Los pisos son contenido
El tr¨¢fico basado en el miedo inmobiliario aumenta. ?C¨®mo lo s¨¦? Porque veo a sus depredadores volar en c¨ªrculos
Durante un tiempo me prohib¨ª a m¨ª misma el acceso a Idealista. Me di de baja de sus alertas e instal¨¦ una extensi¨®n en el navegador que no me permit¨ªa entrar en su p¨¢gina web. Tambi¨¦n intent¨¦ controlar mi consumo de noticias sobre la subida del mercado inmobiliario, que se estaba desbocando por minutos en la ciudad donde quer¨ªa vivir. Instagram, donde pod¨ªa ver las casas ajenas, tampoco me hac¨ªa demasiado bien. Mi necesidad de establecerme gener¨® mucho tr¨¢fico en internet, un tr¨¢fico recurrente ansioso y obsesivo. Es decir, la mejor de las audiencias para quien vive de ellas. Cuando, tiempo de...
Durante un tiempo me prohib¨ª a m¨ª misma el acceso a Idealista. Me di de baja de sus alertas e instal¨¦ una extensi¨®n en el navegador que no me permit¨ªa entrar en su p¨¢gina web. Tambi¨¦n intent¨¦ controlar mi consumo de noticias sobre la subida del mercado inmobiliario, que se estaba desbocando por minutos en la ciudad donde quer¨ªa vivir. Instagram, donde pod¨ªa ver las casas ajenas, tampoco me hac¨ªa demasiado bien. Mi necesidad de establecerme gener¨® mucho tr¨¢fico en internet, un tr¨¢fico recurrente ansioso y obsesivo. Es decir, la mejor de las audiencias para quien vive de ellas. Cuando, tiempo despu¨¦s, consegu¨ª pagar la entrada de un piso, la obsesi¨®n desapareci¨® para m¨ª, pero siento que aumenta ese tr¨¢fico basado en el miedo inmobiliario. ?C¨®mo lo s¨¦? Porque observo a sus depredadores volar en c¨ªrculos sobre ¨¦l.
La vivienda es un derecho constitucional y una de las principales preocupaciones espa?olas, pero tambi¨¦n es contenido que alimenta a diario la m¨¢quina insaciable de internet. Conocemos el ciclo: cuanto mayor resulta una frustraci¨®n social, m¨¢s tr¨¢fico genera y m¨¢s se retroalimenta la insatisfacci¨®n compartida. Echo un vistazo a Discover, el algoritmo que usa Google para recomendar p¨¢ginas sin necesidad de realizar b¨²squedas, y que funciona de forma casi transparente en la principal forma de acceso a internet en Espa?a, los m¨®viles Android. ?ltimamente triunfan las pseudonoticias inmobiliarias de publicaciones que intentan rascar algo de audiencia con ejemplos de pisos baratos en la playa, de bancos o no muy lejos de las capitales. Mi favorita: una sobre la rebaja de 3.000 euros en el precio de venta de un piso en Castell¨®n que el algoritmo crey¨® relevante para m¨ª por alguna raz¨®n.
Abundan, en realidad, quienes sacan partido de la amplificaci¨®n algor¨ªtmica de nuestra oscuridad. Estos d¨ªas nos hemos unido en el odio a un par de agentes inmobiliarios que se han hecho virales promocionando su cartera de propiedades en TikTok. Julio Alcalde, de ?lite Alcal¨¢, present¨® como un magn¨ªfico ¨¢tico con encanto en Chamber¨ª, f¨¢cil de limpiar, una buhardilla de 27 metros con el ba?o en la cocina (200.000 euros). Mucho mejor estaba el pisazo de 160 metros y 1,3 millones de euros en Pr¨ªncipe de Vergara que ense?¨® Guille Revilla, de la inmobiliaria Diza, ¡°perfecto para que te regalen tus padres como primer piso¡±. Entendemos las bromas y que ellos solo son los mensajeros, pero no nos ha gustado. No se r¨ªe igual de una pedrada quien la recibe que quien la lanza.
¡°Obsesionados con generar a millones de personas ansiedad y frustraci¨®n al buscar una casa¡±, dicen en la popular cuenta El Zulista de X, con autoconsciencia y cierto ¨¢nimo de denuncia de las peores ofertas del mercado. La ¡°contentificaci¨®n¡± en redes de la crisis de vivienda es tan global como el problema. No tengo cari?o a las tiktokers norteamericanas que explican c¨®mo se compraron una bella casa en ruinas en una desesperada zona rural italiana por un euro a cambio del compromiso de reformarla, pero a quienes guardo en un lugar m¨¢s oscuro de mi coraz¨®n es a los tipos que se dedican a encontrar los bonitos y humildes espacios mediterr¨¢neos que a¨²n existen a la venta, y que al publicarlos en X, los exponen a las fantas¨ªas de expatriados y n¨®madas digitales m¨¢s adinerados que los habitantes locales. No estoy muy orgullosa de los sentimientos que me generan, pero qu¨¦ le vamos a hacer. ¡°Una industria para cada emoci¨®n. A cada audiencia, su ficci¨®n¡±, que canta el grupo Biznaga.