El civismo exige discreci¨®n
No se trata de acallar las cr¨ªticas a una gesti¨®n incre¨ªblemente catastr¨®fica, tan solo de mantener la calma que requiere una sociedad para no degenerar en pintura negra de Goya
¡°Tengo tanto trabajo y estoy tan agobiada, que me voy a ir al cine¡±, dec¨ªa una amiga cuando la vida se le hac¨ªa bola. No era una vaga ni una incapaz, sino alguien que sab¨ªa que no va al cine quien quiere, sino quien puede, y si ella pod¨ªa permitirse ausentarse unas horas para tomar distancia, coger fuerzas y regresar a la realidad con criterio y algo que aportar, lo hac¨ªa. Del sosiego y la claridad mental que le dejaba su escapada al cine se beneficiaban ella misma y los que depend¨ªan de su buen desempe?o profesional.
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¡°Tengo tanto trabajo y estoy tan agobiada, que me voy a ir al cine¡±, dec¨ªa una amiga cuando la vida se le hac¨ªa bola. No era una vaga ni una incapaz, sino alguien que sab¨ªa que no va al cine quien quiere, sino quien puede, y si ella pod¨ªa permitirse ausentarse unas horas para tomar distancia, coger fuerzas y regresar a la realidad con criterio y algo que aportar, lo hac¨ªa. Del sosiego y la claridad mental que le dejaba su escapada al cine se beneficiaban ella misma y los que depend¨ªan de su buen desempe?o profesional.
No pueden irse al cine los militares, los equipos de rescate, los trabajadores de servicios esenciales, los que achican el lodo y los que han ido a echar cuantas manos hagan falta a Valencia. No pueden irse al cine los pol¨ªticos ni los cargos p¨²blicos. Tampoco los periodistas que intentan ordenar los hechos y transmitir informaci¨®n ¨²til para las v¨ªctimas y los afectados. Hay demasiada gente que debe mantenerse a pie firme para enterrar a los muertos y atender a los vivos, pero los que no podemos aportar nada ¨²til estar¨ªamos mejor en el cine, viendo una pel¨ªcula divertida o emocionante que nos disuelva las culebras, el rencor, la bilis negra y la soberbia. Tras una buena sesi¨®n, a muchos se les pasar¨¢n las ganas de ahorcar y destripar, y si no, habr¨¢n practicado el nobil¨ªsimo arte del silencio durante un par de horas. Dos horas sin sus tuits, sin sus intervenciones en tertulias, sin sus v¨ªdeos y sin sus consignas ser¨ªan dos horas que la civilizaci¨®n ganar¨ªa a la barbarie.
No abogo por censura ninguna ni por acallar las cr¨ªticas a una gesti¨®n incre¨ªblemente catastr¨®fica. Tampoco por ignorar la rabia y el dolor que cualquier persona que tenga piel en lugar de corcho comprende y hace suyos, y por supuesto que habr¨¢ que analizar estos d¨ªas de muerte con microscopio y exigir todas las responsabilidades con crudeza y rigor, sean estas pol¨ªticas, penales o de cualquier tipo.
No se trata de salvar el pellejo de ning¨²n gobernante, tan solo de mantener la calma que requiere una sociedad para no degenerar en pintura negra de Goya. Quien pueda hacerlo, claro. Quien tenga el privilegio de poder irse al cine porque no es ¨²til en ning¨²n otro sitio, har¨ªa bien en disfrutarlo. A veces, la discreci¨®n es una prueba de civismo mucho m¨¢s agradecida que la verborrea: en un entierro no consuela mejor quien m¨¢s grita, llora y se da golpes en el pecho, sino quien sabe guardar silencio y ofrece sus condolencias con un gesto m¨ªnimo.