Venezuela no puede ser un pretexto
Reconocer como presidente electo a Gonz¨¢lez Urrutia, como pretende el PP, distorsionar¨ªa la presi¨®n que ejerce la Uni¨®n Europea
Que el Congreso de los Diputados debata el reconocimiento de Edmundo Gonz¨¢lez Urrutia como presidente electo de Venezuela, tal como consigui¨® hacer ayer el Partido Popular, forma parte de la normalidad parlamentaria. Tambi¨¦n que el PP pueda conseguir hoy la aprobaci¨®n de su proposici¨®n. Es el juego de las mayor¨ªas. M¨¢s dudas suscitan la oportunidad e incluso los prop¨®sitos de una iniciativa que coincide con el exilio en Espa?a del candidato de la oposici¨®n a Nicol¨¢s Maduro, cuyo r¨¦gimen se niega a mostrar las actas que acreditan el resultado de las elecciones del 28 de julio, sobre las que persiste la sombra del fraude.
El reconocimiento de Gonz¨¢lez Urrutia es, hoy por hoy, prematuro y poco ¨²til ¡ªsi no contraproducente¡ªporque introduce un elemento de distorsi¨®n en la presi¨®n y en los esfuerzos internacionales, que se centran en reclamar las actas que niega el chavismo para esconder su presumible derrota. Como sabe el PP, entre esos esfuerzos destacan los de la Uni¨®n Europea, que busca una salida democr¨¢tica para Venezuela sin caer en el mismo error que cometi¨® cuando en 2019 reconoci¨® como presidente a Juan Guaid¨®, en un voluntarista pero precipitado movimiento diplom¨¢tico en el que tambi¨¦n cay¨® el Gobierno de Espa?a.
Lo que puede ser un acto aparentemente moral y justo, debe sacarse de la refriega partidista espa?ola si se pretende estar a la altura del desaf¨ªo planteado por un r¨¦gimen como el chavista, que ha inhabilitado a dos candidatas opositoras, se ha declarado vencedor sin ni un solo dato que lo acredite, ha reprimido violentamente las protestas en su contra y ha declarado c¨ªnicamente terroristas a quienes hicieron p¨²blicas las actas que obraban en su poder para tratar de demostrar la victoria de la oposici¨®n. Un r¨¦gimen que, finalmente, ha empujado a Gonz¨¢lez Urrutia a tomar el camino del exilio con la ayuda del Ejecutivo espa?ol.
Ni los argumentos ni las intenciones del PP contribuyen a la eficacia que debe exig¨ªrsele a una iniciativa de tanto calado. No parece lo m¨¢s inteligente desde el punto de vista pol¨ªtico atacar a quienes, como los gobiernos de Brasil y de Colombia, promueven iniciativas de mediaci¨®n para que Maduro reconozca su derrota justo cuando este se ha aislado de la propia izquierda latinoamericana. Todo parece indicar que la diana del PP no est¨¢ en Caracas sino en Madrid. Atacar al Gobierno de Pedro S¨¢nchez, haga lo que haga, parece el ¨²nico punto del orden del d¨ªa. Y provocar la foto de la ruptura de la mayor¨ªa que apoy¨® su investidura, como est¨¢ a punto de suceder con la incorporaci¨®n del PNV al bloque favorable a la proposici¨®n popular. Es leg¨ªtimo, por supuesto, pero no deja de resultar fr¨ªvolo hacer oposici¨®n dom¨¦stica usando como moneda de cambio el destino de Venezuela.
El sufrimiento de los venezolanos en el interior o en el exilio merecen, como tambi¨¦n lo merece Espa?a, un buen debate y una resoluci¨®n lo m¨¢s amplia posible del Congreso para conseguir que Maduro muestre las actas electorales. Y, si tal cosa sucediera, que pueda iniciarse el camino para su relevo en la presidencia por quien presumiblemente ha ganado las elecciones. No parece ser este el objetivo del PP, que contribuye al desprestigio de la pol¨ªtica en Espa?a sin conseguir que avance ni un ¨¢pice la libertad en Venezuela.