El doble fondo
No es f¨¢cil soportar la vida a palo seco, como si no hubiera nada al otro lado del tabique. Preferimos un vecino molesto al vac¨ªo. O la fe al absurdo, que dec¨ªa un obispo
Si los t¨¦rminos inmanencia y trascendencia jugaran un partido de f¨²tbol, ganar¨ªa por goleada trascendencia. De hecho, ha ganado ya. Las liturgias en las que se desenvuelven los enterramientos desde la antig¨¹edad surgen de una fe ciega en la trastienda. Hay algo m¨¢s all¨¢ de la vida, en fin. De la inmanencia, en cambio, es decir, de la idea de que lo que hay es lo que hay, apenas quedan huellas culturales porque cuando uno cree que lo que ve es cuanto existe, se deja de ritos y de mitos. Pero no es f¨¢cil soportar la vida de este modo, a palo seco, como si no hubiera nada al otro lado del tabique...
Si los t¨¦rminos inmanencia y trascendencia jugaran un partido de f¨²tbol, ganar¨ªa por goleada trascendencia. De hecho, ha ganado ya. Las liturgias en las que se desenvuelven los enterramientos desde la antig¨¹edad surgen de una fe ciega en la trastienda. Hay algo m¨¢s all¨¢ de la vida, en fin. De la inmanencia, en cambio, es decir, de la idea de que lo que hay es lo que hay, apenas quedan huellas culturales porque cuando uno cree que lo que ve es cuanto existe, se deja de ritos y de mitos. Pero no es f¨¢cil soportar la vida de este modo, a palo seco, como si no hubiera nada al otro lado del tabique. Preferimos un vecino molesto al vac¨ªo. O la fe al absurdo, que dec¨ªa un obispo.
El infierno es jodido, pero garantiza la vida eterna, que es de lo que se trata. De ah¨ª su enorme ¨¦xito. El otro d¨ªa, en el telediario, un polic¨ªa golpeaba las paredes de una casa en busca de un sonido hueco. Cuando lo oy¨®, sonri¨® con satisfacci¨®n: hab¨ªa dado con un agujero secreto en el que los narcotraficantes guardaban el dinero y la droga. Lo de menos es lo que hubiera dentro: lo importante era la existencia del agujero. Nos gustan los s¨®tanos y los desvanes por lo mismo que nos vuelve locos el doble fondo del sombrero de copa del mago. Todas esas oquedades metaforizan la Oquedad esencial, con may¨²scula, de la que las religiones son sus representantes.
Los cuentos de gente emparedada, que a veces suceden tambi¨¦n en la realidad, funcionan porque simbolizan la posibilidad de que una de las paredes de la habitaci¨®n ¨Daquella tras la que se esconde el muerto o el tesoro¨D sea falsa. Hay quien cree que la mente sobrevive al cerebro o que tras la maldad se esconde la bondad. Bueno, est¨¢ bien, es posible, pero quiz¨¢ vaya siendo hora de reivindicar un poco la idea de inmanencia. Algunos lunes resulta muy tranquilizador saber que solo puedes esperar la salvaci¨®n de aquello o aquellos que est¨¢n al alcance de tu vista. O de tu abrazo.