Llorar como Vinicius
Muchos chicos han crecido teniendo que acostumbrarse al insulto y, como el futbolista, no son pocos los que se han topado con la aparente paradoja de que cuanto m¨¢s denuncias m¨¢s te agreden
El jugador del Real Madrid se ech¨® a llorar en rueda de prensa al hablar del racismo que sufre en el campo y yo me acord¨¦ de las l¨¢grimas invisibles de tantos chavales v¨ªctimas de tan absurda discriminaci¨®n. Lloran los chicos a las puertas de las discotecas que solo hacen uso de su derecho de admisi¨®n cuando son morenos los que quieren entrar. Lloran de rabia cuando una y otra vez la polic¨ªa les pide la documentaci¨®n y les tocan siempre los registros aleatorios. Se tragan las l¨¢grimas cuando el segurata del tren los trata con un desprecio que no est¨¢ incluido en sus funciones, cuando desde detr¨¢s del mostrador son atendidos como si fueran idiotas, habl¨¢ndoles muy despacio y a menudo gritando. Tambi¨¦n sollozar¨ªan de frustraci¨®n si no se impusieran aguantar el tipo cuando en las entrevistas de trabajo ya notan las reticencias del empleador, cuando descubren que les pagan menos que a sus compa?eros de pelo liso que, adem¨¢s, siempre ascienden m¨¢s r¨¢pido. Aprietan los pu?os cuando los mandan a su pa¨ªs, aunque nacieron aqu¨ª y son ¡°de aqu¨ª de toda la vida¡±. Para muchos, el f¨²tbol es un espacio donde las frustraciones del racismo cotidiano que llevan pegado a la piel desaparecen porque en el campo lo m¨¢s importante es la habilidad con la pelota. Y porque no son pocas las estrellas mundiales sobradas de melanina. Desde Pel¨¦, el deporte ha servido a los chicos pobres y encerrados en prejuicios para sacar pecho como seres humanos iguales. Discriminan las personas y quienes tienen en sus manos la igualdad de oportunidades, pero la naturaleza reparte de talentos innatos sin fijarse en el color de piel.
Como Vinicius, muchos chicos han crecido teniendo que acostumbrarse al insulto y como ¨¦l no son pocos los que se han topado con la aparente paradoja de que cuanto m¨¢s denuncias m¨¢s te agreden. En realidad tiene l¨®gica si tenemos en cuenta que el racista es un tipo s¨¢dico que disfruta viendo llorar a quien discrimina, que no atiende a razones porque su postura es ideol¨®gica y nada de lo que se le pueda decir har¨¢ que cambie sus creencias. Parte de la negaci¨®n de la humanidad del que pretende rebajar y ni siquiera el ¨¦xito del negro lo lleva a cuestionarse a s¨ª mismo. En este sentido, justificar uno su propia existencia ante ¨¦l es contraproducente porque supone la aceptaci¨®n del marco mental racista que ha sembrado la duda. No cabe defensa alguna ante quien no te reconoce, solo seguir con tu camino sorteando los obst¨¢culos y no buscar nunca ni el permiso ni el aplauso de quienes disfrutan odi¨¢ndote.
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