¡®Twisters¡¯: el caso contra los besos de pel¨ªcula
Ni la trama ni los efectos especiales, lo que m¨¢s irrita en este taquillazo es haber omitido la escena rom¨¢ntica entre los protagonistas
¡°Recordad siempre lo que nos han quitado¡±. ¡°Las pel¨ªculas sol¨ªan tener besos¡±. ¡°?Por qu¨¦ han cortado el beso?¡±. Ni por la trama ni por los personajes ni por los efectos especiales. Lo que m¨¢s irrita a las redes sobre Twisters ¡ªel taquillazo que ni es secuela ni es precuela ni es remake, pero que explora la figura de los cazadores de tornados tal y como hizo Twister (1996)¡ª es preguntarse por qu¨¦ no se ha incluido un beso entre los protagonistas. No es una queja infundada. En la era del ¡°foto o no pas¨®¡±, esa regla de internet en la que todo se sabe porque alguien siempre tuvo oportunamente el m¨®vil encendido en el momento adecuado, existen varios v¨ªdeos circulando en los que se ve a los protagonistas, Tyler Owens (interpretado por Glenn Powell) y Kate Carter (Daisy Edgar-Jones) bes¨¢ndose en un aeropuerto durante el rodaje.
Mucho trauma a cuestas compartido, mucha miradita l¨¢nguida durante dos horas y dos minutos pero, al final de la pel¨ªcula, ni rastro de ese beso que circulaba desde hace meses. En la edici¨®n que ha llegado a salas, Tyler (cazador de tornados) s¨ª sigue a Kate (meteor¨®loga convertida en susurradora de tormentas) a un aeropuerto antes de que ella abandone su vida para siempre. Antes de que puedan materializar su atracci¨®n compartida, otra tormenta los aleja una vez m¨¢s. ?Por qu¨¦ ha desaparecido del metraje ese morreo en la terminal de salidas y del que tiene constancia todo internet?
La culpa la tiene Steven Spielberg, productor de Twisters. Lo ha aclarado la revista Collider, donde los protagonistas confirman que ¨¦l tuvo la ¨²ltima palabra sobre el final. ¡°Fue una nota de Spielberg. Creo que eso evita que la pel¨ªcula parezca demasiado clich¨¦. Hay algo maravilloso en sentir que exista una continuaci¨®n. Este no es el final de su historia. Los une la pasi¨®n compartida por algo¡±, dijo Edgar-Jones.
Bastante olvidable en su ejecuci¨®n, sin rozar la magistralidad cl¨¢sica del de Rhett Butler y Escarlata O¡¯Hara en Lo que el viento se llev¨® o la intensidad a c¨¢mara lenta de Ryan Gosling y Carey Mulligan en el ascensor de Drive, el beso de Twisters no era malo en los par¨¢metros del bes¨®metro hollywoodiense. Pasaba el aprobado al contener todos los tics que los grandes estudios nos han ense?ado sobre esto: las manos de ella agarran el ment¨®n de ¨¦l mientras ¨¦l apoya las suyas en su cintura sin rozar sus nalgas. No hay lengua a la vista y todo se completa con el foot popping [levantamiento de pie] de la actriz. Un cl¨¢sico que la revista Screenland estableci¨® en 1923 al exigir la ¡°patada de ¨¦xtasis¡± al besar al gal¨¢n y que despu¨¦s se a?adir¨ªa al c¨®digo Hays de los a?os treinta. All¨ª se requer¨ªa que las mujeres, en las escenas rom¨¢nticas, siempre tuviesen ¡°un ¨²nico pie en el suelo¡±. Que la chica alce su pie como si fuese un espasmo natural est¨¢ tan arraigado que hasta la actriz en la que est¨¢ metamorfoseando inquietantemente Daisy Edgar-Jones, Anne Hathaway, ya lo ansiaba en Princesa por sorpresa (2001): su personaje esperaba que en su primer beso su pie se levantase ¡°como en las viejas pel¨ªculas¡±. Al final, obvio, lo hac¨ªa.
El caso Twisters o la negaci¨®n del final rom¨¢ntico para apostar por tramas inconclusas no pillar¨¢ desprevenido al pensador Grafton Tanner. En Foreverism (un ensayo corto traducido al catal¨¢n por Tigre de Paper), defiende que vivimos en la era del porsiemprismo. Una etapa viciada de consumo cultural en la que desde universos multimillonarios como el de Disney, la Guerra de las Galaxias o Marvel, con sus m¨²ltiples series derivadas y spin-offs, se nos alecciona con que la ¨²nica ausencia permitida es la del final. Ahora nada se acaba y nada muere. El negocio siempre puede continuar si todo queda abierto. Y si para hacer caja hay que matar al beso de pel¨ªcula, pues se mata. Sentencia de Spielberg.