Tres tendencias subterr¨¢neas
La despoblaci¨®n global, la criminalizaci¨®n del Estado y la fragilidad de China son eventos de alto impacto que no reciben la atenci¨®n que merecen
Las fuerzas que cambian al mundo no siempre son visibles. Algunas son producto de cambios graduales, subterr¨¢neos, que modifican todo sigilosamente hasta que, de repente, descubrimos que el mundo que conoc¨ªamos ya no existe. Actualmente, est¨¢n proliferando eventos de alto impacto que no reciben la atenci¨®n que merecen. De esta lista de inestabilidades, destacan tres: la despoblaci¨®n global, la criminalizaci¨®n del Estado y la fragilidad de China.
Los pa¨ªses con mayores ingresos se est¨¢n despoblando. Cada vez m¨¢s, las tasas de fertilidad han ca¨ªdo muy por debajo de lo requerido para conte...
Las fuerzas que cambian al mundo no siempre son visibles. Algunas son producto de cambios graduales, subterr¨¢neos, que modifican todo sigilosamente hasta que, de repente, descubrimos que el mundo que conoc¨ªamos ya no existe. Actualmente, est¨¢n proliferando eventos de alto impacto que no reciben la atenci¨®n que merecen. De esta lista de inestabilidades, destacan tres: la despoblaci¨®n global, la criminalizaci¨®n del Estado y la fragilidad de China.
Los pa¨ªses con mayores ingresos se est¨¢n despoblando. Cada vez m¨¢s, las tasas de fertilidad han ca¨ªdo muy por debajo de lo requerido para contener el declive poblacional. La ONU estima que en 2080 habr¨¢ m¨¢s personas mayores de 65 a?os que j¨®venes menores de 18. Adem¨¢s, un estudio de The Lancet proyecta que para el a?o 2100, 183 de 195 pa¨ªses tendr¨¢n tasas de fertilidad por debajo del nivel de reemplazo. Esto tiene su lado positivo, pero cuando las tasas de natalidad son excesivamente bajas se generan presiones sociales y pol¨ªticas dif¨ªciles de manejar. Un caso extremo es el de Corea del Sur, donde las mujeres tienen en promedio 0,78 hijos. Esto derivar¨¢ en una sociedad desbalanceada, con un n¨²mero ¨ªnfimo de trabajadores que deben sostener a una masa inmanejable de ancianos. Muchos otros pa¨ªses avanzados van por el mismo camino.
La segunda tendencia es el auge de gobiernos que adoptan estrategias, t¨¢cticas y modos de operar que son t¨ªpicos del crimen organizado. La criminalizaci¨®n del sector p¨²blico es una tendencia mundial y al alza.
Crecientemente, cuerpos policiales y de seguridad del Estado, militares, jueces, centros carcelarios, aduanas y controles fronterizos est¨¢n bajo el control de bandas que manejan inmensos recursos financieros, poder pol¨ªtico, redes internacionales y el uso de la violencia. Un significativo grupo de organizaciones criminales ha pasado de operar a nivel nacional a actuar regionalmente y, en algunos casos, mundialmente.
El aumento de la violencia suele acompa?ar el auge de la criminalidad organizada y enquistada dentro de los gobiernos. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo revela que Am¨¦rica Latina pierde hasta el 3,44% de su PIB por crimen y violencia, m¨¢s del doble de lo que se dedica a la asistencia social.
El crimen organizado ¡ªcon frecuencia asociado con gobiernos autocr¨¢ticos¡ª tiene enorme presencia en ?frica, Asia, Eurasia y los Balcanes.
Los carteles de la droga en M¨¦xico controlan grandes extensiones del territorio nacional y operan en Sudam¨¦rica, Norteam¨¦rica y Europa, al mismo tiempo que las bandas narcoguerrillas colombianas, y nuevas bandas criminales en Venezuela extienden sus operaciones por toda la regi¨®n.
Los organismos p¨²blicos encargados de enfrentar esta amenaza se est¨¢n viendo desbordados, mientras que los carteles criminales gozan de una influencia sin precedentes.
La tercera tendencia que merece m¨¢s atenci¨®n de la que ha tenido es la fragilidad de la econom¨ªa china. Hasta hace pocos a?os, se discut¨ªa cu¨¢ndo superar¨ªa la econom¨ªa china a la estadounidense. Hoy, nadie habla de eso. La atenci¨®n se ha desplazado hacia los desequilibrios fiscales y financieros de China, las impopulares medidas que el Gobierno deber¨¢ tomar para estabilizar su econom¨ªa y la grave amenaza de una posible guerra comercial con Estados Unidos. La situaci¨®n econ¨®mica de China no es s¨®lida. Su tasa de crecimiento del PIB ha ca¨ªdo significativamente, pasando de 9,5% entre 2000 y 2010 a 2,2% en 2020 y 3% en 2022, muy por debajo del objetivo oficial de alcanzar el 5,5% de crecimiento. El aumento de los aranceles de EE UU a los productos importados desde China asestar¨ªa un fuerte golpe a la econom¨ªa del gigante asi¨¢tico.
Inevitablemente, el malestar econ¨®mico afecta la estabilidad pol¨ªtica. Por m¨¢s que China sea una f¨¦rrea dictadura, con el poder altamente concentrado en su l¨ªder, Xi Jinping, el riesgo de inestabilidad existe. El descontento interno crece: tan solo en un mes, el pasado octubre, el grupo China Dissent Monitor registr¨® 435 protestas p¨²blicas, la cifra m¨¢s alta desde que se llevan registros. Poco despu¨¦s, el Gobierno oblig¨® a maestros, a funcionarios p¨²blicos y a ejecutivos a depositar sus pasaportes en las oficinas de las autoridades locales. Esta es, claramente, una muestra del grado de preocupaci¨®n que hay en los altos centros de poder. Nada temen m¨¢s los l¨ªderes chinos que perder el control de calles y plazas y los centros urbanos.
A pesar de esta fragilidad, China mantiene fortalezas estrat¨¦gicas muy importantes. Su enorme tama?o y m¨¢s concretamente su mercado interno, su alta competitividad internacional, inmensa capacidad manufacturera y su control de minerales cr¨ªticos para la econom¨ªa digital le otorgan ventajas significativas. Los embargos impuestos por China a la exportaci¨®n de estos minerales indispensables, por ejemplo, causar¨ªan estragos en la econom¨ªa global.
China no necesita convertirse en la primera potencia mundial para generar inestabilidad en el resto del mundo. Este mundo tambi¨¦n sufre de gran inestabilidad: entre otras cosas, por la despoblaci¨®n y la criminalizaci¨®n de los Estados. Las tendencias subterr¨¢neas no ocurren de forma aislada: se influencian entre s¨ª, potenciando sus efectos.
Y estos efectos no se pueden ignorar. Ya est¨¢n con nosotros.