¡®Yo acuso¡¯: el caso ?Dreyfus?
Si ?mile Zola viviese, recriminar¨ªa al Poder Judicial no haber expedientado al juez Peinado por admitir la denuncia contra G¨®mez
¡°Yo acuso al teniente general Paty de Clam como fabricante del error judicial¡; acuso al general Mercier, por haberse hecho c¨®mplice¡; acuso al general Billot por haber tenido en sus manos las pruebas de la inocencia de Dreyfus y no haberlas utilizado, con un fin pol¨ªtico¡; acuso al primer consejo de guerra por haber condenado a un acusado fund¨¢ndose en un documento secreto y al segundo por haber cubierto esta ilegalidad¡±.
As¨ª culminaba el escritor ?mile Zola ...
¡°Yo acuso al teniente general Paty de Clam como fabricante del error judicial¡; acuso al general Mercier, por haberse hecho c¨®mplice¡; acuso al general Billot por haber tenido en sus manos las pruebas de la inocencia de Dreyfus y no haberlas utilizado, con un fin pol¨ªtico¡; acuso al primer consejo de guerra por haber condenado a un acusado fund¨¢ndose en un documento secreto y al segundo por haber cubierto esta ilegalidad¡±.
As¨ª culminaba el escritor ?mile Zola su art¨ªculo-manifiesto en L¡¯Aurore (13/1/1898). Defend¨ªa al capit¨¢n Alfred Dreyfus, que llevaba tres a?os encarcelado. Le acusaron bas¨¢ndose en meros bulos, eso tan actual en Espa?a. Le condenaron por alta traici¨®n y ratificaron la infamia en juicios fantasma; en uno de ellos, tras deliberar tres minutos. Fue rehabilitado en 1906: la protesta de escritores y artistas corrigi¨® el desm¨¢n judicial. Tras un decenio largo del proceso.
Esa rebeld¨ªa bautiz¨® la responsabilidad c¨ªvica de los intelectuales liberales y progresistas. ¡°Manifeste des intellectuels¡±, titul¨® Georges Clemenceau las adhesiones al texto de Zola, enorgulleci¨¦ndoles con el mismo calificativo que pretend¨ªa humillarles.
¡°No fueron las d¨¦biles pruebas ¡ªpronto se comprob¨® su manipulaci¨®n¡ª la causa de la condena, sino el antisemitismo que estaba arraigado en la sociedad francesa de aquel tiempo, y exacerbado en el Estado Mayor del ej¨¦rcito. Dreyfus era jud¨ªo, y el odio hacia esa condici¨®n era tan visceral que dio lugar a una conspiraci¨®n en su contra para condenarlo¡±, escribe, en un hermoso resumen de esa causa, el profesor Francisco Michavila en su reciente Inquietudes de un europeo (Tecnos).
Si Zola viviese hoy, acusar¨ªa al turbio juez Juan Carlos Peinado de haber violado la Ley de Enjuiciamiento Criminal, cuyo art¨ªculo 269 prescribe que si la denuncia de un hecho ¡°que no revistiere car¨¢cter de delito¡± o ¡°fuere manifiestamente falsa¡± deber¨ªa abstenerse de enjuiciarla, como en el estramb¨®tico caso contra Bego?a G¨®mez. Y recriminar¨ªa al Poder Judicial no haberle expedientado por presunta prevaricaci¨®n, al haber ignorado la jurisprudencia del Supremo: en 2021, este consagr¨® el principio de que ¡°una noticia por s¨ª sola no legitima a ning¨²n accionante popular para convertir el relato period¨ªstico en un relato de hechos punibles¡±. O sea, que solo con recortes, no hay caso. Esos individuos son como los jueces de Dreyfus. Pero nosotros, ay, no somos Zola.