¡®Twisters¡¯: un w¨¦stern de cat¨¢strofes guiado por los efectos especiales

No es una secuela ni una precuela ni un remake. Pero huele al cine comercial de los noventa, con el desparpajo del cine juvenil de los ochenta y un toque social contempor¨¢neo. Twisters, nacida de aquella Twister dirigida en 1996 por Jan de Bont y escrita por el superventas Michael Crichton, no recupera personajes ni se dedica a hacer gui?os nost¨¢lgicos in¨²tiles. Entre otras cosas porque aquella pel¨ªcula funcion¨® mientras deb¨ªa y despu¨¦s se olvid¨®. Lo que rescata es la figura de los cazadores de tornados, a la que aqu¨ª se da otra vuelta de tuerca denomin¨¢ndolos ¡°domadores¡±, y por supuesto aquella novedad intr¨ªnseca a su actividad que convert¨ªa el cine de cat¨¢strofes de los setenta en una pel¨ªcula no de precipitada huida de las fuerzas de la naturaleza sino de inmersi¨®n deseada. Una figura que en la era de YouTube y las redes sociales adquiere una nueva dimensi¨®n de inmediatez y de espect¨¢culo que la producci¨®n de Amblin Entertainment, con Steven Spielberg al mando, y dirigida por Lee Isaac Chung, capta con br¨ªo.

Chung, hijo de migrantes surcoreanos, nacido en los Estados Unidos rurales de Denver hace 46 a?os, que ya hab¨ªa contado la historia de su familia y de su infancia en la bonita aunque algo sobrevalorada Minari (seis nominaciones a los Oscar en 2020), ha hecho una pel¨ªcula puramente estadounidense. Tanto, que al cine de cat¨¢strofes de los setenta y al comercial de los noventa les suma un matiz gen¨¦rico a?adido: es una del Oeste. Twisters, por la relevante presencia del paisaje y su tratamiento, con su estupenda colecci¨®n de canciones de variaciones country (Miranda Lambert, Megan Moroney, Shanya Twain, Johnny Cash), su coprotagonista con sombrero, pinta y actitud de cowboy interpretado por Glenn Powell, que no se pierde una, su secuencia de rodeo y el enfrentamiento entre las dos bandas de domadores de tornados, los b¨¢sicamente oficiales, guiados por la tecnolog¨ªa y el (aparente) buen gusto, y los proscritos, que se asemejan en principio a los cuatreros del g¨¦nero, podr¨ªa definirse como un w¨¦stern de cat¨¢strofes.

Oklahoma, tierra de tornados, es el escenario de una historia con el objetivo puesto en el espect¨¢culo, cosa que logra con creces gracias a unos impresionantes efectos especiales y a un dise?o de sonido ensordecedor, pero que no evita tratar temas de actualidad sobre la dignidad de los desfavorecidos, aunque sea de soslayo. La especulaci¨®n inmobiliaria, presente en esa banda de cient¨ªficos y exsoldados financiados por una compa?¨ªa que luego pretende sacar tajada con la reconstrucci¨®n de los escenarios devastados, pone el grano de arena social de Twisters, y Chung, visualizando la historia del reputado en cine de acci¨®n Joseph Kosinski (Oblivion, Top Gun: Maverick), lo subraya en un par de momentos de delicadeza dentro del exhibicionismo del CGI (en ingl¨¦s, siglas de im¨¢genes creadas por ordenador).

Es posible que en algunos di¨¢logos se abuse de los tecnicismos cient¨ªficos (que a saber si tienen o no enjundia y verdad), pero Twisters ofrece justo lo que se pide a una producci¨®n de este calibre: entretenimiento, oficio, espect¨¢culo y un par de int¨¦rpretes con qu¨ªmica, Powell y la eternamente triste Daisy Edgar Jones, siempre con trauma detr¨¢s en cada uno de sus papeles. El tornado f¨ªsico y el hurac¨¢n sentimental de dos aventureros en esa Am¨¦rica Profunda a la que aluden unos pol¨ªticos estadounidenses m¨¢s que otros, pero que suele decidir elecciones, entre sus campos de trigo y los rigores del clima y de la naturaleza.