La "p¨ªldora" llega a la madurez
Para muchas mujeres hay un antes y un despu¨¦s de la p¨ªldora. Para el mundo en general, la muy famosa pastilla ha sido el primer anticonceptivo masivamente popular y uno de los factores decisivos para que la responsabilidad ante la reproducci¨®n no tenga excusas.Cuarenta a?os despu¨¦s, los efectos del invento que los m¨¦dicos norteamericanos Pincus y Chang experimentaron en puertorrique?as desde 1953 pueden resumirse en estos dos hitos: la p¨ªldora, al normalizar la utilizaci¨®n de anticonceptivos, permiti¨® una mayor libertad a las mujeres y a sus parejas. La consecuencia de esa libertad en la decisi¨®n de cu¨¢ndo tener hijos es la posibilidad del ejercicio de la reproducci¨®n responsable.
Parad¨®jicamente, pues, el anticonceptivo m¨¢s escandaloso de la historia, que fue recibido con anatemas morales porque permit¨ªa a las mujeres el control fiable de su cuerpo, ha contribuido a que nazcan hijos mucho m¨¢s deseados que en otras ¨¦pocas. Y, aunque no hay nada seguro, parece que los hijos, por el solo hecho de ser deseados, pueden comenzar su peripecia vital con mejores horizontes.
Por esta raz¨®n de fondo -casi nunca expuesta p¨²blicamente por razones que se me escapan-, la p¨ªldora cambi¨® la vida de las mujeres. Es f¨¢cil deducir que la liberaci¨®n de las mujeres habr¨ªa sido imposible sin una divulgaci¨®n de los anticonceptivos, que, junto a los avances generales de la medicina, arrinconaron el l¨®gico pavor femenino al parto. Antes de eso, una mujer sana con una vida sexual normal pod¨ªa dar a luz un m¨ªnimo de 12 hijos: ¨¦sa era la perspectiva a la que las mujeres de nuestro entorno estaban abocadas desde hac¨ªa siglos, marcadas por unas costumbres y una moralidad que el siglo XX, gracias a la divulgaci¨®n de todos los sistemas anticonceptivos, ha trastocado.
Las j¨®venes generaciones de los pa¨ªses desarrollados olvidan a menudo que sus madres fueron los conejillos de Indias de ese experimento que fue la p¨ªldora. Sus enemigos lanzaron toda clase de leyendas negras para que las mujeres no cayeran en la tentaci¨®n de utilizarla. Se trat¨® incluso de persuadir a los m¨¦dicos para que no la recetaran, y la jerarqu¨ªa cat¨®lica conden¨® la anticoncepci¨®n tajantemente.
En la Espa?a de los a?os sesenta, el art¨ªculo 416 del C¨®digo Penal castigaba con penas de arresto mayor y duras multas econ¨®micas "la fabricaci¨®n, venta, divulgaci¨®n o propaganda" de los anticonceptivos. Obs¨¦rvese lo sibilino del asunto: no se sanciona la utilizaci¨®n de anticonceptivos, pero ?c¨®mo utilizarlos si no se fabrican o si no se conocen?
En agosto de 1965, sin embargo, una orden del Ministerio de la Gobernaci¨®n permit¨ªa la distribuci¨®n de anovulatorios, previa receta m¨¦dica. Otra orden de Presidencia del mismo a?o excluy¨® del delito a los m¨¦dicos que los recetaban con finalidad terap¨¦utica. Ambas ¨®rdenes, aunque tarde, llegaron cuando ya no fue posible ocultar a las espa?olas la existencia de los anticonceptivos orales.
Como se ve, la famosa p¨ªldora era en el franquismo un asunto estrat¨¦gico que compet¨ªa al ministro de Orden P¨²blico y a la Presidencia del Gobierno, que era como decir a Franco mismo. Esta seudoliberalizaci¨®n de los anovulatorios en 1965 dio unos frutos que el Ministerio de Sanidad de la ¨¦poca cuantific¨® en que unas 120.000 mujeres espa?olas utilizaron la p¨ªldora en 1969. Estas 120.000 mujeres eran legalmente unas enfermas a las que los m¨¦dicos recetaban la pastilla. En 1974, las 800.000 espa?olas que seg¨²n el informe del Tribunal Supremo consum¨ªan anticonceptivos segu¨ªan siendo unas pobres enfermas.
