Si Willy Brandt levantara la cabeza
En los ¨²ltimos decenios la socialdemocracia alemana se ha olvidado de la clase trabajadora
Algo va mal cuando un canciller socialdem¨®crata no puede hacer campa?a en un Estado donde su partido, el SPD, lleva gobernando 30 a?os y en cuya capital, Potsdam, ¨¦l tiene su domicilio particular. Olaf Scholz se ha convertido en un personaje t¨®xico y por eso no le invitaron a participar en ning¨²n mitin en Brandeburgo. All¨ª no se ha votado al Partido Socialdem¨®crata. ...
Algo va mal cuando un canciller socialdem¨®crata no puede hacer campa?a en un Estado donde su partido, el SPD, lleva gobernando 30 a?os y en cuya capital, Potsdam, ¨¦l tiene su domicilio particular. Olaf Scholz se ha convertido en un personaje t¨®xico y por eso no le invitaron a participar en ning¨²n mitin en Brandeburgo. All¨ª no se ha votado al Partido Socialdem¨®crata. Se ha votado para frenar a Alternativa para Alemania, s¨ª, pero se ha votado, sobre todo, al socialdem¨®crata Dietmar Woidke, un l¨ªder regional de 62 a?os, honesto, cercano a sus conciudadanos, preocupado por la educaci¨®n, la sanidad, la econom¨ªa familiar, sin ambiciones pol¨ªticas nacionales. Alguien que dijo que se iba a su casa si ganaba la ultraderecha. Y la gente le ha cre¨ªdo.
Y eso es lo que hace grande a Dietmar Woidke. Es de fiar, se acerca a la gente, aplica una de las grandes ideas de Willy Brandt: ¡°atreverse a m¨¢s democracia¡± (¡±mehr Demokratie wagen¡±). Y eso es lo que el SPD ha olvidado en estos ¨²ltimos decenios. Se ha olvidado de ¡°su¡± gente, de la clase trabajadora. Se ha olvidado de los j¨®venes, quienes ahora ven normal ser de derechas. Se ha olvidado de las mujeres, porque sigue siendo un partido muy masculino. Brandt apelaba en 1969 a los ciudadanos a hacerse corresponsables del devenir pol¨ªtico, a participar, a construir juntos una sociedad m¨¢s justa. Poco a poco el SPD se ha ido alejando de esos principios, al ritmo de la necesaria modernizaci¨®n, la globalizaci¨®n y la llegada de tecn¨®cratas y pragm¨¢ticos al aparato.
Siempre hubo corrientes y tensiones internas entre puristas y renovadores, pero a partir del a?o 1998 esa divisi¨®n se hizo m¨¢s patente a¨²n al llegar Gerhard Schr?der a la Canciller¨ªa Federal. Los alemanes estaban agotados tras 16 a?os con Helmut Kohl como primer ministro. Schr?der representaba la ruptura, la modernidad, y se apunt¨® a la ¡°Tercera V¨ªa¡± socialdem¨®crata y liberal del brit¨¢nico Tony Blair. Y, con una situaci¨®n econ¨®mica terrible, puso en marcha las reformas que Kohl hab¨ªa pospuesto sine die. Su Agenda 2010 y su reforma del subsidio de paro y de la pol¨ªtica social rompi¨® al SPD. Se hizo m¨¢s sencillo despedir y contratar, las generosas ayudas a los desempleados se vieron reducidas y aparecieron los minijobs, con salarios de entre 400 y 500 euros. Se cre¨® el sector de los trabajadores pobres y se castig¨® a los parados mayores. El mercado mandaba, la justicia social quedaba en un segundo plano, se ignoraban las protestas dentro del partido, de los sindicatos y de la calle. Schr?der olvidaba los principios fundacionales de la formaci¨®n; poner fin los privilegios, di¨¢logo constante con los ciudadanos y los agentes sociales, fin progresivo de las desigualdades, protecci¨®n a las clases m¨¢s desfavorecidas. Bastantes de esas reformas salieron adelante no con el voto de la mayor¨ªa de los diputados socialdem¨®cratas, sino con los de la oposici¨®n conservadora. Entre 1998 y 2009 el SPD perdi¨® m¨¢s de 10 millones de votos y a la mitad de sus militantes. Merkel lleg¨® al poder en el 2005 y en sus Grandes Coaliciones con el SPD hizo suyos algunos temas claves de la socialdemocracia y de los Verdes. Ella se apuntaba los ¨¦xitos y el SPD, frustrado, se perd¨ªa en querellas internas. Si en el 2005 lograba un respetable 34,2% de votos frente a la CDU, en 2017 consegu¨ªa solo el 20,5%, y eso porque la CDU hab¨ªa perdido a Merkel. En las recientes europeas el declive continu¨®: 13,9% de sufragios.
