El ¡®desliz¡¯ de Feij¨®o con Puigdemont
Hace tiempo que el l¨ªder popular cultiva una suerte de ¡®v¨ªa regionalista¡¯ por si la necesita para llegar a La Moncloa
Alberto N¨²?ez Feij¨®o no puede negar ya lo evidente: la amnist¨ªa es la condici¨®n necesaria para que el PP y Junts puedan volver a pactar en Espa?a alguna vez. Y es que el presunto desliz de Feij¨®o no descartando una moci¨®n de censura contra Pedro S¨¢nchez con el apoyo de Carles Puigdemont ¡ªahora que la citada ley ha sido aprobada¡ª deja entrever que el independentismo no est¨¢ fuera de su ecuaci¨®n. Y en realidad, hace tiempo que Fe...
Alberto N¨²?ez Feij¨®o no puede negar ya lo evidente: la amnist¨ªa es la condici¨®n necesaria para que el PP y Junts puedan volver a pactar en Espa?a alguna vez. Y es que el presunto desliz de Feij¨®o no descartando una moci¨®n de censura contra Pedro S¨¢nchez con el apoyo de Carles Puigdemont ¡ªahora que la citada ley ha sido aprobada¡ª deja entrever que el independentismo no est¨¢ fuera de su ecuaci¨®n. Y en realidad, hace tiempo que Feij¨®o viene cultivando una especie de v¨ªa regionalista, que a saber si le resultar¨¢ necesaria para llegar alguna vez a La Moncloa.
Basta observar la campa?a para las elecciones vascas y catalanas para entender c¨®mo el PP viene macerando esa v¨ªa. Ni los populares se atrevieron a soltar eso de ¡°que te vote Txapote¡± en Euskadi, ni tampoco dieron la batalla contra la amnist¨ªa en los comicios en Catalu?a. Es decir, que otra derecha es posible, una que no se dedique a incendiar en los territorios. De un lado, porque sabe que le quitar¨ªa votos: la sociedad vasca no responde a las mismas coletillas que el PP jalea en el resto de Espa?a, mientras que el constitucionalismo catal¨¢n respira aliviado con la desinflamaci¨®n del proc¨¦s. De otro, tal vez los populares no quieren levantar demasiadas ampollas entre los que podr¨ªan ser sus socios potenciales para recuperar el poder a medio plazo. Es decir, el PNV y Junts.
As¨ª que Feij¨®o lleva tiempo construyendo una nueva legitimidad: esa que podr¨ªa pasar por el nacionalismo vasco y el independentismo catal¨¢n. Y en verdad, es demasiada casualidad que los ¡°patinazos¡± del l¨ªder del PP aparezcan siempre a las puertas de unos comicios: antes ocurri¨® en Galicia, con la idea del indulto condicionado a Puigdemont, y ahora a las puertas de las europeas con la moci¨®n de censura. Sea un desliz, o no, el resultado acaba siendo el mismo: Feij¨®o puede acabar metabolizando ante las urnas, ante su electorado, la idea de que alguna vez podr¨ªa pactar con Junts.
En consecuencia, nadie dir¨¢ que no estaba avisado del eventual pacto, si llega a ocurrir. El mayor temor que podr¨ªa tener el PP a largo plazo es el castigo electoral por acercarse alguno de los partidos del refer¨¦ndum del 1 de octubre. A fin de cuentas, sacar provecho de la amnist¨ªa ¡ªpactando con Junts¡ª ser¨ªa ir en contra de su base social, a la que han movilizado en contra de la medida de gracia desde hace meses, llenando las plazas y las calles. Sin embargo, el poder es pragm¨¢tico: nada impedir¨ªa ese acercamiento, si dan los n¨²meros, una vez los l¨ªderes del proc¨¦s hayan sido amnistiados y Vox sea menos necesario para la gobernabilidad del PP. Que estas perlas hayan ca¨ªdo en campa?a provocar¨ªa un efecto de normalizaci¨®n o blanqueamiento ante sus votantes. Feij¨®o siempre podr¨¢ alegar que su base social lo ha ido asimilando: el PP no se hundi¨® en las elecciones gallegas y es de esperar que no le ocurra en las europeas, tampoco, pese a sus deslices. Hete ah¨ª la coartada. Claro est¨¢, ambos comicios eran zona de poco riesgo: los primeros, porque los populares siempre han sacado buenos resultados, los segundos, por la menor implicaci¨®n ciudadana.
El hecho es que a Feij¨®o le viene muy bien legitimar la v¨ªa regionalista ante la derecha dura, sea descuido o no. Su posici¨®n es distinta a la del PP de Madrid, que considera que con Junts no se pude ir ni ¡°a la vuelta de la esquina¡±, en palabras de Isabel D¨ªaz Ayuso. Sus medios afines creen que el nacionalismo ya demostr¨® el 1-O que era irreconducible para la gobernabilidad de Espa?a. En cambio, el l¨ªder gallego considera que la ¨²nica l¨ªnea roja es Bildu, como dej¨® claro en su investidura fallida. Precisamente, puesto que Junts ha dado un giro a lo Converg¨¨ncia, virando a un discurso econ¨®mico m¨¢s a la derecha, la distancia se estrecha con el propio PP, e incluso, tambi¨¦n con Vox. Ya solo les separa la cuesti¨®n nacional, ahora que Junts se ha sumado al carro de las pol¨ªticas sobre migraci¨®n.
Con todo, a Feij¨®o se le abre una ventana de oportunidad para legitimar su v¨ªa regionalista frente a la v¨ªa de la ultraderecha. Las elecciones europeas de este domingo pueden arrojar un escenario novedoso en Espa?a: que a Vox le salgan nuevos competidores, otros partidos ultras, que fragmenten a¨²n m¨¢s ese espacio. As¨ª pues, frente a una ultraderecha en descomposici¨®n, no ser¨ªa tan extra?o que el independentismo saliente de la amnist¨ªa ¡ªya metabolizado por la derecha¡ª fuera m¨¢s vendible. Es m¨¢s: si Puigdemont deja la pol¨ªtica al no lograr la presidencia de la Generalitat, como prometi¨®, el Junts resultante ya no tendr¨ªa el membrete de ser el partido del 1 de octubre.
Aunque quien m¨¢s est¨¢ disfrutando con que PSOE y PP se lo rifen es Junts. Al independentismo no le conviene hacer caer a S¨¢nchez mientras se aplica la amnist¨ªa en los tribunales, dado que ley que seguir¨¢ todav¨ªa un camino judicial tortuoso. Si bien, el juego a dos bandas le sirve a Junts para subir su precio negociador frente al Gobierno, so pena de ¡°irse¡± con la derecha. El desliz del l¨ªder popular, en definitiva, no acaba resultando inconveniente, ni para Puigdemont ni para Feij¨®o, haya sido descuido, estrategia electoral o un lapsus visionario de la v¨ªa regional.