, en el Santiago Bernab¨¦u, el brasile?o Marcelo, del Real Madrid, tuvo que escuchar c¨®mo aficionados del Atl¨¦tico le gritaban a su hijo peque?o, que lo acompa?aba, ¡°Marcelo es un mono¡± y ¡°Esperamos que tu padre muera¡±. En los ¨²ltimos tiempos, Vinicius, delantero brasile?o del Real Madrid, es el objetivo habitual de calificativos racistas dentro y fuera de muchos estadios espa?oles.
El marco legal contra el racismo en los estadios ya existe, pero a la vista est¨¢ que no es suficiente. Es fundamental que los clubes asuman la responsabilidad de lo que ocurre en sus instalaciones y prevengan este tipo de delitos. De hecho, con lamentables excepciones, ya lo han conseguido en otros dos aspectos relacionados con la violencia en la grada: el lanzamiento de objetos y la presencia de grupos ultras violentos.
Sobre lo primero, y ante la dureza de las sanciones administrativas, tomaron las medidas necesarias para evitar el lanzamiento de almohadillas y botellas. En cuanto a lo segundo, mucho m¨¢s dif¨ªcil, FC Barcelona y Real Madrid dieron ejemplo al desactivar a sus dos poderos¨ªsimos grupos radicales: Boixos Nois y Ultras Sur. Dados esos precedentes, parece razonable plantear que el endurecimiento de las sanciones a los equipos en cuyos estadios se produzcan actos racistas es el medio m¨¢s eficaz para acabar con esta lacra, intolerable en una democracia europea y en el ¨¢mbito de un deporte de tanta proyecci¨®n social.