El SPD est¨¢ pagando muy caro su giro a la derecha. Sus pol¨ªticas liberales le han alejado de sus bases tradicionales, que ven a ¡°los de Berl¨ªn¡± como un grupo de tecn¨®cratas que act¨²an y dise?an estrategias a golpe de sondeos y de las genialidades de los spin doctors de turno. Han dejado de creer que pueden atender a las inquietudes ciudadanas. Hay desmotivaci¨®n y falta de movilizaci¨®n popular. En las agrupaciones locales se re¨²nen solo los jubilados que recuerdan, con nostalgia, tiempos mejores en los que el partido consegu¨ªa mayor¨ªas s¨®lidas. Hoy d¨ªa el SPD se conforma con mantener un 15% de votos. Si hubiera elecciones generales ma?ana, los socialdem¨®cratas ver¨ªan reducidos sus actuales 207 esca?os a la mitad.
La crisis de la industria automovil¨ªstica alemana y de Volkswagen va a ser una oportunidad para que el canciller Scholz demuestre que se preocupa por la clase trabajadora. En este sector vital, herido por la competencia china y las exigencias medioambientales, hay mucho votante asustado. Claro que los liberales y el ministro de Finanzas, Lindner, guardan las llaves del Tesoro P¨²blico y siguen amenazando con bloquear los Presupuestos Generales reci¨¦n presentados. E incluso juegan con la idea de abandonar el Gobierno.
Quienes conocen bien a Olaf Scholz dicen que se cree muy inteligente, que ¡°va de sobrado¡± por la vida. Pero su listeza no se traduce en inteligencia emocional. A Scholz se le reprocha ser demasiado fr¨ªo, una esfinge incapaz de poner orden en la caja de grillos en que se ha convertido el Gobierno de coalici¨®n con los Verdes y los liberales. Solo un 20% de los alemanes est¨¢ contento con sus gobernantes y Scholz no les tranquiliza. Tampoco lidera, ni dentro del pa¨ªs ni en Europa. La gente no le tiene ninguna simpat¨ªa, pero tampoco a su rival, el democristiano Friedrich Merz. El 48% de los alemanes no votar¨ªa ni por uno ni por otro, seg¨²n Forsa. En el SPD saben que las cosas no van bien, a pesar del respiro de Brandeburgo. Pronto tendr¨¢n que decidir qui¨¦n ser¨¢ el candidato oficial para las generales dentro de un a?o. Scholz quiere seguir, pero muchos ven al actual ministro de Defensa, Boris Pistorius, como una buena alternativa, aunque ¨¦l no se ha pronunciado al respecto. Es el pol¨ªtico m¨¢s popular de toda la Rep¨²blica Federal, pero tambi¨¦n se le conoce como ¡°el ministro de la Guerra¡± por su apuesta a favor del rearme alem¨¢n y por su apoyo total a Ucrania. Si Willy Brandt impuls¨® la Ostpolitik, la apertura al Este y su deseo de transformar el socialismo totalitario en uno m¨¢s humano, Pastorius representa la obligada respuesta a esa nueva guerra fr¨ªa que la Ostpolitik pretendi¨® superar.
Los socialdem¨®cratas alemanes no se atreven a ser m¨¢s ellos mismos, a impulsar esa democracia participativa de la que hablaba Brandt. Est¨¢n, sobre todo, a la defensiva, intentando no hundirse todav¨ªa m¨¢s y frenando como pueden a la extrema derecha. Y por eso han decidido dejar en suspenso de manera unilateral el tratado de Schengen, reimplantar los controles en sus fronteras durante seis meses y aumentar las deportaciones. Otro adi¨®s a la solidaridad con los socios europeos y con quienes sufren persecuci¨®n y miseria que estaba tan presente en el credo socialdem¨®crata tradicional. M¨¢s de 500 miembros del partido han manifestado ayer que ven los valores democr¨¢ticos del SPD en peligro con ese volantazo en emigraci¨®n.
?Qu¨¦ queda del socialismo de Willy Brandt? Su fundaci¨®n en Berl¨ªn, sus memorias, su ejemplo de resistencia, su Premio Nobel de la Paz en 1971, su contribuci¨®n a la reunificaci¨®n alemana... En 1992, pocas semanas antes de morir, tras haber vivido lo mejor y lo peor del siglo XX, escribi¨® esto: ¡°Nada llega autom¨¢ticamente.Y casi nada dura. Por eso, si queremos conseguir algo bueno debemos reflexionar sobre nuestras fuerzas, porque cada tiempo exige sus respuestas y hay que estar a su altura¡±. ?Lo tendr¨¢ en cuenta Olaf Scholz?