El mismo informe calculaba entonces en 300.000 el n¨²mero de abortos clandestinos de las mujeres espa?olas. Pese a lo discutible de las cifras, la comparaci¨®n con Europa no resist¨ªa el an¨¢lisis. En 1974, Francia preparaba una ley -que vio la luz en mayo de 1975- seg¨²n la cual la p¨ªldora ser¨ªa gratuita y libre para todas las j¨®venes, que hasta ese momento deb¨ªan conseguir el permiso de sus padres.
En la Espa?a franquista y en la de la transici¨®n, por tanto, un mont¨®n de mujeres j¨®venes luchaba casi contra la estructura misma del Estado y contra todas las leyes por una simple pastilla anticonceptiva. En 1978, cuando el ginec¨®logo Santiago Dexeus y yo misma publicamos el primer manual de anticonceptivos en Espa?a -que fue editado por Rosa Reg¨¤s y que alcanzar¨ªa incontables ediciones-, sab¨ªamos que nos arriesg¨¢bamos a un incidente legal que afortunadamente, dada la evoluci¨®n de las cosas, no se produjo.
La pastilla anticonceptiva fue algo casi m¨¢gico para una generaci¨®n privilegiada que sexualmente se situ¨® entre esa p¨ªldora y el sida, convertido hoy en la gran amenaza de las relaciones sexuales. Pero la magia de la p¨ªldora fue para las espa?olas mucho m¨¢s all¨¢ de la sexualidad libre y de lo que el feminismo llam¨® "control del propio cuerpo". Posiblemente, gracias a la p¨ªldora y al debate originado por los anticonceptivos, muchas espa?olas aprendieron verdaderamente a amar la maternidad. La amaron por una simple raz¨®n: dejaron de temerla. Cuarenta a?os despu¨¦s parece claro que la famosa pastilla y el amor a la vida comparten un trozo de nuestra historia.
Del m¨¦todo Ogino al uso del cond¨®n
M.RCarl Djerrasi, de 75 a?os, hijo de una jud¨ªa vienesa y un b¨²lgaro sefard¨ª, es el padre de la p¨ªldora. De profesi¨®n qu¨ªmico, fue el que en 1951 sintetiz¨® la hormona progesterona para uso oral, en un principio para curar trastornos de menstruaci¨®n. Diez a?os m¨¢s tarde, la p¨ªldora se admiti¨® como anticonceptivo, y 40 a?os despu¨¦s la misma f¨®rmula, con leves modificaciones, la utilizan m¨¢s de 70 millones de mujeres. Hace dos a?os, con motivo del vig¨¦simo aniversario de la venta libre de anticonceptivos en Espa?a, el equipo Daphne (grupo estable de especialistas de hospitales p¨²blicos de distintas autonom¨ªas) analiz¨® la encuesta realizada sobre el consumo de anticonceptivos en el pa¨ªs. El resultado del an¨¢lisis dio que el uso de la p¨ªldora en Espa?a sigue siendo un m¨¦todo minoritario.
Pese a que la anticoncepci¨®n oral es la m¨¢s efectiva, en Espa?a s¨®lo la elige un 14% de mujeres, mientras que en Europa son entre el 30% y el 35%. Por edades, de 15 a 19 a?os, la mitad aseguraba que usaba alg¨²n anticonceptivo (el preservativo era utilizado por un 14%); la p¨ªldora era empleada s¨®lo por un 5%. Del otro 50%, un 17% declar¨® que no usaba nada, y el resto prefer¨ªa no contestar.
En el grupo de mujeres entre 20 y 24 a?os, el 25% recurr¨ªa al cond¨®n, y el 22%, a los anovulatorios. De los 25 y a los 29 aumentaba el uso tanto del preservativo (un 30%) como de la p¨ªldora (un 25%). De los 30 a los 34, la p¨ªldora, con un 22%, y el cond¨®n, un 21%, eran los m¨¢s utilizados, y aparec¨ªa el uso del dispositivo intrauterino (DIU), con un 6%. De los 35 a los 39 a?os, un 23% de las mujeres recurr¨ªa al preservativo, el 11% al DIU y un 11% a la p¨ªldora.
A partir de los 40 a?os y hasta los 44, un 20% usaba cond¨®n; la ligadura de trompas era el m¨¦todo que adoptaba un 11%; el DIU, un 7%, y la p¨ªldora, un 3%. Y de los 45 a?os y hasta los 49, un 21% recurr¨ªa a los preservativos, el 11% se ligaba las trompas, y s¨®lo el 1% utilizaba la p¨ªldora. En cuanto al coitus interruptus y al m¨¦todo Ogino, su pico m¨¢s alto estaba entre las mujeres de 40 a 44 a?os, con un 4% y un 2%, respectivamente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.