V¨ªctimas ¨²tiles o in¨²tiles
La prevalencia de la informaci¨®n sobre cr¨ªmenes en los medios siempre ha representado uno de esos puntos bajos en la madurez de una sociedad
Todo crimen contiene dentro una teor¨ªa sociol¨®gica completamente equivocada. Y no s¨®lo equivocada, a menudo tambi¨¦n precipitada y rid¨ªcula. Por eso, la prevalencia de la informaci¨®n sobre cr¨ªmenes en los medios siempre ha representado uno de esos puntos bajos en la madurez de una sociedad. Una regresi¨®n que revivimos actualmente. Los que crecieron en la Espa?a franquista recuerdan el fen¨®meno de El Caso, cuya misi¨®n era la de preservar el obsceno paternalismo del r¨¦gimen como refugio pa...
Todo crimen contiene dentro una teor¨ªa sociol¨®gica completamente equivocada. Y no s¨®lo equivocada, a menudo tambi¨¦n precipitada y rid¨ªcula. Por eso, la prevalencia de la informaci¨®n sobre cr¨ªmenes en los medios siempre ha representado uno de esos puntos bajos en la madurez de una sociedad. Una regresi¨®n que revivimos actualmente. Los que crecieron en la Espa?a franquista recuerdan el fen¨®meno de El Caso, cuya misi¨®n era la de preservar el obsceno paternalismo del r¨¦gimen como refugio para las almas c¨¢ndidas convencidas de que la libertad y el progreso se los llevar¨ªan por delante si no estabas en casa a las nueve. En la explosi¨®n de las libertades femeninas, que conllevaron la popularizaci¨®n de la p¨ªldora anticonceptiva y la aceptaci¨®n de las leyes de divorcio, el crimen contra las mujeres ejerc¨ªa de contrapeso, tiznando el relato de la emancipaci¨®n con la amenaza del peligro y el miedo se agitaba para justificar el paraguas protector. La semana pasada en la India, conocimos una de esas noticias que nos recuerdan a nuestro propio pasado. Una joven doctora fue violada y asesinada en su hospital al tiempo que las autoridades encubr¨ªan y llegaban a calificar de suicidio el crimen. No aclarar qui¨¦n es el criminal y ponerle nombre y apellidos ayuda a expandir una atm¨®sfera de miedo generalizado. El crimen, tan gratuito y casual como todos, acaba por servir para frenar la normalizaci¨®n de la independencia femenina en pa¨ªses hist¨®ricamente dominados por los varones y la religi¨®n.
En Espa?a, la semana pasada estuvo a punto de producirse una repetici¨®n de los sucesos que han sacudido las primeras horas del gobierno laborista en el Reino Unido. All¨ª, el asesinato de tres ni?as hizo reventar las redes sociales con un discurso de odio. Antes incluso de que se conocieran los detalles del caso, ya se expandi¨® el rumor de que el sospechoso se trataba de un islamista radical bajo tutela gubernamental, cosa que no era cierta. Su deseo les ha sido concedido finalmente en Solingen, Alemania. Las turbinas de la xenofobia se pusieron a trabajar a pleno pulm¨®n, con la ayuda inestimable del empresario Elon Musk, cuya aplicaci¨®n de mensajer¨ªa ha decidido dedicar a compensar el trauma personal de la ruptura con uno de sus hijos tras someterse este a una transici¨®n de g¨¦nero, de la que culpa a un difuso batiburrillo de manipuladores variados. Detr¨¢s de cada sobreactuaci¨®n se esconde siempre una trama particular, muchas veces oculta y fermentada en los armarios del rencor.
El asesinato de un ni?o en una peque?a poblaci¨®n de Toledo dispar¨® los mecanismos de la movilizaci¨®n ultra que aspiraban a emular lo que sacudi¨® el Reino Unido durante semanas, con disturbios protagonizados por plataformas que avivan el odio al inmigrante. Finalmente, la ejemplar actitud de la familia y las circunstancias reales ofrecieron una verdad completamente distante de esa veloz interpretaci¨®n interesada. Pero seguimos caminando en el filo del peligro. Mientras cada crimen siga generando esa oleada oportunista viviremos expuestos al error tan com¨²n de no aceptar los sucesos como lo que son, una ensalada de azares y elementos particulares que deber¨ªan ense?arnos a no tomarlos por diagn¨®sticos de nada. Es penoso el espect¨¢culo de ver c¨®mo corren demasiados tras cada asesinato a utilizarlo para llevar raz¨®n en una discusi¨®n sobre el flujo migratorio que se rebaja cada vez m¨¢s hacia lo superficial y lo fr¨ªvolo. El mayor desprecio a las v¨ªctimas es el de la precipitaci¨®n para usarlas a tu favor.