Los efectos ben¨¦ficos de la Roja
El ¨¦xito de la selecci¨®n de f¨²tbol, buen reflejo de la Espa?a diversa, ha conseguido poner de acuerdo a un pa¨ªs polarizado
En un momento de la vida social y pol¨ªtica espa?ola en el que la polarizaci¨®n y la fragmentaci¨®n parecen monopolizar la conversaci¨®n p¨²blica y privada, el ¨¦xito de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol, que esta noche disputa en Berl¨ªn la final de la Eurocopa contra Inglaterra, se ha convertido en un celebrado punto de encuentro para millones de ciudadanos.
Es cierto que el deporte de masas, por su naturaleza competitiva y su fuerte componente sentimental, puede ser objeto de interpretaciones hiperb¨®licas o, en el peor de los casos, de un descarado uso pol¨ªtico. Fue el caso, por ejemplo, del Campeonato del Mundo de Argentina de 1978, utilizado por la dictadura militar como una forma de legitimarse ante la opini¨®n p¨²blica internacional, o de la inhumana pol¨ªtica de Estado de la Alemania Oriental, cuyos gobernantes conceb¨ªan el triunfo deportivo como una muestra de superioridad en plena Guerra Fr¨ªa.
De la misma manera, ser¨ªa un error subestimar el potencial ben¨¦fico del fen¨®meno vivido en Espa?a en torno a la selecci¨®n masculina, prolongaci¨®n de lo sucedido hace poco menos de un a?o con la victoria mundialista de la femenina. Es evidente la conexi¨®n emocional que de forma espont¨¢nea, y por todo el pa¨ªs, el equipo nacional ha conseguido con millones de espa?oles de cualquier tendencia, especialmente con los m¨¢s j¨®venes. Se desmiente as¨ª el repetido argumento de quienes pretenden explotar a¨²n m¨¢s la concepci¨®n industrial del deporte de que las nuevas generaciones han perdido el inter¨¦s por el f¨²tbol televisado dada su supuesta dificultad para prestar atenci¨®n al juego durante hora y media. Bien al contrario, las audiencias millonarias y el entusiasmo palpable con los jugadores dirigidos por Luis de la Fuente demuestran que en el deporte, afortunadamente, sigue habiendo algo imposible de dise?ar en los despachos.
Porque esa conexi¨®n no se fundamenta solo en la posibilidad de ganar un t¨ªtulo o en el buen juego desplegado, sino tambi¨¦n en el perfil de sus protagonistas. Un grupo de jugadores de or¨ªgenes muy diferentes, tan diversos como la Espa?a del siglo XXI. No en vano, seg¨²n la encuesta que publica hoy EL PA?S, ocho de cada diez espa?oles creen que la multiculturalidad de la sociedad ha hecho mejor al equipo.
Son, adem¨¢s, j¨®venes que no consideran una debilidad ser sinceros respecto a su estado emocional (como ?lvaro Morata); que, como Nico Williams y Lamine Yamal ¡ªalgo m¨¢s que simb¨®licos hijos de la inmigraci¨®n¡ª, combinan la excelencia deportiva con una alegr¨ªa sin arrogancia o que ¡ªigual que miles de j¨®venes de su generaci¨®n¡ª han tenido que marchar a otros pa¨ªses para demostrar su enorme talento (como Dani Olmo, Marc Cucurella o Rodri). En definitiva, nada m¨¢s que f¨²tbol. Y nada menos que unos d¨ªas de alegr¨ªa y emociones compartidas por un pa¨ªs entero.